¿Quién es el culpable?

Sin Acritud…
Claudio Chifa (6/12/2017)
Tanto en las series de televisión como en la vida real la ciencia forense juega un papel importante en todo el proceso legal, tanto que los fiscales se empiezan a quejar del llamado efecto «C.S.I» donde los jurados esperan ver pruebas forenses en todos los casos. El problema es que no todas las ciencias forenses son tan fiables como nos hemos acostumbrado a creer.

Un informe publicado por «National Academy of Sciences» encontró que muchas «ciencias forenses» no cumplen con los requisitos fundamentales de la ciencia. Otro informe del año pasado explica que los peritos a menudo exageran el valor de su evidencia y que se exceden demasiado vistiendo la evidencia mucho más allá de lo que la ciencia pertinente puede justificar.

No es que toda la ciencia forense sea mala, pero demasiado a menudo su fiabilidad es peligrosamente exagerada. A diferencia de las series de televisión, análisis como las de marca de mordida, ADN, huellas o marcas, e incluso evidencias digitales no son tan fiables como nos hemos acostumbrado a creer. Si pensamos que en un caso de mucha relevancia podemos tener mínimo dos abogados, más un jurado deseando «consumir» o que se les presenten una prueba forense, prueba o ciencia sobre la que no tienen los suficientes conocimientos para siquiera determinar qué es de verdad relevante para el caso, o que incluso la propia ciencia en si se puede poner en duda y que el experto ante esa presión, o por orgullo profesional, adorna más de lo debido el valor o la relevancia de la prueba, el daño puede ser enorme.

Hay que diferenciar entre fuerzas y cuerpos de seguridad, laboratorio y peritos, y mantener una distancia entre los tres. Los tres deben de trabajar por separado y de forma independiente y que cada uno procese la prueba y devuelvan resultados por separado. Sin embargo, muchos laboratorios y sobre todo peritos trabajan estrechamente con la policía conociendo los detalles del caso en que están trabajando, lo que puede perjudicar su trabajo incluso de forma inconsciente.

A veces no es un fraude intencionado, sino más bien algo mucho más inadvertido, provocado por la sensación de que eres parte de un equipo y de que tú eres parte de los cuerpos y fuerzas del estado y quieres cazar al tipo malo. Pero eso no es el trabajo ni de laboratorios ni de peritos. Se supone que son neutrales. Si un árbitro de línea celebrara con el equipo ganador la victoria tendríamos algunas preguntas serias del tipo ¿por qué has escogido un lado y durante cuánto tiempo has estado inclinando la balanza?

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