España
Diego Camacho (30/10/2013)Mariano Rajoy
El PP oscila en su política antiterrorista entre dos sentimientos, el pánico y la debilidad. El primero, por si un día nos enteramos de los acuerdos a los que ha llegado con ETA siguiendo el camino trazado previamente por ZP, o por si la organización terrorista termina poniendo, algún día, un muerto o varios en la escena política. El segundo, es la consecuencia natural del primero. El miedo que paraliza e impide actuar cuando se es consciente de haber perdido la iniciativa y lo que es peor la voluntad de vencer.

Muchos españoles seguimos sin comprender la utilización que Rajoy ha hecho de la mayoría absoluta que consiguió en las urnas. Es como si inmediatamente después de la victoria electoral alguien le hubiera mostrado su voluminoso dossier y le hubiera recomendado permanecer inerte a cambio de no darlo a la publicidad. No es de recibo esa no acción permanente, mientras vemos como España pierde cohesión interna y prestigio internacional. El Presidente se ha instalado en una burbuja inaceptable para la mayor parte de los ciudadanos no subvencionados por él. Desde luego el clima de corrupción existente no ha sido tan generalizado y preocupante como es hoy día.

El gobierno, verdadero telonero del “faisán” y de la sentencia de Estrasburgo, no resulta creíble pues lo sucedido en ambos casos era conocido que iba a suceder gracias a que la llamada hoja de ruta del proceso había sido hace tiempo desvelada. El Consejo de Ministros, además de actuar de manera cobarde y contraria a sus promesas electorales, pretende que el español medio acepte el montaje, puesto que además de tranquilos y pacíficos debe pensar que el ciudadano es idiota. Lo digo tanto en el sentido que para los griegos tenía el idiota como al significado que damos a esa palabra en la actualidad.

Rajoy y sus muchachos/as pretenden que nos creamos que la ETA ha sido derrotada y que la paz bien merece ciertas indignidades. No es cierto, no hay más que ver la cara exultante de los “derrotados” y la serie de incoherencias de los vencedores para darse cuenta que la realidad es exactamente la contraria a la defendida por Rajoy y ZP. Miembros de ETA están en las instituciones pues se les ha permitido concurrir con sólo cambiar el nombre de su organización; se están financiando con el dinero de nuestros impuestos y han abierto el camino para que el PNV pueda recoger las nueces del nogal que ellos han sacudido previamente. Su avance estratégico es un hecho y no haber entregado las armas es prueba de que quieren asegurarse que el gobierno no va a echarse atrás, el día que lo hagan será porque habrán alcanzado la victoria completa.

La paz con indignidad no resuelve el problema de fondo sino que lo acentúa a cambio de un poco de tiempo. Es dramático contemplar una clase política anclada en su corto y mediocre plazo, desprovista del mínimo sentido de Estado y sólo preocupada de la marcha de sus cuentas corrientes. Por si faltara poco al jefe de la oposición, a pesar de saber “todo de todos”, le toma el pelo el Presidente de la Generalidad de Cataluña que está embarcado en su proceso secesionista con la comprensión del PSC.

P. D.
Vamos a movilizarnos que para empezar somos más.

N. de la R.
El autor es Coronel del Ejército y Licenciado en ciencias Políticas y Sociología.