ChileChile
Pedro Godoy P. (3/3/2016)
Nadie concibe un sistema escolar distinto al existente. La imaginación pedagógica es nula. La rutina impera en la testa de los docentes. La trayectoria de nuestra educación es un túnel. Se estima que entre más largo, mejor. Por eso se abomina de la profesionalización temprana. La luz se ve sólo cuando se efectúa una Reforma. Como la palabra está gastada y para evitar otra rebelión estudiantil Bachelet promete una Revolución. No sorprende, pues cada gobierno ensaya la propia. Después… otra vez la oscuridad. A lo anotado se añade la “copiomanía”, dicho de otro modo, el calco de teorías o de experiencias forasteras.

Antaño se aludía a Dewey y a Kernchesteiner así como a Makarenco y Pinkevic. Hoy se cita a Piaget, Feuerstein y Vidorski. Ello mientras otros colegas discuten sobre «conductismo» y «constructivisno».  En el XIX se remeda el modelo francés y alemán. En el XX el norteamericano. Hubo quienes -durante la presidencia de Allende– intentan imponer el de la RDA con la ENU. Durante los dos primeros gobiernos, después de 1990, se plagia el modelo español. Pese al fracaso del pantógrafo ya hay quienes miran a Finlandia. Todo una pantomima para aplicar el lema del Gatopardo: «todo debe cambiar, para que siga igual».

No se repiensa el sistema, sino sólo se muda de gurúes e importan modelos de recambio. Requisito: provengan de Europa o EEUU. Hay resistencia a captar que lo educativo es un proceso neutro y no panacea. Dicho de otro modo, hay «educaciones que benefician y otras que dañan a un país». Su bondad o nocividad depende del norte que se le imponga. La “educacionitis” es drogadicción sobre todo para los estratos populares. Matricularse en la Universidad y obtener el diploma de  profesional -y a cualquier precio- es obsesión de millones de familias modestas.

Esa aspiración se contempla fácil, pues el sistema fiscal por demagogia y el privado por lucro ofrece «nivelaciones». Antes -en la secundaria- están los «cuatritos filántrópicos» y las promociones automáticas.. Crece la cobertura mientras la calidad declina. El presupuesto aumenta y aumenta. ¿Para qué? Recuerdo a Lampedusa y nuestra incompetencia para intentar una reingeniería de la estructura escolar. Solo imaginamos como posible este vetusto edificio de tres pisos cuya única escalinata conduce a la Universidad convertida  en fábrica de cesantes con diploma.

N. de la R.
El profesor Pedro Godoy P. es miembro del Centro de Estudios Chilenos CEDECH.