Sin Acritud…
Manuel Funes Robert (7/10/2013)Einstein
No soy físico, solo me adorno con los títulos de Derecho y Economía. De ahí que me mueva con cierta timidez en campos ajenos a mi saber y los aborde con intentos de apelar a la precaución y al buen sentido. Y así digo que lo primero que nos llama la atención en la moderna y temible ciencia del átomo por inapropiado, es precisamente la sílaba «A» de átomo. Porque desglosada silábicamente significa «A» -sin- «TOMO» -parte, lo cual deja de ser cierto cuando se descubre que el átomo también es divisible, en electrones que giran alrededor de otras partículas llamadas protones.

Einstein había descubierto que todo móvil genera una energía que es su masa por el cuadrado de su velocidad, con la fórmula de la relatividad. También descubrió que los electrones giran a la velocidad de la luz (300.000 kms/h), es decir, casi instantáneamente. Esto significa que un móvil a esa velocidad genera una energía casi infinita.

Este es uno de los principios generadores de la energía atómica, que ha llegado a dar resultados prácticos tan grandes en el orden civil, como es el caso de Francia en el que más de la mitad de la energía consumida tiene este origen.

En base a lo anteriormente afirmado ya tenemos el cuadro de una moderna y poderosa ciencia cuyos efectos perdura por siglos o milenios, que es lo que permanecen sus residuos. No en vano podemos decir que estamos en una fase cuyo final no llegaremos a contemplar.

Hay dos clases de catástrofes que pueden ocurrir en la gestión de dicha energía: las que proceden del hombre (Chernobil) y los que proceden de la naturaleza (maremoto en Fukushima). En ambos casos los remedios que hemos empleado para combatir los efectos negativos de la radioactividad han acabado en fracaso. En el caso de Japón, multiplicando precisamente lo que se trataba de reducir pues los reactores de dicha planta siguen vertiendo agua contaminada al mar. Ciertamente las medidas de seguridad niponas fueron superiores a las de la central ucraniana. Sabemos aprovechar lo positivo pero si estamos indefensos ante lo negativo podemos estar al comienzo de una era pavorosa cuyos efectos no comenzaremos a vislumbrar hasta dentro de unos años.