España
A. D. (18/7/2013)
A pesar de que la Casa Real afirma no sentirse afectada por las muestras poco cariñosas de la ciudadanía española, lo cierto es que cada vez es más habitual presenciar escenas en las que el malestar y la indignación de las gentes se trasladan a la familia del monarca. El pasado martes, por ejemplo, fue el duque de Palma, Iñaki Urdangarin, el objeto de las iras ciudadanas.
Urdangarin salía del juzgad de Primera Instancia 46 de Barcelona, donde acudió a declarar como testigo a consecuencia de su demanda contra Diego Torres, su ex socio en el ´Instituto Nóos´, y contra algunas medios de comunicación, por la difusión de varios correos electrónicos personales.
El caso es que allí, en la Ciudad de la Justicia, había convocada una manifestación contra la corrupción, con la que se topó el Duque de Palma. Urdangarin no pudo evitar que los concentrados, enarbolando banderas republicanas, se liaran a insultarle, llamarle “corrupto”, “chorizo” y no se sabe cuantas cosas más, entre las que algunas hacían referencia a su madre.
Entre los manifestantes se encontraban varios funcionarios de Justicia que protestaban por los recortes, mientras exhibían pancartas en la que se podía leer “Menos chorizos y más huevos”.
El rey Juan Carlos tiene suerte, pues allá en su segunda patria, Marruecos, los agasajos y parabienes no cesan. Rodeado de dátiles y leche de cabra, asiste a la danza del vientre en compañía de su amigo Alberto Ruiz-Gallardón.