¿Recogerá el dueño del can la caca de su perro?

España
Alejandra  Durrell
(18/1/2018)
Se suele dice que una persona es guarra o marrana si va sucia o desaseada, vamos, que no usa ni abusa del jabón y el agua. Pero yo, en mi andadura de otear lo que sucede y acontece en Galapagar, me ha percatado de los estropicios que algunos seres –menos mal que es una minoría- causan con su comportamiento contra el resto de sus congéneres.

Guarros y marranos son los cerdos o puercos, mamíferos doméstico, de cuatro patas cortas, cabeza grande, cuerpo grueso y con abundantes cerdas,  orejas caídas y hocico chato. Se cría y ceba para aprovechar su carne y grasa. Se dice que del cerdo se aprovecha todo, hasta sus andares.

Pero no vamos a tratar de esos animales, ni de las personas que se les asemejan por su pestilente olor o desaseo. No, que va, voy a tratar de otro tipo de guarro. Me refiero a las personas que actúan de forma grosera o con malas o aviesas intenciones, que sólo piensan en su propio beneficio. Todo lo demás le importa un bledo.

Ese tipo de marrano, guarro o cerdo, al que me refiero, es un ser sumamente curioso. Sociólogos y antropólogos no han llegado a tipificarlo con exactitud. Se suele encontrar tanto en grupos de aparente cultura –más bien formación académica-, y de nivel de ingresos por encima de la media. Aunque los hay, incultos y de bajos  emolumentos. Incluso, los hay que se encuentran en la obsolescencia programa, o sea jubilados.

Otra característica de estos especímenes es que suelen moverse en vehículos de cilindrada bastante aceptable y portar jubones de marca. Aunque, también los hay que carecen de lo uno y lo otro.

Curiosamente todos ellos, me refiero a la tipología de cerdos, guarros y marranos, aparentan vivir en sociedad, pero solo eso. Pues tras esa apariencia, no suelen respetar las más mínimas normas de comportamiento cívico.

Me explico con algunos ejemplos: algunos de esos seres suelen pasear canes (perros o perras), la mayoría de las veces con correa y otras –como sus congéneres les importan un comino-, pues no. Da lo mismo si el can es agresivo, manso o dócil. Eso sí, las deposiciones o cagarrutas de sus canes, perros o chuchos, quedan esparcidas por las aceras sin el menor miramiento.

Ellos, los amos de esos pobres canes, no se molestan en recoger la ñorda, cacas, excrementos o pura mierda. Más de un pobre viandante, en su mayoría niños o personas de avanzada edad, acogen, sin quererlo ni proponérselo,  tales cagarrutas en sus zaparos.

Si por mala suerte te tropiezas con uno de esos seres, no se te ocurra avergonzarle su conducta. Puedes ser diana de insultos, vilipendios o vaya usted a saber.

Parece ser que nuestro digno y excelentísimo Ayuntamiento tiene unas normas que penalizan tales conductas antisociales, pero que un servidor sepa no ha sabido de que tal sanción haya recaído sobre alguno de esos incívicos ciudadanos.

Y hablando de incívicos ciudadanos, he detectado que una inmensa mayoría de ellos, tienen una peculiaridad o singularidad que les asemeja. Y es que suelen depositar, aparcar, su vehículo, donde les place, sin mirar o tener en cuenta si lo hacen en un “paso de cebra”, encima de la acera o, ¡es cierto!, en plena carretera.

Si lo dudan dense un garbeo, vuelta o paseo, por el Supercor de La Navata, o en las cercanías de la calle Picasso y en la carretera comarcal en la misma zona. Los domingos y fiestas de guardar, sobre todo por la mañana, es un espectáculo que nos muestra el nivel de incivismo y poco respeto por los demás.

Comprar el periódico, tomarse un cafelito, una pizza o recoger un medicamento no debe ser justificación, obstáculo, cortapisa o valladar, para aparcar mal, dejar la caca del perro en la acera y otra serie de actos antisociales. Al contrario, establecimientos como la Farmacia Sol, que es un sol; el estanco, donde aparte de amabilidad y buen servicio, se encuentra de todo; y la Pizzería con abundantes tipos de pasta, merecen que los que allí acuden –y más que deben ir- se sientan cómodos, sin tener que estar esquivando heces caninas o cuidando su físico no sea que se lo malogre una maniobra peligrosa, contraria al Código de Circulación, de un desaprensivo conductor o conductora.

Buscar un hueco para aparcar, no hacer maniobras peligrosas o meter las cacas en la bolsita de plástico no debe ser algo inusual, esporádico o de mala gana.

Querido, alcalde, don Daniel, agarre el manipulo o bastón de mando con fuerza y aplíquelo. Todos se lo agradecerán, incluso las arcas municipales.

Hasta la próxima.