Ángel Gabilondo
Ángel Gabilondo

España
José Luis Heras Celemín (1/5/2015)
En medio, “Tú me estorbas, yo te guardo”, la parábola de Pitágoras. Y un emparedado de salmón que olía a ministro de justicia.

El último día del mes de abril, el juez Carlos Lesmes, que es Presidente del Tribunal

Supremo y del Consejo General del Poder Judicial, presentaba en el Hotel Ritz, de la Plaza de la Lealtad, a la Fiscal General del Estado Consuelo Madrigal, en presencia del ministro de justicia.

A la misma hora y cerca de allí, en la Plaza de Las Cortes, la escultora Cristina Iglesias hacía lo propio en el Hotel Palace con Ángel Gabilondo, que es el independiente que el PSOE presenta como candidato para presidir la Comunidad Autónoma madrileña. Allí estaban, acompañando unos y dejándose ver otros, dos ex presidentes de Gobierno (Felipe González y Rodríguez Zapatero) y la mayor densidad conocida de ex ministros de Gobierno de España por metro cuadrado de moqueta. 

Entre ellos, por casualidad de la toponimia y del callejero madrileño, (también es cosa la de los nombres) la Plaza de Neptuno. Allí, equidistante entre las plazas, “Lealtad” y “Cortes”, la escultura en piedra al atlético Dios Neptuno, hijo mayor de Saturno y hermano de Júpiter, que gobierna aguas y mares y cabalga sobre dos caballos blancos.

Alrededor, bullicio y jaleo. Los que se producen cuando se solapan dos actos importantes, con demoras y no pocos enredos por: La seguridad, vigilancias y contra vigilancias de los nombrados, Los “seguratas” de emplazados, reclamados o esperados. Y la identificación de asistentes y testigos de la prensa que (virtudes teologales las suyas) darían fe del acto con caridad y esperanza sin medida.

En la Plaza de la Lealtad, se esperaba que los representantes de la Fiscalía y la Justicia, con mayúsculas, se ocuparan de la actuación del Ministerio Fiscal en la causa contra Rato. Y lo hicieron: “La actuación estaba fundada, los indicios eran sólidos, las sospechas objetivas…Tanto el fiscal jefe de Madrid como yo estábamos en la misma idea de que por la índole de los delitos, en principio, no sería necesaria la detención”, diría la fiscal.

Pero el ´caso Rato´ debió ceder protagonismo a las atronadoras declaraciones del Ministro de Justicia, Rafael Catalá, sobre la información en casos judiciales. Éstas habían explotado con estruendo en mentideros y medios. Y se propagaban, propalaban y hasta desfiguraban en declaraciones de todos, desde Carlos Floriano en el PP (suavizándolas) hasta el mismo Llamazares (en retirada hacia Asturias). Además, Socialistas, Convergentes, Peneuvistas, dos veces la mitad del Grupo Mixto, y algunos de nombre aún por componer (Upeideitas, Ciudadanoitas).

También el juez Lesmes y la fiscal Madrigal, con mayúsculas, debieron atender el tema:
Los excesos en la información “deben corregirse más por la autorregulación y por un ejercicio responsable de la profesión de los periodistas que por la vía de la represión… Lo reprobable es que la filtración la realice “el servidor público, funcionario, juez o fiscal”. Los periodistas “cumplen con su deber informando y, por lo tanto, cuando se cumple con el deber informando no se puede cometer infracción”, diría Lesmes.

Sería bueno que los periodistas se atuvieran a sus propios Códigos Éticos. “La libertad de Expresión y sus límites están claros en la Constitución”. Existe una instrucción de la Fiscalía para regular cómo practicar detenciones, resguardar al detenido de la curiosidad pública y evitar los perjuicios que una pena de telediario produce en “la honra y los bienes del detenido”, opinaría la fiscal Madrigal.

En el mismo acto, la cita filosófica de la parábola de Pitágoras: La Libertad le comenta a la Ley “tú me estorbas”. Y la Ley le contesta a la Libertad “yo te guardo”.

Al otro lado de Neptuno, en el Palace, los estorbos y las guardias, también presentes, tenían otro cariz: A Zapatero no se le había dado sitio y hubo que habilitar uno deprisa en la Mesa Principal. El candidato a la alcaldía de Madrid, Carmona, que escaso de afectos había mantenido el tipo, no fue saludado ni citado en público hasta que se marchó (a hacer pre campaña en la agencia EFE dijo alguien); ese fue el momento usado por Gabilondo para hacer notar su ausencia.

Era el turno del candidato Gabilondo que, alegría de la huerta, comenzó con una confesión: “El sábado 21 de febrero a las doce del mediodía, dije sí”, a ser candidato del PSOE y a un desafío colectivo y necesario. Dos meses después vuelvo a decir sí, tomando distancia y, con algunos “noes”, proyectos para Madrid sin estereotipos ni tópicos, y con una escala de valores en la que “cada quien cumpla su quehacer público”. Después: Madrid culto y diverso. Patrimonio Cultural. Puestos de trabajo en energías renovables. Limpieza. Salud pública. Desequilibrios territoriales. Universidades, investigación y cultura. Museos. Y una Consejería de Cultura.

“No he venido a desgranar el programa” concluyó un apartado en que  esbozó ideas tras la pregunta “Qué me ha traído aquí?”: Medidas para abordar problemas ciudadanos. Desahucios y Viviendas públicas. Invertir 400 millones para recuperar talento. Desarrollo de niños, jóvenes y adultos sin recursos. Estado Social y de Derecho en un Estado de bienestar. “No me presento como empresario de los empleados públicos”, porque “un gobierno no es una gestoría”. Trabajaré para que haya claridad. Vigilancia en hospitales. Auditorías. Nadie delante de nadie. No hablar por las mujeres. Servicios Sociales. Tasas universitarias caras. 25.000 plazas de educación infantil y 8.000 profesores más. Quien tenga más que pague más. “Mi pasión es la moderación”. 

Después, un agradecimiento moderado: “Agradezco al PSOE  que ha pensado con un punto de insensatez que yo puedo hacer algo para mejorar Madrid. Aquel sí de febrero es ahora el sí de abril”. Y la cita culta con Sócrates, Alcibíades y Maquiavelo: “Si quieres gobernar la ciudad, aprende a gobernarte a ti mismo”. 

Sus contestaciones a preguntas merecieron el comentario de una mujer de TVE: “Todo el mundo está mirando de reojo. No se moja en nada. Anda por las nubes. Gabilondo no remata”.

José Luis Heras Celemín
José Luis Heras Celemín

Terminaron el acto los dos ex Presidentes de Gobierno socialistas a quienes Nueva Economía Fórum dio la palabra:

Felipe González.- Como era y es, a diferencia de Gabilondo, rematando: Dijo que venía de Marraquech donde hablaba de Averroes y fijó conceptos. Uno de ellos, laudatorio, “Admiro el compromiso de Gabilondo, no mercenario, a cambio de nada”. Otros, a modo de instrucciones: Recuperación del valor de la palabra que dura más que la piedra, Vocación de diálogo para ver la razón del otro (de cara a unas elecciones como las previstas). Si algo hemos perdido de los valores de la Transición es la voluntad Consenso.

Rodríguez Zapatero.- También como era y es, un elogio confuso: Sincero, bonhomía, tiene la virtud de que lo que dice se parece bastante a lo que es. Después algunas ideas de las suyas: Las haciendas de las Comunidades Autónomas como elementos de cohesión social. Igual de género.

Al acabar, sobre la mesa, premonición o no, estaban las pilas gastadas que alguien había desechado por otras nuevas.

En una fuente quedaba un único emparedado de salmón: pan, salmón y pan. Un cámara lo miró, no vio el pedacito de pez y, antes de rechazarlo, comentó “Esto huele a algo”

“Puede que a ministro de justicia” –le contestó una mujer.

“Compañera, tienes razón, el bocata de salmón huele a ministro de justicia” –dijo alguien.