Pedro Morenés, Ministro de Defensa
Pedro Morenés, Ministro de Defensa

España
Diego Camacho (14/3/2015)
La intervención el jueves último de Pedro Morenés, Ministro de Defensa, en el Congreso, para responder a Irene Lozano, diputada de UPyD, sobre el acoso sufrido por la comandante del Ejército de Tierra, Zaida Cantera, fue de bochorno y vergüenza para cualquier ciudadano decente y de indignación y desprecio, si además eres militar, hacia la persona que está al frente de ese departamento ministerial.

Conviene recordar que el actual ministro no iba como titular de la cartera de Defensa, en la lista que presentó Rajoy al Rey después de ganar las elecciones. Iba Alberto Ruiz Gallardón, pero Juan Carlos I, al igual que hizo con Aznar, en las dos legislaturas que ganó, le obligó a cambiar de candidato. Ese borboneo
inconstitucional, consagraba así una costumbre perversa para nuestro sistema político: convertir la Defensa Nacional en un jardín privado de la Corona, es decir volver al siglo XVIII. Con esa decisión, Morenés -conocido empresario de la industria de armamento- quedaba en el puesto más idóneo para seguir contratando con su empresa y siguiendo las  pautas marcadas por el Palacio de la Zarzuela.

Este personaje se permitió hacer un gesto con el dedo en la boca para hacer callar a la diputada magenta. El rechazo generalizado de la oposición le obligó a pedir rápidamente disculpas, negando la evidencia. La imagen no podía ser más deplorable, un ministro nombrado a impulso real sin haber sido elegido como diputado en unas elecciones, tenía el descaro de mandar callar a una diputada nacional y en sede parlamentaria. El Presidente del Congreso de los Diputados al no amonestar públicamente al ministro, demostró que le pesa más su militancia que la responsabilidad aneja al cargo que ocupa.

Siendo grave lo visto en el hemiciclo, desde el punto de vista institucional, no es casi nada con el acoso que ha sufrido la comandante Zaida Cantera. Primero, sexual, por un teniente coronel condenado en firme a dos años y diez meses, y mas tarde, profesional, por la cúpula de mando, en represalia. Mientras tanto se ascendía a coronel a dos de los implicados y a general de división a otro. Así que las palabras del ministro “de mantener una política de tolerancia cero frente al acoso sexual”, en sede parlamentaria, eran solo una mentira o un desconocimiento flagrante de sus obligaciones como ministro, pues ni se solidarizó con la víctima ni respondió adecuadamente a la cuestión planteada. En su lugar acusó a UPyD de “manchar así el buen nombre de las Fuerzas Armadas”.

Quien mancha a las Fuerzas Armadas, es usted señor ministro mirando hacia otro lado y protegiendo y premiando a unos militares indignos de llevar el uniforme, UPyD ha cumplido con la misión representativa que tienen sus diputados. Es sorprendente que las diputadas del PP hayan preferido apoyar a un ministro incapaz, que defender la dignidad y la justicia que se merece la Cámara, ante una violación tan flagrante de los Derechos Humanos de una mujer.

Tomando en consideración lo señalado más arriba, en lo que se refiere al nombramiento del ministro por deseo del anterior monarca. La Corona no debería permanecer indiferente a este asunto, pues el mal desempeño de este ministro tiene su origen en una mala elección de Juan Carlos I. Si no se ciñe a la Constitución, al menos debería  asegurarse de que el elegido para el cargo es un caballero.

Lo mismo vale para los jefes y generales implicados en este asunto, si les quedara un poco de decencia hubieran solicitado ayer el pase a la reserva, yo me avergüenzo de ellos, de unos por lo que han hecho; de otros por su cobardía al no hacer nada.

N. de la R
El autor es Coronel del Ejército y Licenciado en Ciencias Políticas.