Carlos Fabra y su hija Andrea
Carlos Fabra y su hija Andrea

España
Alejandra Durrell (21/4/2016)
Carlos Fabra, angelito él, se ha visto beneficiado con el boleto de la suerte de conseguir el tercer grado penitenciario tras una estancia en la cárcel que debemos considerar benévola, de acuerdo a los hechos por los que fue acusado, juzgado y sentenciado.

La concesión del tercer grado lo ha sido en contra del criterio de la secretaría general de Instituciones Penitenciarias. La Junta de Tratamiento de la prisión de Aranjuez en la que está ingresado desde diciembre de 2014 y la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, se han manifestado en contra de esa concesión.

Sin embargo, la jueza  del Juzgado número 3 de Madrid, María del Prado Torrecilla, que le ha concedido el tercer grado considera que el expresidente de la Diputación de Castellón y del PP de la misma ciudad,  ha “evolucionado favorablemente” y que el riesgo de reincidencia es, asimismo, mínimo.

Otras consideraciones de la jueza es que Fabra “ha abonado su responsabilidad civil, que tiene una condena corta, más de 70 años y poco riesgo de reincidencia”. Con la concesión del tercer grado tendrá que dormir de lunes a jueves en alguno de los CIES, y el fin de semana puede dormir en su domicilio.

La condena a Fabra lo es por defraudar 700.000 euros a Hacienda, aunque se libró de las sospechas de cohecho y tráfico de influencias que gravitan  sobre él, a causa de la denuncia del empresario Vicente Vilar, que le acusó de pedirle importantes cantidades de dinero a fin de “interceder” en la venta de los productos que fabrica. Pero la Justicia consideró que tales acusaciones no estaban debidamente probadas.

Fabra, los premios de lotería, la jueza de Vigilancia Penitenciaria y el ¡qué se jodan!
Fabra
es un hombre afortunado, pues ganó 2,2 millones de euros en premios de lotería  entre los años 2000 y 2011. También tuvo suerte en el retraso de diez años para que su causa fuera a juicio. En ese tiempo el asunto pasó por 9 jueces y 4 fiscales.

La lotería también le debió tocar a su hija Andrea Fabra, que durante años trabajó para el PP de la levantina, más tarde fue senadora y desde 2008 diputada nacional por Castellón, aunque vive en Madrid. Pero la sentencia de su padre y cierta metedura de pata en el Congreso hicieron que no fuera en las listas en las últimas elecciones generales.

La metedura de pata consistió en un grito desgarrador: ¡que se jodan!, en el transcurso de un debate parlamentario sobre el desempleo en España. Más tarde pidió disculpas, pero el daño estaba hecho.

La jueza que ha concedido el tercer grado a Fabra, fue sancionada en 2003 con 7 meses de suspensión por presionar a una compañera de Vigilancia Penitenciaria para beneficiar al ex banquero Mario Conde.

Todo muy escabroso, por no decir otra cosa.