José Manuel González Torga
José Manuel González Torga

Sin Acritud…
José Manuel González Torga (13/10/2015)
Trataré de apuntar una traba añadida a la investigación periodística que, aunque pase bastante desapercibida, entorpece el ejercicio de la libertad informativa. Precisamente, además, con el agravante de que viene imponiéndose en asuntos relevantes para la opinión pública, pero que alguien trata de ocultar.

Me refiero a la exigencia, entiendo que arbitraria y espuria, de la acumulación de tres fuentes de la máxima credibilidad, como contraste de hechos y datos en general, buscados por aquellos que representan al Periodismo de investigación. Las tres fuentes habrán de estar protagonizadas por personas fiables, sin intereses directos en el tema abordado y sin conexión  entre ellas.

No se plantea algo similar, en cambio, para la información ordinaria y hasta interesada que facilitan quienes montan Ruedas de Prensa. Ni, por supuesto, para las informaciones que ofrecen los Gobiernos, pese a que es sabido que, ocasionalmente, no dicen la verdad.

El célebre periodista estadounidense “Izzy” Stone afirmaba en diversas comparecencias públicas: “Recuerden sólo tres palabras: los Gobiernos, mienten”. El cronista irlandés de colmillo retorcido, Claud Corkburn, proclamaba: “Nunca te creas nada hasta que lo nieguen oficialmente”. Javier Solana, a raíz de ser nombrado Alto Representante  de la Unión Europea para la Política Exterior aseguraba  que “lo más importante casi nunca aparece publicado”. Aporto esos tres testimonios para no quedarme corto por no llegar al trío en opiniones de autoridad; pero habría muchas más perlas para el adorno.

Las tres exigencias de fuentes redundantes –exigencias al cubo- tratan de justificarse en aras del rigor. El rigor en la búsqueda de la noticia es bueno. La triple exigencia, no.

¿Cuándo surge esa pretendida exigencia que está a favor del ocultismo y frena pesquisas periodísticas? En tiempos tan cercanos históricamente como los del Watergate.

Convendrá recordar que el periódico que tuvo la primera filtración sobre el caso Watergate fue el  New York Times; aunque, bien es cierto que renunció a  investigar.

El Washington Post, después, arrostró el riesgo y tuvo enfrente nada menos que a la Casa Blanca y a la CIA. Se tenía que atar muy bien los machos y por eso estableció, en tales circunstancias, la necesidad de contar con tres fuentes, o más incluso, que reafirmaran sus pasos en las averiguaciones llevadas a cabo.

La realidad fue que los reporteros del Post, guiados en parte por “Garganta Profunda” (Mark Felt, número 2 del FBI), aportaban noticias auténticas. Por el contrario, la Casa Blanca, desmentía y, para hacerlo,  mentía. Pero, pese a todo, el periódico no las tenía todas consigo, dado el poder al que se enfrentaba.

Cayó Nixon, al final,  como un nuevo Goliat, derribado por el David periodístico.

Pero queda una herencia que no se ha tomado a beneficio de inventario, como debió hacerse y nos llega un legado con saldo deudor. Lo recogen profesores de Periodismo sin  experiencia de trabajo en los medios y, lo que es más grave, jueces y magistrados que encuentran una referencia fácil, puramente numérica, elevada indebidamente a categoría de aforismo.

Paradójicamente, la trinidad de fuentes no rige para la información más cotidiana, de cuantos cuelan a los  medios,  de rondón,  noticias más interesadas para las fuentes que interesantes para el público; pero sí es enarbolada, curiosamente, cuando se indaga sobre asuntos vidriosos que alguien con poder trata de evitar que salgan a la luz.

Espero que, al menos algunos, recuerden la legendaria película sobre el sensacionalismo, titulada “El gran carnaval”, de Billy Wilder. El atorrante reportero que encarna Kirk Douglas tilda al director del diario de Alburquerque, en Nuevo México, de desconfiado porque, para evitar que se le caigan los pantalones utiliza cinturón y, además, tirantes, o viceversa. Luego, el nuevo fichaje para su equipo de Redacción le meterá en el caso de amarillismo llevado al extremo, antes de abandonarle.

La seguridad exigible no se combate colocando albarda sobre albarda.

Creo, pues, que esa herencia debe ser recibida, efectivamente, a beneficio de inventario. Y administrada con racionalidad. Superada incluso cuando tres fuentes no nos proporcionen la suficiente garantía de veracidad. Sin embargo, cuando una sola fuente o la primera confirmación nos aporten la certeza indispensable, la exigencia triple estará actuando como un impedimento indeseable para la libertad de información. Como una especie mutante de censura.

N. de la R.
Este texto corresponde a la intervención de nuestro colaborador habitual y presidente de ACPI (Asociación de Corresponsales de Prensa Iberoamericanos), José Manuel González Torga, en la jornada que organizó el pasado 8 de octubre la Asociación de Corresponsales de Prensa Extranjera (ACPE) en Madrid, con la colaboración de Reportarte Noticias y Comunicación, bajo el título de “Encuentro de Corresponsales ENACPEN 2 2015”.