Nuestros mayores.

España
Espacios Europeos (20/8/2018)
Aunque parezca mentira, en España hay más de 430.000 personas mayores de edad que tienen serios problemas de acceso al agua corriente. En España hay 1.596.675 personas mayores de 65 años que viven en viviendas consideradas de “vulnerabilidad residencial extrema”, con importantes deficiencias como es el acceso al agua corriente, a la calefacción, hacinamiento y otros tipos de accesibilidad, según un estudio elaborado por el Observatorio Social de ‘la Caixa’.

De acuerdo con los datos aportados por ese estudio, el 20,1% de los ancianos españoles vive en condiciones precarias, entre las que destaca la falta de calefacción, no disponer de ascensor, el hacinamiento, etc.

El estudio, ‘Envejecer en casa. ¿Mejor en el pueblo o en la ciudad?’, elaborado por la socióloga Irene Lebrusán Murillo sostiene que “es mejor envejecer en municipios muy pequeños o en ciudades muy grandes, mientras que en las ciudades medias hay un mayor porcentaje de personas mayores que sufren acumulación de problemas de gravedad”.

Entre esos problemas graves, podemos señalar la carencia de servicios sanitarios en casa. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística, en España hay más de 40.000 personas que no disponen de un cuarto de baño o aseo dentro su vivienda. 1.740.376 personas mayores de 65 años no disponen de ascensor; y 5.289.113 con problemas de accesibilidad general a ciertos servicios. Estas carencias las tiene el  96,4% de este sector de población, que vive en su casa de “siempre”, en la que quiere permanecer durante la vejez. Sin embargo, el 3,6% restante no padece ese tipo de carencias ya que vive en residencias, en algún tipo de institución o en casa de sus hijos u otros familiares.

La decisión de permanecer en la “vivienda de toda la vida” beneficia la salud y el bienestar de las personas mayores, aunque se encuentren en estado de “dependencia”. La acumulación de problemas afecta a la calidad de vida de las personas mayores, razón por la que en el estudio se aboga por “corregir estos problemas para garantizar una vejez autónoma y de calidad”.

Como resumen, el estudio concluye que las carencias en las viviendas afectan sobre todo a personas de edad avanzada, que ven “acelerada la vulnerabilidad generalmente asociada a la vejez por las malas condiciones o carencias de su vivienda”.

Sin duda el estado físico de esas personas aumenta, lógicamente, esas carencias.