Mi Columna
Eugenio Pordomingo (13/3/2014)
En la   Tertulia Espacios Europeos  celebrada el pasado 6 de este mes, habíamos anunciado un “especial” dentro de nuestro formato, dedicado al ‘11-M’, pero no pudo ser. Me explico. La tertulia se llevó a cabo, pero incomprensiblemente no salió al aire ni quedó guardada en nuestra fonoteca. ¿Motivos? Los desconozco, pero el caso es que así fue.

Javier Castro-Villacañas, Javier Martínez, Eugenio Pordomingo y  Carlos Ruiz Miguel
Javier Castro-Villacañas, Javier Martínez, Eugenio Pordomingo y Carlos Ruiz Miguel

El debate fue muy interesante y la sorpresa también. Tal y como se anunció en espacioseuropeos, en ese programa íbamos a participar un servidor, Javier Martínez y Javier Castro-Villacañas. Y he aquí la sorpresa. Castro-Villacañas me comentó el día anterior que quizás se retrasara unos minutos pues había quedado con Carlos Ruiz Miguel, joven y brillante Catedrático de Derecho Constitucional en la Universidad de Santiago de Compostela, además de amigo.

No habíamos empezado la tertulia, cuando se presenta Castro-Villacañas acompañado de Ruiz Miguel. Mi alegría fue inmensa. Tras los apretones de manos y los abrazos de rigor –ningún requiebro a pesar del tiempo transcurrido-, Castro-Villacañas comenta que al poner en antecedentes a Carlos Ruiz de que había quedado conmigo para participar en la tertulia, ni corto ni perezoso, dijo: “Pues, vamos todos para allí, me encantará participar y saludar a Pordomingo”.

Rememorando a Perales, el compositor y cantante, surgen las consabidas preguntas entre quienes hace tiempo no se ven: ¿Qué haces? ¿A qué dedicas el tiempo libre? La alegría que nos embragaba aceleró el fin de la cazuelilla de salmorejo, buen pan castellano y mejor caldo que nos puso en la mesa la solícita María en le bar-librería ‘Vergüenza Ajena’.

Agotadas las viandas y metidos en faena, pusimos en marcha los artilugios técnicos para dar salida a nuestras reflexiones acerca de lo acontecido antes, en el 11-M y después. Hablamos, hablamos y hablamos. Pero al finalizar nos percatamos de que algo había pasado. El caso es que nuestra voz se perdió. Nada más percatarnos de lo sucedido, recordé –perdonen ustedes la licencia- lo que debió sentir el gran Simón Bolívar, ‘El Libertador’, cuando en el lecho de muerte, abandonado por casi todos, dijo “He arado en el mar y sembrado en el aire”.

Mi pensamiento, embutido en las alas de un cóndor, vagaba por los Andes. “Hemos perdido la tertulia; no ha salido nada y no se ha guardado tampoco…”, me dice Javier Martínez. Desciendo de mi nube astral y reacciono con rapidez:

– “Cuando una puerta se cierra una ventana se abre”-, digo a todos.

Pero en mi interior pienso que a más de seis millones de personas, en España, se les ha cerrado la puerta del trabajo y la ventana sigue hermética, con candado.

La solución en nuestro caso es simple, haremos otra tertulia sobre el mismo asunto: el 11-M. Carlos Ruiz nos dice: “En abril estoy de nuevo en Madrid”. Pues ya está, en abril tendremos una tertulia sobre el grave atentado que padecimos los españoles y que ahora se pretende –en un discurso único, concienzudamente trabajado y puesto en marcha- que dejemos de pensar en teorías conspiratorias. Pero no se nos dice quién o quiénes fueron los autores intelectuales ni los materiales, ni qué perseguían, ni…

En fin, que nos encontramos ante lo que yo llamo un MAD (Maniobras Acumuladas de Dispersión), urdido, diseñado y puesto en marcha por un equipo similar al que desarrolló el SAM (Supuesto Anticonstitucional Máximo), que los servicios de información españoles pusieron en marcha para llevar a cabo el 23-F.

El operativo de ahora es más complejo porque así lo requiere la situación. Contempla, hacer que olvidemos todo el pasado (incluida la sistémica corrupción) y nos centremos en escuchar los mantras de “todo va bien”, “ya se ven los brotes verdes de la economía”, “la crisis se aleja”, etc., etc. Esta es la primera fase. La segunda, que participemos en las elecciones al Parlamento Europeo y votemos a los de siempre, a los mayoritarios. Después, si no hay grandes alteraciones, viene la más compleja: ensalzar y encumbrar con algún acto heroico nacional –con la participación incluso del Ejército- la imagen del futuro monarca Felipe VI.