TRabajadores de nepalInternacional
Ana Isabel García-Espinosa (26/2/2015)
En pleno 2015 y tras varios años de abusos, miles de trabajadores inmigrantes siguen atrapados en Qatar. Esos trabajadores se encuentran en condiciones inhumanas,  explotados por jefes que les impiden incluso regresar a su país. Malviven en condiciones de esclavitud, obligados a trabajar a 50 grados bajo el abrasador sol del desierto, sin comida ni agua.  

Como consecuencia de dichas condiciones infrahumanas, el  pasado año moría un trabajador cada dos días en la construcción del multimillonario proyecto de Qatar para el Mundial de Fútbol de 2022, mientras que la presidenta de la empresa americana CH2M Hill, que es la que gestiona gran parte de dicho proyecto, «vive a cuerpo de reina» en una tranquila zona de Colorado (Estados Unidos), al margen del horror.

Los trabajadores son extranjeros procedentes de Nepal o Sri Lanka a los que se les prometen buenos empleos  pero que cuanto ponen un pie en el suelo de Qatar, sus empleadores les confiscan los pasaportes y les obligan a trabajar largas jornadas en condiciones de esclavitud y sin posibilidad de escapar.

Al igual que otros países árabes del Golfo Pérsico, Qatar tiene leyes de avales. Esas leyes son extensamente descritas como semejantes a la esclavitud moderna. El sistema de avales (kafeel o kafala) establece que una persona con intenciones de radicarse por trabajo no puede entrar al país sin un kafeel, y no puede marcharse sin el permiso del mismo, firmado con el avalador o kafeel.

El Foreign Employment Promotion Board de Nepal,  organismo encargado de indemnizar a los familiares de los trabajadores que han fallecido o sufrido un accidente en Qatar, ha informado que al menos 672 trabajadores (unas 600 familias afectadas) murieron durante los últimos cinco años en Qatar, señalando que entre enero y noviembre de 2014 murieron unos 157 de sus trabajadores por distintas  causas (paros cardiacos repentinos, ataques al corazón y accidentes de  trabajo) generadas por las pésimas condiciones de trabajo. El año anterior la cifra de muertos en ese mismo periodo fue de 168 trabajadores.

Algunos trabajadores que han logrado regresar a Nepal han relatado su «holocausto» en Qatar; cuentan que una vez llegan son alojados en campos de trabajo pequeños e insalubres donde cientos de personas conviven hacinadas compartiendo una cocina y pocos cuartos de baño. La gran mayoría trabaja de 10 a 14 horas diarias, a menudo soportando temperaturas que alcanzan incluso los 55 grados. Como consecuencia del ritmo de trabajo agotador e inhumano, muchos son incapaces de sobrellevar el cansancio y mueren a causa de un fallo respiratorio o cardíaco. Aunque las organizaciones sindicales y de Derechos Humanos vinculan estas muertes a las infrahumanas condiciones laborales, el Gobierno de Qatar las considera como meros infartos puesto que «las empresas y los países no se hacen responsables si no se demuestra claramente que existe una relación entre las muertes y el trabajo», explica Sumitra Singh, funcionario del Foreign Employment Promotion Board.

«Sabemos que las personas que trabajan largas horas a altas temperaturas son muy vulnerables a golpes de calor mortales», ha manifestado al respecto Nicholas McGeehan, el investigador de Medio Oriente de Human Rights Watch,  por lo que estas cifras siguen siendo causa de alarma para aquellos que acercan su mirada al problema, debido a que los trabajadores de Nepal en Qatar, trabajan muchas horas y  lo hacen a  temperaturas extremas, sin comida y sin agua.

Desde que el pasado 2 de diciembre de 2010 Qatar fuera seleccionado como país sede de la Copa Mundial de Futbol de 2022, la mayor preocupación de su oferta son las extremas temperaturas que presenta dicha zona durante los meses en que se realiza cada Mundial, superiores a los 40° C, aunque ellos han prometido construir inmuebles con temperatura controlada. Los cinco primeros estadios propuestos tienen previsto emplear tecnología de refrigeración capaz de reducir la temperatura dentro del estadio en 20 grados centígrados respecto a la temperatura ambiental para que los asistentes al acontecimiento deportivo y los deportistas no sufran golpes de calor mortales cuando estén sentados en las gradas disfrutando del evento o corriendo tras la pelota.

Qatar, que es la tercera mayor reserva mundial de gas natural y tiene la mayor renta per cápita del planeta, cuenta con una población cercana a los dos millones, de los cuales tan sólo 250.000 son ciudadanos, el resto de sus habitantes son extranjeros que trabajan y en la mayoría de los casos malviven allí.

Ante los datos desvelados sobre esta esclavitud que se ha dado en llamar «moderna», que se está ejerciendo en Qatar y de la cual ya muchos somos conocedores, Tamim bin Hamad Al Thani (emir de Qatar), Hassan Abdullah Al-Thawadi (secretario general del Comité Supremo de Qatar 2022) y Jacqueline Hinman ( directora ejecutiva de CH2M Hill) deberían, cada uno en el rol que les corresponde, tomar cartas en el asunto y poner freno a esta opresión, ya que el mundo no puede, ni debe participar del juego, viéndolo con buenos ojos, ni participando del mismo si no se toman las medidas necesarias para evitar los abusos.

Hasta el momento, la empresa norteamericana CH2M Hill no ha hecho nada por evitarlo y echa la culpa a los contratistas locales y a las leyes nacionales. Es cierto que en el Emirato los sindicatos están prohibidos y que no existe ni siquiera un salario mínimo, pero también es cierto que esta compañía de cuño americano es la cara pública de las obras de construcción del Mundial  y  Jacqueline Hinman,  su directora ejecutiva,  es la que realmente puede dar el primer paso para detener esta opresión. Debería asumir su responsabilidad y su posición de liderazgo para garantizar que los derechos fundamentales de estos trabajadores se cumplan también en Qatar, evitando  que se prorrogue durante otros siete años esta situación de injusticia, pavor y  muerte de la que están siendo víctimas estos trabajadores.

¿Amenazar con llevarse su negocio a otro lugar si  los contratistas locales no respetan  los derechos humanos fundamentales? ¿Por qué no? Sería una forma de negociar, entre otras, que ya  las grandes empresas conocen y aplican con éxito cuando sus intereses económicos están en juego. «El ingenio y la figura» debería ser el mismo aplicado en estas circunstancias, ya que las condiciones climáticas y los efectos de las altas temperaturas no conoce de posiciones sociales. Los efectos del calor sobre el cuerpo son los mismos para todos los seres del planeta. Por otra parte, es de esperar que una empresa americana, nacida en la «la tierra de las libertades y de las oportunidades», se sienta llamada a  exigir que los derechos fundamentales de su ejemplar Constitución de 1787 vayan de la mano, en sus negocios, allí donde estos se desarrollen, máxime cuando se es conocedora de estos abusos sufridos por los obreros emigrantes de Nepal o Sri Lanka que están construyendo los estadios del Mundial de Futbol  2022 en Qatar.

El equipo Avaaz, que se ha posicionado como la «Voz» de la conciencia mundial, y en esta ocasión lo hace en nombre de la libertad y de la dignidad humana, ha reclamando recientemente en una de sus acciones sociales, que se tomen medidas que detengan este horror, y para ello insta a los actores económicos y políticos implicados para que pongan en marcha  políticas públicas que puedan garantizar que todos los trabajadores de las obras del Mundial puedan quedarse con sus pasaportes, que se les concedan visados de salida y que se protejan sus derechos básicos y su seguridad. También se exige al gobierno de Qatar que reforme su programa de trabajadores inmigrantes y se le permita a cualquier obrero extranjero ejercer su derecho de regresar a casa si así lo desea. Estos cambios no solo tendrían un impacto drástico en la vida de los 1,4 millones de inmigrantes que trabajan en el país, sino que además generarían una confianza internacional no solo hacia Qatar, sino también hacia la compañía americana CH2M Hill.

No deberíamos sentir el placer de la libertad, mientras haya un ser humano esclavo de otro ser humano en el planeta y lo permitamos. Como ya dijo Kofi Atta Annan – Secretario General de las Naciones Unida entre 1997 y 2006 y Premio Nobel de la Paz de 2001-, «Donde existe la esclavitud, es negada la dignidad humana, y avergüenza a todos los que dicen ser misericordiosos o comprometidos con los débiles y vulnerables del mundo. Los derechos humanos no son otra cosa sino la insistencia en la erradicación de la esclavitud y de la coerción en todos los aspectos de la vida. Pero aún así, en el umbral del nuevo milenio, seguimos encontrando formas viejas, y lamentablemente, nuevas de esclavitud. Miles de personas de todo el mundo viven y mueren como esclavos en una forma u otra».