No es la crisis es el sistemaEspaña/Economía
Manuel Funes Robert (12/8/2013)
A alguno de mis queridos lectores quizá les sorprenda saber que nací en 1921. A mi generación, o a lo poco que queda de ella, le tocó vivir en tiempos aciagos. La adolescencia nos sorprendió en plena Guerra Civil, a mí concretamente en Córdoba. Finalizado aquel terrible conflicto bélico-social, sobrevino el hambre. Si bien he explicado a mis alumnos y lectores que esta hambruna estuvo provocada más por la escasez de nitrato de Chile que por el embargo internacional o la autarquía impuesta por el nuevo régimen. Los que están cerca de los ochenta años y algo menos recordarán vivamente el sufrimiento de la población, la escasez, las inclusas y las cartillas de racionamiento.

En aquellas circunstancias estas generaciones citadas se hicieron fuertes -«para ser grande hay que sufrir» (General De Gaulle)- entre otra razón porque encontraron un país hecho cenizas y totalmente destruido. No teníamos nada que perder y más abajo no se podía caer. Nuestros hijos crecieron en los felices sesenta y setenta y no les privamos de nada, ningún padre deseaba para aquellos lo que ellos habían sufrido. Hubo varias crisis en los setenta y siguientes décadas, pero el suelo, el mínimo de supervivencia, sanidad y alimento nunca se pusieron en cuestión. A todo lo más, nuestros hijos tardaban más en irse de casa para desesperación nuestra.

Hoy, en 2013 vuelvo a oír asombrado que en España se pasa hambre. Tratamos de no creerlo, pero los datos insisten en ello si bien no alcanzan los horrores de los que fuimos testigos en los años 40. La generación actual, en cierto modo perdía, la generación del ordenador portátil y el móvil, que puede descender aún más en terminos de pobreza. ¿Conectara aquella con la generación que está a punto de desaparecer? Mis nietos pequeños no tendrán padres que les puedan pagar los estudios como si pude hacer con mis hijos. Los salarios han bajado en los últimos siete años en torno al 8-10% y seguiremos empobreciéndonos pues así lo disponen nuestros gestores económicos europeos.

¿Cuál es la generación que todavía no ha sufrido los estragos de la crisis? Aquella que sufrió el hambre en los cuarenta, es decir los jubilados. El gobierno no se ha atrevido a tocar todavía a este colectivo, pues sabe que perderá el poco saco de votos que aún le queda.

Nuestra generación, si se ha caracterizado por algo a causa de la infancia y adolescencia robada, y por las necesidades que tuvo, es por su rigurosidad, austeridad y sobre todo por su generosidad. No puede entenderse la falta de estallido social ante las terribles cifras de paro y pobreza sin el apoyo que las clases pasivas ofrecen a sus hijos y nietos, pues destinan una gran cantidad de sus pensiones a ayudar a sus hijos y nietos parados o en precario empleo.

Así, la generación que contempló literalmente a seres humanos morir de hambre, sale al auxilio del colectivo al que se le niega el trabajo y posibilidad de formación. Permítasenos seguir haciéndolo.