Wert y Rajoy
Wert y Rajoy

España
Ana I. García-Espinosa (21/9/2014)
De nuevo el ministro de Educación saca la tijera y  recorta por segunda vez consecutiva las becas ¿A que juega señor Wert y compañía? Una vez más, se da una vuelta de tuerca que facilita la salida hacia ningún lado a los jóvenes que quieren estudiar y formarse para un futuro digno. ¿Hacia dónde les quieren llevar usted y el equipo ejecutivo que dirige este país?

Es más que probable que con sus soluciones sacadas de la chistera y con sus “buenas intenciones” estén llevando hacía la desesperación y al “nini-nihilismo” a muchos de ellos, que  han deseado y luchan por un futuro  y que ustedes se empeñan en arrebatarles.

No voy a hablar de cifras ni de porcentajes, que ya están publicados, pero si voy a exteriorizar una reflexión que me asalta e inquieta desde hace tiempo y que con cada iniciativa de este gobierno, se aviva con más fuerza, como ahora con la última bajada de cuantías destinadas a becas.

Veo  y escucho cada día a jóvenes desesperados porque no saben ya qué salidas tomar y qué hacer con sus vidas. Quieren estudiar y formarse para ese futuro que los padres le mostramos durante años. Un futuro en el que la “meritocracia y el esfuerzo siempre te llevan a buen puerto”. También hablo con jóvenes preparados, muy preparados, que quieren trabajar porque quieren llevar la vida para la que se han preparado y solo encuentran trabajos por horas, a lo sumo por unos meses y mal pagados ¿Cómo podemos hacer planes de futuro así? Se preguntan algunos. Otros están llegando a la certeza de que no hay un  futuro, un futuro digno para ellos, acorde con sus previsiones y esfuerzos y muchos otros están cayendo en la apatía y depresión.

La camarilla política, traidora, heredera de esta “democracia” otorgada, dice actuar en nuestro beneficio en esta crisis, que apesta a creada a instancia de los intereses económicos de los poderes fácticos. Lo que percibimos día a día, desde hace ya demasiado tiempo es que se está asfixiando a la ciudadanía que les votó y que confiaron  en que actuarían acorde a sus discursos pre-electorales.

Sí, digo que asfixian, porque así se sienten muchos ciudadanos que están perdiendo todo. Asfixian y lo hacen sin cámaras de gas, lo hacen lentamente, paso a paso, con una sonrisa cínica que se vislumbra en cada uno de sus actos, en sus discursos vacíos de buenas intenciones y utilizando sus medidas de recortes. Podríamos echar la vista atrás y recordar que los cementerios, señores ministros,  a lo largo de la historia están pavimentados con “las buenas intenciones” de hombres y mujeres que han sido muy malos.

Demasiados de nuestros jóvenes han tenido que emigrar con una preparación que muchos de ustedes, “los políticos de la casta” desearían tener para sí, dejando atrás su país, a sus amigos, a sus familias, para conseguir un trabajo precario y en muchos casos en condiciones indignantes, vamos lo que la señora Fátima Bañez ha calificado cínicamente de “movilidad geográfica”. La verdad es, señora ministra de Empleo, que para emigrar hay que moverse geográficamente, no hay otra forma de hacerlo, y yo le diría -si la tuviera frente a mí- que no hace falta que nos la cuelen envuelta en papel de regalo y con lazo, pues ya somos mayorcitos para creer en los reyes magos. Eso sí, nos encantaría que fuese usted la que se movilizara geográficamente, en las mismas circunstancias y condiciones que nuestros hijos y luego nos contara su experiencia vital.

Los que han decidido luchar por su futuro, quedándose aquí, al lado de su familia, a la que valoran tanto como ustedes en sus manifestaciones en defensa de la familia, no tienen fácil ni encontrar trabajo ni estudiar. Los primeros, porque el paro sigue creciendo gracias a una Reforma Laboral que no protege al trabajador y permite trabajos basura que denigran más que dignifican y debido también a las “magnificas congestiones mentales” de nuestros dirigentes políticos, que todavía no se han estrenado en ninguna iniciativa productiva que beneficie a la ciudadanía.

Los segundos, porque cada año es más difícil poder matricularse y formarse profesionalmente por múltiples razones que algunos de nosotros ya estamos sufriendo y que todos ya conocemos en mayor o menor medida. Si por una parte, las tasas universitarias han subido escandalosamente en las universidades públicas. Si por otra parte, la economía de la mayoría de hogares ha ido decreciendo considerablemente durante los últimos años, debido a las bajadas salariales y a los despidos de alguno o de todos los miembros de la familia, ya sea a causa de despidos improcedentes o por vía  de EREs, extintivos o suspensivos, por trabajar con contratos basura o por haberse visto abocados al cierre de sus negocios familiares por la crisis. Y  si a lo anteriormente expuesto  añadimos la subida de impuestos como IVA, IBI, subida de luz, gas, etc. Pues yo les diría, que algo de santos tenemos, porque hacer falta hacer milagros para salir adelante en estas condiciones y no morir o suicidarse en el intento. También tenemos algo de mártires,  al no estallar una revolución como la francesa de 1789 o a la de Rusia de 1917.

Si hasta ahora era milagroso poder dar estudios a los hijos, pues en contra a lo declarado por el señor Wert, el dinero destinado a las becas vuelve a descender por segundo año consecutivo en 75 millones de euros y las posibilidades  de estudiar para las familias decrecen.

Además de los impedimentos económicos existen otras “trabas” en el camino de la formación de los jóvenes, ideadas para hacerles abandonar los estudios, pues no se corresponden con una selección real de los mejores. En algunas universidades, sobre todo en el caso de las Ingenierías, existen asignaturas con niveles de aprobados en torno a un 5% o menos del aula y esos niveles denotan no sólo un fracaso estudiantil sino también una muy mala calidad en la docencia por que o bien no saben o no quieren transmitir los conocimientos al alumnado, utilizando unas prácticas didácticas a veces cercanas al cine mudo, a muchos profesores ni se les oye ni se les entiende.

Es sorprendente que alumnos que durante toda su vida estudiantil han tenido un expediente académico excelente y que han superado las pruebas de acceso a la universidad con notas muy altas, motivo por el que se les permitió entrar en carreras técnicas, ahora empiezan de pronto a suspender masivamente.

Yo le diría al señor Wert que en lugar de hacer la vida insoportable a los estudiantes, recortando en 75 millones menos el dinero para becas y llevando a cabo iniciativas de entorpecimiento al desarrollo del capital intelectual y científico de nuestro país, empiece a controlar que es lo que está pasando en la Universidad, y sobre todo en Ingenierías, especialmente con el profesorado que “imparte las clases”. Es posible que haya que reciclar a algunos eminentes profesores que en no pocos casos son ávidos investigadores y fracasan a la hora de enseñar, de transmitir los conocimientos a sus pupilos, pues estamos corriendo el riesgo de que ese conocimiento se lo lleven a la tumba y  como dijo Freud, todos tenemos una deuda simbólica con las  generaciones que nos suceden.

Administrar el país para el que han sido elegidos por votación democrática les queda grande, primero porque han demostrado que no son buenos gestores o no lo han querido ser por primar sus intereses económicos personales y segundo porque la ciudadanía ha demostrado una madurez política e intelectual que ustedes no esperaban. ¡Vaya, les hemos salido rana! Demasiados «curritos» con estudios y buena preparación.

Para su desgracia, ya no somos aquel pueblo retratado en la obra “Los Santos Inocentes” de Mario Camus, donde las palabritas del señorito obnubilaban y nublaban la vista del siervo. Demasiados abogados, demasiados economistas, demasiados políticos jóvenes de nueva generación que quieren mejorar el país donde nacieron, demasiados periodistas comprometidos, demasiada gente preparada y con espíritu crítico… ese es el talón de Aquiles del bipartidismo que nos ha maltratado y engañado durante tantos años.

A veces caigo en la tentación de pensar y creer que los poderes fácticos, políticos y económicos, quieren acabar con el sistema educativo público y con ello  condenar  a la juventud de los pobres, que cada vez lo son más, al desconocimiento, evitando así  en lo posible ese espíritu crítico que se ha despertado y de ahí esas trabas… y después pido perdón por ser tan mal pensada.

N. de la R.
Ana I. García-Espinosa es Licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.