Severo Moto
Severo Moto

Guinea Ecuatorial/España
Severo-Matías Moto Nsa (20/12/2013)
Amigos guineanos:
Vengo recibiendo, cada vez con más frecuencia e insistencia, un mensaje transmitido a mi círculo de amistades y compañeros guineanos que comparten conmigo este largo y triste exilio, fuera de nuestro país.

El mensaje, a veces convertido en propuesta; otras, en reto y desafío; no pocas veces, en sincero y ansioso deseo, es que yo regrese a Guinea Ecuatorial.

En este breve y siempre esperanzador tiempo de Adviento, se me ha ocurrido dirigiros una carta, en son de respuesta, a tantas voces -bien que silenciadas por el miedo a que el régimen de Obiang Nguema sepa y conozca quiénes me dirigen estos mensajes.

ESTAMOS EN “SEGUNDAS PARTES” Un certero refrán español dice: “Nunca segundas partes fueron iguales”.Debo señalar, con el alma transida de dolor y tragedia, que nunca pensé que el exilio en España iba a ser para mí, una definitiva cárcel; tras haber salido de los tres años de Black Beach, en Malabo (1976-1979) o después de los ocho meses (Diciembre-Agosto de 1995) de una cárcel en la que estaba ya dictada mi sentencia de muerte; suspendida por presiones de la Iglesia, la Monarquía Española y los Gobiernos de Francia y España, con una decisiva “orden” de Omar Bongo Ondimba (q.e.p.d.).

Mi vida, de forma global, y desde que se instauró la dictadura en Guinea Ecuatorial, ha estado siempre muy marcada por una orden de muerte; permanentemente colgada como una gota de tinta, en la punta de la pluma de Obiang Nguema, lista para caer sobre el papel y ser ejecutada.

Quiero hacer, asimismo, de mi vida, todo un monumento de agradecimiento a quienes, en tantas ocasiones han frenado y paralizado la mano de Obiang Nguema, antes de que cayera sobre mí, en un certero golpe mortal.

UNA ESTRATEGIA MAGISTRAL DE OBIANG NGUEMA
Y si esto ha sido así mientras estaba en Guinea Ecuatorial, o durante los primeros intentos de retornar a Guinea Ecuatorial (21 días, en 1988; 4 años, 1992-1996), hasta finales de siglo XX, puede considerarse ese período como una “primera parte”. Sin embargo desde los inicios del siglo XXI (2005) se abrió en mi vida una “segunda parte”, significada por la magistral estrategia de Obiang Nguema de trasladar, de Guinea Ecuatorial a España, el vendaval de persecución, asedio, odio, malquerencia, propósitos y planes de aniquilamiento que sobre mí desarrollaba Obiang Nguema y su régimen en Guinea Ecuatorial. Ese cambio de escenario, debe considerarse, ha sido y es mucho más horrible y más difícil de superar. Durante esa “segunda parte” Obiang Nguema ha logrado, magistralmente, trasladar a España, donde estoy exiliado, toda la arquitectura de persecución, odio, aniquilamiento y reducción de mi acción política y de mi persona.

Una muy inteligente manera de librarse, Obiang Nguema, de toda culpa de mi tragedia o mi muerte por asesinato… Envuelto en esa gelatinosa masa de odio y persecución, he sido paseado por escenarios lúgubres, como fue mi asesinato, en tentativa, en Croacia; mi sorda inmersión en las mazmorras de Madrid-Navalcarnero (Black-Beach-2) y, finalmente, se ha conjurado y se evita (según fuentes de mi absoluta confianza) mi retorno, en libertad, a Guinea Ecuatorial. De modo que, mientras Obiang Nguema mantiene levantada en alto la fusta de mi muerte, y apunta con sus armas mercenarias, alimentando un terrorífico clima de miedo en la ciudadanía guineana, en España han desaparecido aquellos despachos, encuentros, citas y lugares a los que, en otros tiempos, acudimos para obtener el apoyo, cuidado, protección y ayuda, para que mi retorno a Guinea Ecuatorial, fuera, de verdad, en libertad.

SABE MUCHAS COSAS…”severo-moto-y-su-hija2
Se tiene miedo -me aseguran- a que mi regreso a Guinea Ecuatorial, acabe desvelando cosas que tiene, escondidas y prohibidas, la siempre vigente y cada vez más activa “LEY DE MATERIA RESERVADA” que pesa “in aeternum” sobre Guinea Ecuatorial. Suena a pueril. Pero las fuentes consultadas aseguran que esta es la única razón por la que tanto Obiang Nguema como sus fuertes y omnipotentes lobbies españoles se niegan a abrir -como en otro momento- las puertas de mi retorno en libertad a Guinea Ecuatorial.

La verdad es que nunca me creí tan justiciero, ni vengativo; y menos, enemigo de nadie. Sobre mí ha llovido un torrente de calificativos (insultos incluidos) de terrorista, golpista, violento; y han estado a punto -me aseguran- de cubrirme con el sudario y la mortaja de la “ley antiterrorista”.

Justo en este momento en que el mundo acaba de despedir al inmortal Nelson Mandela cuyo halo reconciliador debería inundar toda África y dar sus frutos, a mí me visten con la vitola de “vengador”. Les debiera bastar haber constatado el clima de reconciliación con que me he rodeado en las dos ocasiones que he llegado a mi país, contagiando a mis seguidores con el mensaje de no violencia, en claro reto a la violencia que envuelve el país.

En esta carta a mi pueblo, que bien pudiera ser el mejor mensaje en este Adviento, me gustaría que les quedara muy claro que las patatas que, lo que nos queda de amigos en España se cuidan de que no me falten, nunca han sido ni serán nunca la razón de mi permanencia en el exilio. Habría que ser un monstruo, un inútil y un renegado (No lo soy) para contentarse con el exilio, y en estas condiciones.

MI LIBERTAD ES LA DE MUCHOS GUINEANOS
A las insistentes llamadas y mensaje que nos enviáis para que regresemos a Guinea Ecuatorial: (“Es al único que se espera ahora en Guinea”; “Si llega ahora a Guinea, las cosas van a cambiar”; “Obiang ya no le puede matar ahora…”) añadís, a renglón seguido: “Pero tiene que venir seguro de que no le va a pasar nada”. Sabéis, por tanto, que mi regreso (si fuera a escondidas; como efecto de cansancio; por desesperación; por el abandono y falta de apoyo, protección y ayuda de España, o simplemente por hambre, no solo significaría mi desaparición física; sino que afectaría a aquellos que se alegraran por mi regreso, confiados, falsamente, en que mi regreso se producía -como en otros tiempos- sin problemas ni peligro de muerte mía y de fácil contagio a otros.

Como anuncio de este Adviento, solo puedo permitirme la libertad de aseguraros que desde que me fue devuelto el Documento de Viaje, todo mi esfuerzo se centra en forjar y forzar mi retorno en libertad a Guinea Ecuatorial. Sabéis, claro está, por qué insistimos en la frase “en libertad”. Significa que queremos retornar para recuperar todas nuestras libertades fundamentales y todos nuestros derechos humanos, nuestros derechos políticos, económicos, culturales, etc.

LOS QUE ME “ACONSEJAN”
¡Ah!, y una confidencia: En mi búsqueda de asesoramiento, intermediación, apoyo y ayuda para mi retorno en libertad, parece que todos me ofrecen la misma fórmula:

1- Olvidarme de derechos humanos y libertades fundamentales.
2- Ir a Guinea Ecuatorial.
3- Declarar por televisión que estoy arrepentido de hacer política con el PP.
4- Recibir dinero, coche, casa y un ministerio de Obiang Nguema.
5- Y esperar la muerte; sin molestar… a Obiang Nguema.

Todos los asesores e intermediarios consultados, están dispuestos a llevar esta gestión ante Obiang Nguema, siempre que sea previa aceptación de los cinco puntos anteriores.Obiang y el rey Juan Carlos

UNA DECISIÓN INQUEBRANTABLE
Amigos: Os aseguro que de todos los pecados, delitos y culpas de que me acusan Obiang Nguema, sus poderosos lobbies, mis detractores, e incluso enemigos, el mayor delito o “pecado” que reconozco y reconoceré, siempre, es haber fundado el Partido del Progreso, dotarlo de ideología demócrata cristiana; haber contagiado a tantos guineanos de ese espíritu de libertad. Y, tras la prohibición del PP en Guinea Ecuatorial, reconozco el, pecado de haber creado el “Gobierno en el Exilio de Guinea Ecuatorial”.

Todo para servir a Guinea Ecuatorial. ¡Y nunca a ningún humano convertido en “dios…” por sus medios de comunicación y sus lobbies! Y, una promesa: Mientras estos sea mis delitos reconocidos, no me arrepentiré nunca de ellos. Hasta mi muerte. Nada son las riquezas, el poder y la gloria terrenal, si solo sirven de maromas para atarte a la inutilidad y a la condena.

Me aseguran que, porque sé mucho, no me dejarán volver a Guinea Ecuatorial, en libertad. A Nelson Mandela le negaron la libertad de la cárcel; para, a la hora de su muerte, asistir a sus funerales, con la cara embadurnada de vergüenza (¿De arrepentimiento, también?).

Si todo Adviento desemboca en la alegría del Nacimiento del Niño Jesús, esta carta, amigos, es mi promesa de que este largo adviento de exilio, dolor, abandono y lejanía acabará, más pronto que tarde, en la “navidad” de la libertad de nuestro pueblo.