Vladimir Putin, Presidente de Rusia.

Internacional
Espacios Europeos (11/4/2017)
El mundo está atravesando una situación muy tensa que podría acabar en un conflicto armado en el que, sin proponérselo, se pueden ver enfrentadas las grandes potencias. El cerco a Rusia por parte de la OTAN-Estados Unidos, que han dispuesto tropas y toda clase de armas en las fronteras de varios países que formaban parte del Pacto de Varsovia, el acoso a Corea del Norte, en el que participan, además de Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, además de la fuerte tensión que se vive en Siria e Irak, son algunos de los “puntos calientes” que enfrentan a Rusia, China e Irán, por un lado, y Estados Unidos y Reino Unido por otro. Francia deambula entre el seguidismo y ciertos rasgos heredados de Charles De Gaulle, aunque se inclina cada vez más por la primera opción. El resto de países de la OTAN son meros seguidores de los dictados de Washington, con la excepción de Alemania, que de vez en cuando, matiza o protesta las decisiones del Imperio.

Hoy mismo se ha producido una de esas “matizaciones”. La canciller Angela Merkel mantuvo un diálogo telefónico con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en el que trató de convencerle de que debe colaborar con Rusia, bajo el amparo de la ONU para llegar a un acuerdo que solucione –o al menos aminore- el conflicto sirio.

Durante la conversación entre Putin y Merkel, la canciller alemana le hizo ver a Trump que hay que hacer todo lo posible para avanzar en el proceso de estabilización política, pero siempre –dijo Merkel“bajo los auspicios de la ONU». Eso es, al menos lo que ha hecho público, Steffen Seibert, portavoz del gobierno alemán.

Según Seibert, la participación de Rusia en ese supuesto “proceso político de transición» es fundamental, ya que la canciller alemana cree que es la única forma de conseguir “una Siria pacífica y estable sin Assad al timón». Propuesta harto dificultosa, pues Rusia es ante todo partidaria de la permanencia de Al Assad en el poder.

Ígor Konashénkov, portavoz del gobierno ruso expuso, asimismo, los criterios de Rusia, que se centran sobre todo en la exigencia de que Estados Unidos muestre pruebas de que ha sido Siria la que bombardeó con armas químicas en la localidad de Idlib.

Para complicar la situación, hubo otro diálogo –éste algo más bélico-, en este caso entre Trump y la Premier británica Theresa May, a la que el mandatario estadounidense puso al tanto de la amenaza que representan para el mundo, los regímenes de irán y Corea del Norte.

Putin ha anunciado las posibles “provocaciones” que se puede producir con “armas químicas en otras zonas de Siria” -entre ellas la capital, Damasco-, a la vez que ha exigido que se investigue a fondo el incidente de Idlib y cuantos puedan producirse.

Estas declaraciones las ha hecho Putin, tras la reunión mantenida con el Presidente de Italia,  Sergio Mattarella. Putin manifestó que el apoyo europeo al ataque contra la base aérea de Shayrat, en Homs, en la que EE.UU. lanzó unos 60 misiles Tomahawk, se debe a que los gobiernos europeos quieren congraciarse con Donald Trump al que criticaron antes y después de la campaña electoral.