Obiang Nguema Mbasogo, junto a la Primera Dama, en el funeral por Adolfo Suárez

Obiang Nguema Mbasogo, junto a la
Primera Dama, en el funeral por Adolfo Suárez

Mi Columna
Eugenio Pordomingo (1/4/2014)
La página de Internet del Gobierno de Guinea Ecuatorial muestra en su portada, como era de esperar, la noticia de que Teodoro Obiang Nguema ha acudido, invitado por el Gobierno de España, a los funerales de Estado por el ex presidente Adolfo Suárez. Y lo hace con este titular: “El Presidente de la República asiste al funeral de Estado de Adolfo Suárez”. El texto de la noticia hace referencia a que el presidente guineano estuvo acompañado por la “Primera Dama de la Nación, Constancia Mangue de Obiang”, resaltando que ha sido “el único Jefe de Estado presente en esta ceremonia”.

Obiang y a su lobby buscaban una imagen del dictador abrazando al Rey Juan Carlos, o al menos un apretón de manos con Mariano Rajoy, pero no pudo ser. El protocolo de Moncloa y Zarzuela, así como los servicios de seguridad españoles estuvieron alertas para que nadie que no fuese de su confianza grabase o fotografiase nada. De momento no quieren fotografías con el dictador.

El encuentro entre el monarca y Obiang tuvo lugar en el interior de la Catedral de la Almudena. Y así lo relata la página del gobierno guineano: “S. E. Obiang Nguema Mbasogo fue saludado dentro de la catedral por el Rey Juan Carlos I, y ocupó junto a la Primera Dama un lugar de honor en la primera fila de invitados internacionales”.

Ayer, la Catedral de Santa María la Real de la Almudena estaba plagada de traidores, expertos en las recomendaciones que Nicolás Maquiavelo hizo a todos aquellos que querían detentar el poder o mantenerlo si ya lo tenían. Muchos de los asistentes al funeral habían tratado de acabar con el fallecido cuando lideraba la UCD y era Presidente del Gobierno; y otro (Teodoro Obiang Nguema), que ni le dejó aterrizar en el aeropuerto de Malabo, al que rodeó de bidones de gasolina, cuando en 1992 le llevaba un plan para acometer la Transición en Guinea Ecuatorial.

La presencia del dictador guineano en el funeral ha sido criticada, aunque no lo suficiente. Críticas que debían haberse extendido a todos aquellos que desde 1979 contribuyeron a segarle la hierba a Adolfo Suárez, pero ya se sabe, ahora no debe tocar.

El desprestigio de España y la pérdida de influencia de nuestro país es más que evidente. Una prueba de ello la tuvimos ayer  en el funeral de Estado por el presidente Adolfo Suárez. Eso sí, toda la clase política estuvo presente, nadie quiso perderse el acto y de paso salir en la foto. Algo inédito, inusual, los 17 presidentes autonómicos estuvieron presentes.

El gobierno ha explicado a hurtadillas que no pudo hacer nada por impedir la presencia de Obiang en los funerales, pero no es cierto. En el tejemaneje de que Obiang pudiera asistir al funeral,  PSOE y el PP han estado de acuerdo. Prueba de ello es que los socialistas, a pesar de su discurso de cara a la galería, no van a llevar a cabo ninguna iniciativa parlamentaria para pedir cuentas al gobierno.

Por si fuera poco, hoy Obiang ha declarado ante las cámaras, al término de su disertación, en Bruselas, que ha sido el Rey de España el que ha influido para que asista en el Instituto Cervantes a impartir una conferencia: “Quiero agradecer a su Majestad el Rey de España, que sé que ha influido para que pueda venir hoy aquí”, dijo.

Obiang ha conseguido una vez más que España agache la cerviz y haga lo que a él le apetece y sirva a sus intereses, en este caso asistir al funeral de Estado, e impartir una conferencia en el Instituto Cervantes. Llegué, vi y vencí, dijo César.

Hoy no toca escribir de lo desacertado de haber permitido al sátrapa de Obiang Nguema mofarse de España y de los españoles; hoy no toca escribir del error de no haber controlado los inmensos fondos que durante la presidencia de Adolfo Suárez, y después, llegaron a Guinea Ecuatorial; hoy no toca tratar sobre el Banco Guinextebank ni de los empresarios, políticos y “fontaneros monclovitas” que se beneficiaron.

Tampoco toca hablar de cómo en diciembre de 1981, el entonces presidente Leopoldo Calvo-Sotelo abandonó precipitadamente Guinea Ecuatorial hastiado de la presión a la que le sometían las fuerzas de seguridad del dictador guineano; hoy no toca hablar de lo que aconteció siendo Felipe González presidente del Gobierno de España, cuando los guardaespaldas de Obiang Nguema entraron en Moncloa armados hasta los dientes. Julio Feo, jefe del gabinete de González, contó algo en un libro.

Tampoco toca hablar ni escribir –al menos hoy- de los intereses turísticos de políticos populares y socialistas.

De todo ello (y del gas y el petróleo) hemos hablado y escrito, pero habrá que profundizar aún más. Hoy, como digo, no toca.

¡Viva la Marca España, Majestad!