Los Reyes de España, Sofia y Juan Carlos, visitan Guinea Ecuatorial.

Guinea Ecuatorial/España
Xavier Montanya (21/4/2017)
La trama española de la corrupción en Guinea es una serie de reportajes de investigación que explora otro foco de corrupción: Guinea Ecuatorial, ex colonia española, un reducto intocable que oculta la trama corrupto tejida por un pequeño grupo de españoles y la familia de Teodoro Obiang Nguema, la mafia que gobierna ese país desde la independencia. Dado que, en este caso, el dinero que tapan bocas y compran voluntades no parece, por ahora, que puedan terminarse de golpe propiciando la vendetta y la delación, vale la pena relatar los indicios de corrupción que existen.

Es muy difícil investigar a fondo este enredado mundo de intereses corruptos. Es un mundo secreto, muy cerrado, amparado en la oscuridad y el silencio, un terreno pantanoso, coto, controlado por muy pocos, siempre los mismos y sus discípulos y descendientes. Los conocedores del tema y varias fuentes autorizadas quieren permanecer en el anonimato. La información de Guinea fue declarada materia reservada hace muchos años, y aunque ahora no debería serlo, los archivos oficiales hay mucha información vetada respecto al pasado, y casi nada de valor informativo respecto al presente. Quedan, sin embargo, las hemerotecas y las confidencias contrastadas de muchas personas cercanas al tema. La corrupción es visible, pero deja poco rastro probable. De momento. La censura y la autocensura impiden la investigación. Hay miedo. Por física, miedo a las represalias, miedo a perder relaciones y privilegios.

El pecado original
El colonialismo fue el pecado original. La explotación económica colonial, básicamente controlada por la mano derecha de Franco, Carrero Blanco y su círculo de comerciantes e industriales, entre los que también había vascos y catalanes, era un grupo de elegidos, amparado por el nacionalcatolicismo misionero y el estado franquista. Guinea era su finca. Carrero otorgaba concesiones y España, a menudo, compraba las mercancías a un precio superior al del mercado internacional. Una estafa a dos bandas. El enriquecimiento de unas cuantas familias españolas, empresas y bancos, a costa de la esclavitud del pueblo guineano y el expolio de sus recursos.

Así era antes, con el colonialismo. Así es ahora, con la independencia
Ahora, sin embargo, quien otorga concesiones, recibe sobornos y compra voluntades no es el Almirante Luis Carrero Blanco, sino el teniente coronel Teodoro Obiang Nguema, formado en la Academia Militar de Zaragoza, y jefe de una mafia familiar procesada internacionalmente por corrupción, blanqueamiento de dinero y apropiación de dinero público en EEUU, Francia, España, Holanda y Suiza. Los grandes perjudicados, como siempre, son los guineanos, cerca de un millón de habitantes, de los cuales dos tercios viven por debajo del índice de pobreza y sufren represión, insalubridad, y constantes vulneraciones de los derechos humanos.

Guinea es un terreno vedado de siempre, una tierra muy rica en recursos naturales, petróleo y gas, que ha atraído, y atrae, todo tipo de gánsteres, pícaros y estafadores. El grupo es reducido y selecto, aunque, a veces, se han infiltrado sospechosos habituales de todo pelaje. Entre los históricos, hay Félix Millet, encargado de las plantaciones familiares de cacao y saxo de los ‘Banana Boys’, o Francisco Paesa, que le vendió un banco imaginario al primer presidente de la República independiente, Francisco Macías.

El golpe de estado de Obiang
En 1979, el golpe de estado de Teodoro Obiang, que ejecutó a Macías, su tío, inauguró una nueva etapa. España vertió millones y millones de pesetas en ayuda y cooperación. Corruptos de aquí y de allí se asociaron. Fue un pozo sin fondo donde desaparecían millones y millones de pesetas y también los contenedores de la ayuda alimentaria y sanitaria. Hubo una Valencia-Connection, vía el embajador y amigo de Adolfo Suárez, el valenciano José Luis Graullera. Paco Roig, ex-Presidente del Valencia CF, y hermano de Juan Roig, propietario de Mercadona, se hizo amigo de Obiang, se forró, y huyó del país dejando una deuda millonaria. Como veremos más adelante, entonces pasaban cosas muy bestias. La monja catalana Carmen Samaranch, que podría haber denunciado los fraudes de la ayuda que no llegaba a los guineanos pero que se vendía en Gabón o en Camerún, murió asesinada y nunca nadie lo ha querido investigar.

De aquella época, se explican todo tipo de historias. Que gracias al dinero de un proyecto absurdo para construir un molino hidráulico en Guinea, donde no hay trigo, se construyó un hotel en Sevilla, por ejemplo. O que el dinero de la cooperación se duplicaba cambiando en el mercado negro. O que Trinidad Jiménez vivió en Guinea como directora de la UNED (1990-92), para hacer compañía a su marido, el entonces cónsul, Julio Herraiz España. Vía valija diplomática, el hombre sacaba del país estatuas de arte barroco, para venderlas en el mercado negro de Bruselas. Parece que el cónsul conseguía las obras de arte prometiendo una ampliación de becas a los alumnos guineanos de antropología de la UNED, que conocían a fondo todo el territorio. Aquel matrimonio se rompió en el trópico, pero, ella, con los años, y nada es casual, llegaría a Ministra de Asuntos Exteriores y Cooperación. Su ex fue destinado a Israel, y uno de los becarios es hoy Embajador de Obiang en el Vaticano.

También se han acercado personajes como Mario Conde que, al salir de la cárcel, hacía de lobbista de Obiang con su revista MC, que montó con el ex director de ‘Ya’, Javier Bleda. Un columnista estrella de la publicación era Ricardo Pardo Zancada, ex comandante del ejército, uno de los protagonistas del intento de golpe de estado del 23-F.

O el constructor Francisco Hernando Contreras, alias ‘El Pocero’, que fue a Guinea de la mano del ex ministro José Bono, tras el fracaso de Seseña, y que terminó denunciando el gobierno de aquel país en el Banco Mundial. También se ha publicado que la policía y el CNI investigaban una posible trama de blanqueo de dinero de los Obiang alrededor del llamado ‘Pequeño Nicolás’. Y ya hace tiempo que Eduardo Tamayo, el socialista tránsfuga, protagonista del ‘tamayazo’, se pasea por Malabo y Bata haciendo negocios.

Finiquitado el fraude del ladrillo en España, muchos han exportado la técnica en Guinea, ampliándola, también, a otros ámbitos de la creatividad capitalista.

El febril negocio del ladrillo y las construcciones fantasmas
La familia Obiang se ha dedicado a múltiples actividades lucrativas y recreativas: desde el narcotráfico internacional, el tráfico de armas y el blanqueamiento de capitales, hasta coleccionar joyas, obras de arte, propiedades de lujo en todo el mundo, yates y coches de gama alta. De hace unos años, quizás a imitación de sus socios españoles, se han lanzado febriles al negocio del ladrillo. Construyen hoteles de cinco estrellas, puertos, carreteras, edificios de oficinas de lujo, chalets, etc., y una ciudad totalmente nueva en la selva de Mongomo: Oyala.

Como pasó aquí, muchas de estas obras, una vez terminadas, se convierten construcciones fantasmales, ya que no hay suficiente actividad de ningún tipo en el país para sacar provecho. Un claro ejemplo son los aeropuertos de Mongomeyén y Corisco, que una vez construidos, se ha visto que son del todo inútiles. A menudo, las infraestructuras nuevas se van abandonando por falta de mantenimiento o inactividad. El negocio, como ocurría aquí, consiste en construir, vender y revender adjudicaciones, y cobrar sobornos y comisiones. El futuro y la utilidad de estas infraestructuras no sólo es incierto, sino que no les interesa lo más mínimo.

En la época colonial los motores estatales del lobby hispanoguineano eran Presidencia del Gobierno, el Almirante Carrero Blanco, y su sección Dirección General de Plazas y Provincias Africanas del general Muñoz Grandes. Con la independencia, estos dos centros de poder han sido sustituidos por el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, con la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI), y la Dirección General para el Magreb, África, Mediterráneo y Oriente Próximo. En estos despachos y, sobre todo, fuera de ellos, se ha ido creando una trama de relaciones de influencia fomentadas por personajes peculiares, y reincidentes, que ligan empresas, particulares, fundaciones y empresas de consultoría o think tanks con la mafia familiar de Obiang, que controla todos los recursos y los proyectos del país. Cabe decir, que las comisiones y los sobornos, al igual que aquí, son el aceite que hace funcionar toda la maquinaria en dos direcciones: en beneficio de la familia Obiang y, también, los lobbistas y empresarios españoles.

En España el soborno a funcionarios extranjeros para obtener licencias y contratos es delito; como lo es, en caso de ser funcionario en activo, el cobro de comisiones ilegales para hacer de intermediario para que empresas españolas obtengan contratos en el exterior. Por ello, ha sido procesado el político Gustavo de Arístegui (PP), que no ha tenido tiempo de sacar rendimiento al tinglado que tenía montado en Guinea Ecuatorial, lo que, al parecer, otros como Miguel Ángel Moratinos (PSOE) y José Bono (PSOE), retirados de la política activa, sí están haciendo.

El triángulo Obiang-PP-PSOE
Hoy no se puede decir que sean un solo lobby organizado como tal, pero sí el triángulo Obiang-PP-PSOE existe y que la sombra de Duran (Josep  Antoni Durán i Lleida), asiduo de los viajes oficiales para rendir vasallaje a Obiang, hay planeado por encima alguna vez. Además de Bono y Moratinos, fuentes bien informadas, apuntan también las nombres de José Manuel Soria (PP), y califican de aspirante a J. L. Rodríguez Zapatero (PSOE). Y con la boca pequeña, todo el mundo señala, también, y algunos, por encima de todos, Juan Carlos de Borbón, rey emérito, y sus socios internacionales. Los árabes, en particular.

¿Moratinos?, ¿Bono?, ¿el Borbón?, ¿Soria?, ¿Zapatero? ¿Durán?…. Si algún día aparece toda la información, los grandes, y millonarios, despachos de abogados que amparan a los corruptos, podrán quizás conseguir reducirlos la responsabilidad de corrupción -lo estamos viendo cada día en la política española y catalana- pero no los podrán eximir de enriquecerse haciendo negocios con una mafia cleptócrata, procesada internacionalmente. Ni de reforzar en el poder a un dictador, asesino y torturador, que se ha enriquecido obscenamente, robando a su pueblo y condenándolo a la miseria. ¿Qué tiene que ver la democracia con los derechos humanos?, dice Obiang. ¿Qué tiene que ver mi negocio con los derechos humanos?, pensarán nuestros prohombres del lobbismo hispanoguineano.

Fuente.  Diario Utamboni.