Garcia-Margallo y Rajoy

España
Diego Camacho (11/11/2013)
El gobierno en estos últimos días ha dado buena prueba de su debilidad y desprestigio exterior en tres escenarios diferentes. En todos ellos ha intentado presentar a la opinión pública como éxito político lo que en realidad era el fruto de su inepcia o incapacidad.

El primero ha sido el anuncio de haber logrado un texto consensuado con Gran Bretaña, sobre Gibraltar, para ser aprobado en el Comité de Descolonización de la ONU. Para García-Margallo el triunfo consiste, al parecer, sólo en el hecho de haber logrado el consenso en la redacción del texto; el fondo del asunto, la soberanía del Peñón y su derivada el foro de negociación tripartito, que es donde los británicos se la han metido doblada una vez más, es para él un tema poco relevante. Conviene recordar que en 1984 el gobierno español levantó la verja a cambio del compromiso británico de buscar una solución bilateral para acabar con la última colonia existente en Europa. Ese acuerdo fue firmado en Bruselas con el beneplácito de la CEE.

La oligofrenia exterior de ZP posibilitó la creación de un foro tripartito en el que se reconocía al gobierno de Gibraltar un estatus internacional que no tenía, pues era una colonia establecida sobre el territorio de otro Estado. En el 2012 el gobierno de Rajoy continuó, en el Comité de descolonización de la ONU, con la política socialista que era claramente contraria a los intereses de España. A día de hoy en lugar de recuperar el espíritu y la letra del acuerdo de Bruselas, donde nuestra nación tiene argumentos de fuerza, pues es algo ya acordado y que refuerza nuestras aspiraciones desde el Tratado de Utrecht, prefiere seguir la senda zapateril y tratar de colarnos esta milonga.

El segundo ha sido el rigodón organizado por el Presidente del Congreso de los Diputados y el director del CNI con la entusiasta colaboración de los portavoces parlamentarios “para enterarse”, como el Presidente del gobierno, del ataque a la privacidad de los ciudadanos con las escuchas masivas realizadas de consuno por nuestro Servicio de Inteligencia y la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de los EEUU.

No es extraño que tengamos un gobierno tan patético con tan impresentable oposición. ¿Es que los acuerdos con EEUU y que afectan a nuestra seguridad eran conocidos por sus señorías antes del escándalo? ¿Se ha extrañado algún portavoz que la ley de secretos oficiales, en vigor, date de 1963? ¿Qué garantías han obtenido nuestros parlamentarios que la Inteligencia del Estado no esté actuando para los intereses estratégicos estadounidenses? ¿De donde obtenía el CNI la autorización judicial para intervenir conversaciones fuera de nuestro territorio? Una cosa es tener aliados y cooperar en asuntos de interés común y otra muy distinta es convertir al Estado en un satélite de otra potencia, descuidando los intereses nacionales; es en este aspecto donde debe actuar el control parlamentario y en donde brilla por su ausencia.

El mencionado rigodón ha coincidido con la difusión de una información que señala al rey de España como informador y colaborador cualificado de la CIA, antes y después de su coronación. Con semejantes mimbres el cesto tiene que ser defectuoso.

Como guinda a esta serie de despropósitos internacionales, nos enteramos que la selección de fútbol va a realizar una gira africana y jugar un partido con su homóloga de Guinea Ecuatorial. De esa manera el gobierno español va a respaldar a la dictadura sangrienta de Teodoro Obiang, mientras nuestros internacionales corretean por el campo, los detenidos políticos de la cárcel de Black Beach seguirán siendo torturados y los intermediarios próximos al gobierno español recibirán su generosa recompensa, gracias al petróleo que la familia Obiang le birla al pueblo guineano.

N. de la R.
El autor es Coronel del Ejército y Licenciado en ciencias Políticas y Sociología.