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espacioseuropeos (4/11/2014)
Comienza hoy la campaña “I Belong” (“Yo pertenezco”), promovida por el Alto Comisariato de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para luchar contra la situación de quienes no tienen una patria que los reconozca y eliminarla en la próxima década. Porque ‘apátridas’ no son quienes no aman el lugar en que nacieron, sino aquellos a los que ningún país los reconoce como ciudadanos.

Aún hay diez millones de personas en el mundo a los que se les niega una ciudadanía. Un tercio de los apátridas son niños, que corren el riesgo de transmitir esta situación a sus descendientes. Los más afectados son los que pertenecen a alguna minoría étnica.

“Es un problema creado únicamente por el hombre, fácil de resolver si hubiera voluntad por parte de los gobiernos”, destaca el ente de la ONU, que informa además que cada diez minutos nace un niño que no tiene patria. Ya adhirieron a la campaña el Premio Nóbel de la Paz sudafricano monseñor Tutu, que firmó junto a numerosas celebridades una carta abierta titulada “Diez millones de firmas para cambiar diez millones de vidas”.

Para Antonio Guterres, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, “el hecho de carecer de nacionalidad hace sentir a esas personas que su vida misma es un delito”, y agrega que “con esta campaña tenemos la oportunidad histórica de poner fin a la situación de los apátridas en un plazo de diez años y devolver la esperanza a millones de personas”.

Para el ACNUR los apátridas son “fantasmas legales”, “invisibles desde la cuna a la sepultura”, a quienes se les niega el derecho a la educación y a la salud. Su situación les hace más difícil la vida, con mayor riesgo de detención, de explotación laboral y sexual. El programa de diez puntos propuesto por la agencia de la ONU establece, entre otras soluciones al problema, que ningún niño nazca apátrida y que la discriminación entre varón y mujer sea eliminada de las leyes sobre ciudadanía.

El estatuto de apátrida fue establecido con una convención aprobada  en 1954. Siete años después fue firmada una segunda convención sobre la reducción y prevención de la situación de apátridas, poniendo particular atención a los menores.

Myanmar es el país del mundo con mayor cantidad de apátridas: 800.000 a un millón de personas de la etnia Rohingya, de fe musulmana, se han visto negar la ciudadanía en base a una ley de 1982. Además tienen una libertad religiosa y de desplazamiento muy limitada, y un acceso mínimo a la educación.

Otro grupo particularmente vulnerable es el de los Biharis en Bangladés: 600.000 ex-ciudadanos soviéticos aún sin ciudadanía 23 años después de la disolución de la URSS.

Más allá de los apátridas durante varias generaciones, hay quienes han perdido la nacionalidad en tiempos brevísimos, como las decenas de miles de dominicanos  de origen haitiano a los que una sentencia de la Corte Constitucional les revocó la ciudadanía y los derechos que le son propios en el 2013. También generan nuevos apátridas las situaciones de conflicto armado, como el de Siria. Según la ONU, en tres años de conflicto han nacido por lo menos 50.000 niños de madres sirias refugiadas en los países vecinos: muchos de ellos no poseen ciudadanía, por no haber sido registrados sus nacimientos por las autoridades locales de Jordania, Irak, El Líbano, Turquía o Egipto. Entre los países que se han vuelto tierra de apátridas se encuentran Costa de Marfil, Tailandia y Nepal.

En la última década, gracias a los cambios de legislación y de línea política, se ha reconocido la ciudadanía a cuatro millones de personas a nivel mundial.

Fuente: MISNA.