Dibujo de Proceso Educativo.
Dibujo de Proceso Educativo.

Rincón del lector
Fernando Martínez (10/2/2015)
Resulta paradójico que a pesar de la importancia que parece conceder actualmente la sociedad a la crianza de los niños, no dejan de desarrollarse estructuras y elementos que dificultan este proceso. Desde el trabajo, se enfatizan los logros que la mujer ha alcanzado en el ámbito laboral, mientras se le niega la posibilidad de la maternidad, quedando su futuro profesional secuestrado por la moral empresarial imperante.

También se ha reivindicado hasta la saciedad el llamativo incremento  de cargos públicos ocupados por mujeres en diferentes instituciones, aunque no hay más que entrar en cualquier aula universitaria para percatarse de que no se corresponde su formación con la escasa presencia que el mercado laboral les ofrece. Así, la economía no solo condiciona la estabilidad de la mujer sino también su forma de afrontar la maternidad. Todo ello ha permitido que las propuestas para conseguir la conciliación laboral queden en una mera noticia de rabiosa actualidad.

Tampoco podemos olvidar el  papel que desempeña el padre en la ecuación. Aunque,  los hombres aún se sienten un poco desorientados a la hora de definir sus competencias en la relación familiar, debemos agradecer a la educación actual haber conseguido para ellos una paternidad menos orientada a la procreación.

En lo que respecta al desarrollo del niño se debe reclamar para él un espacio propio que, libre de los caprichos de la modernidad, le permita establecer con sus padres un vínculo seguro. El miedo al diferente, la obsesión por la adaptación y las evaluaciones escolares constantes han transformado el mundo subjetivo del infante en un espacio incierto, difuso e inexplorado. El vínculo que mantenga con sus padres no solo debe buscar fomentar su sociabilidad, sino que tiene que tener un claro valor de futuro. Temas como la calidad afectiva, el control de la ira y la tolerancia a la frustración tienen que permanecer presentes en la relación. La sociedad actual con sus previsiones catastrofistas ha llenado de miedo a muchos progenitores, que confusos, se pierden en la maraña de simbolismos culturales y necesidades autoimpuestas.

¿Lo estoy haciendo bien?, ¿Soy cercano con mis hijos?, ¿me implico en su desarrollo? … Las preguntas que los padres se hacen actualmente son numerosas y se acrecientan a medida que el niño se acerca a la adolescencia. La necesidad de un diálogo basado en el respeto y la comprensión se hace indispensable. Confiar el lenguaje de los futuros adolescentes a la rigidez normativa de la tecnología mutilará su habilidad para remitirse a una realidad más plástica y contradictoria, dejándolos ciegos ante los embates del tiempo. Trabajemos el presente anticipando el futuro.

Ni la sociedad ni la cultura tienen el derecho de impedir la evolución de las futuras generaciones, encuadrando a los niños en un colorido circulo vacío.

Fernando Martínez Pinés
Madrid (España)
Estudiante de 2º curso de Psicología en la Universidad CEU-San Pablo.