/Economía
Manuel Funes Robert (19/11/2013)
Allí donde las conclusiones para valorar la situación se hacen por promedio, cuanto más grandes sean las distancias entre los promediados tanto más se aleja dicho promedio de la verdad y tanto menos sirve esa conclusión mediática para calificar y analizar la situación. Y así, a la hora de analizar los datos sobre España, Bruselas cae en el error de dejarse llevar por cifras que mezclan la preocupación por el déficit publico y por el paro sin detenerse a pensar que los terribles recortes públicos en inversión impuestos por la primera preocupación provoca la segunda.
Alemania, la de Merkel, ya lo contábamos la semana pasada, se sitúa en la fase de desconcierto por la decisión de Draghi de bajar los tipos de interés a niveles nunca visto anteriormente. Además tiene que lidiar con las posibles imposiciones que los socialdemócratas han exigido para su apoyo. Por tanto, todos los europeos seguiremos con interés y expectantes los pasos que dará la canciller alemana en los próximos meses.
Pero la bajada de tipos es solo una de las necesarias para salir de la crisis. De nada servirá si no va acompañada de la compra masiva y sin complejos de la deuda pública de los países miembros, lo cual permitiría que el dinero empleado en pagar los intereses y la deuda, se emplearía en inversión productiva, principalmente en los campos en los que los recortes impuestos están haciendo mucho más daño.
Y en cuanto a las ya conocidas, cruentas e inútiles advertencias que hace Bruselas, cabe destacar un acierto en lo que se proclama oficialmente: el propósito de alejar fecha de jubilación. Y eso es así por la sencilla razón de que la muerte se aleja cada vez más y en condiciones de mejor vida, con lo cual cualquier computo que se haga sobre el envejecimiento de la población da el resultado contrario; cada vez hay más jóvenes y no cada vez más viejos. Ya hemos señalado que cuando los alemanes comenzaron a cobrar sus pensiones a mediados del siglo XIX, la edad media del alemán era de cincuenta años…