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Italia
Ana I. García-Espinosa
(8/2/2015)
Hace ya varios meses, se derrumbó la fábrica textil de 8 pisos, Rana Plaza en Bangladesh, enterrando vivas a miles de personas bajo sus escombros. Fue uno de los mayores desastres industriales de la historia, que arrojó la cifra de 1.134 muertos y 1.537 heridos (incluidos decenas de mutilados en una sociedad precaria que los aboca a menudo a la mendicidad). Tras la tragedia, se puso en marcha un innovador sistema de indemnizaciones para que las empresas implicadas no pudieran «lavarse las manos», pero una de las compañías, Benetton, se ha negado a pagarlas. 

AVAAZ, organización civil global, fundada en 2007, y que promueve el activismo ciudadano en derechos humanos, corrupción y pobreza, entre otros asuntos de interés general, afronta un nuevo reto, evitar que Benetton consiga esquivar el pago de las indemnizaciones que le corresponden, como consecuencia del derrumbe de la fábrica Rana Plaza en Bangladesh.

En el terreno donde se alzó la fábrica llegaban cada día, a las ocho de la mañana, unas 4.600 personas para cortar piezas, pedalear en máquinas de coser durante las siguientes 9, 10 o 14 horas diarias -o las que los plazos del pedido requirieran— o empaquetar camisas y pantalones de  marcas como Primark, Benetton, El Corte Inglés o Le Bon Marché. Sentadas en filas de 50 máquinas, con una tropa de ayudantas para traer hilo o suplirlas cuando iban al servicio, trabajaban soportando gritos e insultos de los capataces y a menudo soportando temperatuas de más de 30 grados sin unos miserables ventiladores con el 90% de humedad. Cobraban una media de 5.000 taka al mes (50 euros).

Aquel fatídico día, bastaron 90 segundos para que la fábrica se derrumbarse y 1.134 personas murieran aplastadas por las ruinas. Los que lograron sobrevivir, perdieron sus brazos o piernas entre los escombros.

Tras la tragedia, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) puso en marcha un mecanismo de indemnizaciones, por parte de las empresas responsables, que por increíble que parezca, está funcionando bastante bien. Pero ahora la multimillonaria empresa de moda italiana Benetton se está negando a compensar a las víctimas que confeccionaban su ropa. Es la única gran marca internacional, con vínculos indiscutibles con dicha fábrica, que no ha contribuido aún a mejorar la situación de los afectados.

El pasado 25 de noviembre, con motivo del día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, la ONU y United Colors of Benetton comenzaron a lanzar carteles y vídeos alusivos a este problema. Para ello se lanzó una llamativa campaña con el apoyo de UN Women (la agencia de las Naciones Unidas fundada para promover la igualdad de sexos y la emancipación de la mujer). En una imagen simbólica, unos hombres «lapidan» a una mujer con pétalos de flores.

Benetton siempre se ha destacado por la incorporación de los temas sociales a sus campañas publicitarias. Imágenes impactantes, que transmiten y emocionan y que consiguen que su mensaje llegue muy lejos. Así consiguen sensibilizar a la opinión pública y prevenir la discriminación, y construir una sociedad basada en el respeto de las diferencias y en la igualdad de las oportunidades de todos los seres humanos.

No es extraño, ya que siempre se ha posicionado, desde su inicios, como una firma defensora de los valores propios de una sociedad que cambia, y ha seguido el proceso de globalización con una imagen en pro de valores positivos como la justicia, el respeto de la diversidad, la paz y la solidaridad… ¿Dónde queda todo eso ahora? Entre el «dicho» y el «hecho» parece haber un abismo. ¿Habrá conseguido esquivar con esta última puesta en escena publicitaria las críticas que se han venido susurrando sobre su cínica actitud ante los hechos? ¿Qué pasa con sus obligaciones de pago a los damnificado de Rana Plaza? ¿Se desvanecerán sus responsabilidades gracias a su colaboración publicitaria con la agencia de las Naciones Unidas para la igualdad de sexos y la emancipación de la mujer?

En estos días Benetton se está preparando para la Semana de la Moda de Milán. Es el evento más importante del año para la industria de la moda en Italia y también se presenta, con este acontecimiento, la oportunidad perfecta para recordar a esta compañía que no puede olvidarse de sus obligaciones. 

Benetton es la única gran empresa internacional con una relación directa con Rana Plaza, que aún no se ha sumado al acuerdo,  aunque sus  ganancias el año del derrumbe fueron de 139 millones de euros. Se escuda afirmando que «ya han cumplido con su responsabilidad al haber donado una cantidad de dinero», totalmente desconocida, a una organización local.

Y es que quizá confunda la caridad con la justicia, aunque son bien distintas, la primera es voluntaria y la segunda es de obligado cumplimiento. El derrumbamiento muestra una negligencia corporativa bochornosa y compensar a las víctimas tendría que ser obligatorio o, como mínimo, las compañías involucradas en esta tragedia deberían cumplir con el esquema de indemnizaciones voluntarias.

Hasta el fatal derrumbamiento de la fábrica Rana Plaza lo habitual era que cuando acontecía un desastre las multinacionales huyesen, pero en esta ocasión no les fue posible, ya que las conciencias institucionales tomaron cartas en el asunto y se pronunciaron con un necesario e ineludible  ¡Ya basta!

Por primera vez, salta a la palestra  la necesidad de un acuerdo para compensar a las víctimas. Presidido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se reunieron para ello los actores clave: el gobierno de Bangladesh, las manufactureras, las marcas internacionales y los sindicatos. Si triunfa, será un hito para mejorar la rendición de cuentas de las empresas, el monitoreo de su cadena de suministros y los derechos de los trabajadores. Si Benetton no cumple, otras compañías harán lo mismo y la posibilidad de sentar un precedente que brinde justicia a las víctimas se esfumará.

Ana I. García-Espinosa
Ana I. García-Espinosa

Para las grandes marcas, como es el caso de Benetton, su reputación y su imagen es lo más valioso, y es por ello que Avaaz.org apunta a tirar en la diana de la compañía, allí donde más le duele, para que afronte sus obligaciones con los afectados por el derrumbamiento de la fábrica. Avalados por un millón de firmas, dicha organización, pretende comunicar y exigir a Marco Airoldi, Director Ejecutivo de Benetton, su compromiso de pago y de respeto al sistema de indemnizaciones, ya que si no lo hace se va a lanzar una campaña espectacular durante la semana de la moda en Milán, que haga trizas la reputación de la compañía y que no podrá ignorar.

Y es que si, como dijera Francisco de Quevedo y Villegas«Poderoso Caballero es Don Dinero», no menos cierto es que “El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos».