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Eduardo Paz Rada (20/4/2014)
En el contexto de los procesos de liberación nacional y de búsqueda de horizontes de construcción socialista y comunitaria, los gobiernos nacionalistas y antiimperialistas de América Latina, entre ellos el de Bolivia, tienen como prioridades históricas conseguir la autosuficiencia en alimentos, vestido y vivienda, impulsar políticas de industrialización y empleo productivo, dotar de los medios de vida esenciales a los pueblos y solucionar las demandas de servicios básicos para la población más necesitada, sobre la base del esfuerzo endógeno y el uso coherente de los excedentes procedentes de la explotación de los recursos naturales.

La Agenda Patriótica 2025 lanzada por el gobierno incorpora estos objetivos y lo que corresponde es que, para alcanzar esos resultados dentro de una década, se adopten de urgencia acciones inmediatas, más aún si se toma en cuenta que las fuerzas políticas y económicas restauradoras de un orden neoliberal se mantienen en actividad constante, esperando activar sus mecanismos de influencia y poder para revertir el proceso.

Los mecanismo legales e institucionales que facilitan la presencia de los tentáculos del imperialismo a través de las transnacionales petroleras y mineras, de la banca y las finanzas, de organismos como el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se asocian a los poderosos medios de comunicación nacionales e internacionales buscando desestabilizar los procesos iniciados en el inicio del siglo veintiuno. Estos medios, sobretodo los que responden a las cadenas mundiales de televisión, los de redes sociales digitadas y los que se apoyan en nuevas tecnologías, emiten y desarrollan mensajes alienantes de consumismo sin medida, violencia diaria, morbo y descrédito a los gobiernos progresistas, de esta manera condicionan fuertemente a la población y orientan prácticas y comportamientos que se reflejan en la vida cotidiana.

Así, los desafíos actuales se encuentran tanto en aspectos materiales de la producción, el trabajo o la administración soberana de las riquezas, como en simbólicos que se manifiestan en los valores y los mensajes y discursos. La dependencia y dominación no es, ni ha sido, solamente un asunto de colonización económica y política sino, y sobretodo, de colonización mental y pedagógica que han utilizado las metrópolis para domesticar y someter a los pueblos del Tercer Mundo.

La historia de nuestros países está marcada por la explotación de las materias primas para beneficio de las potencias en coincidencia con el debilitamiento del Estado Nacional y del Mercado Interno, con un discurso de supervaloración del librecambio y la liberalización económica y política. Ante esto corresponde recuperar plenamente el rol fundamental del Estado, en coordinación con los proceso de integración y unidad de América Latina.

En el actual momento de crisis capitalista, sobretodo en los centros hegemónicos de Europa y Norteamérica, a pesar de la emergencia de otros polos como China y la India, los ciclos del capital pueden afectar a nuestras economías, ante lo cual corresponde orientar adecuadamente una política proteccionista con el uso de los recursos no renovables, especialmente la renta petrolera y minera, en una perspectiva sostenible en el desarrollo y producción de recursos renovables, en la industria, la agricultura y la agroindustria y no en el despilfarro y el consumismo desmesurado de productos suntuarios (automóviles de lujo, construcciones millonarias, viajes, gastos fuera de lugar y otros).

Es una responsabilidad del actual gobierno determinar como se van a utilizar los millonarios recursos procedentes de la exportación de gas, minerales y soya y las reservas del Banco Central, fomentar la industrialización y la agricultura campesina y proteger la producción interna poniendo mayores aranceles a la importación de productos suntuarios y frenar la corrupción y el clientelismo. Esto debe ir paralelo a la profundización de la conciencia nacional, la politización de la sociedad y el debate de los grandes temas nacionales e internacionales.

 Sin duda se ha avanzado en los ámbitos sociales, económicos, culturales e internacionales, sin embargo existe un estancamiento, condicionado por las potencias y las trasnacionales y por sectores del propio gobierno, en las políticas que frenen a las empresas imperialistas y a las tendencias que buscan dividir el país. Junto al desafío de ganar las elecciones a fin de año, están los de fortalecer la movilización popular, desarrollar acciones para avanzar en la revolución productiva endógena y consolidar el estado Nacional y el Mercado Interno.

 N. de la R.
Eduardo Paz Rada
es sociólogo boliviano, escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.
Este artículo, que también se puede ver en Patria Grande, se publica con la autorización de su autor.