espacioseuropeos.com (11/12/2009)soldados-colombianos
La incursión militar que el Ejército colombiano llevó a cabo en  territorio de Ecuador en marzo de 2008, contra miembros de las FARC, desató una importante crisis entre Colombia y sus vecinos venezolanos y ecuatorianos, cuyos efectos todavía son patentes. Recordemos que en aquella operación militar fue abatido Raúl Reyes, uno de los jefes de la guerrilla colombiana.

Ecuador y Venezuela siempre han acusado a Estados Unidos de haber prestado apoyo a Colombia en esa incursión en territorio ecuatoriano. Pues bien, ahora se ha sabido de forma oficial que el ataque contó con el apoyo indirecto de militares estadounidenses,  destacados en la base de Manta, en Ecuador.

Así lo afirma un informe elaborado por la Comisión de Transparencia y Verdad, según la cual la incursión en territorio ecuatoriano de las fuerzas militares colombianas no hubiera sido posible sin la ayuda de la «inteligencia» de EE. UU.

A causa del ataque militar colombiano murieron 25 personas, entre ellas el segundo comandante de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), Raúl Reyes. Como consecuencia del ataque, Ecuador expulsó al embajador de Colombia en Quito y abandonó la cooperación militar con Estados Unidos, destinada a luchar contra  el narcotráfico.

En la crisis diplomática que se abrió tras adentrarse las tropas colombianas en territorio de Ecuador, terció el presidente de enezuela, Hugo Chavez, con unas duras declaraciones contra el Gobierno del presidente colombiano, Álvaro Uribe.

Poco después, el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, acusó a Colombia de haber violado territorio ecuatoriano en contra de la legislación internacional, a la vez que pedía «la inmediata convocatoria a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la Comunidad Andina de Naciones (CAN)», para que se estudiase  la situación.

De acuerdo con las declaraciones del mandatario ecuatoriano, los guerrilleros de las FARC que fueron encontrados por el Ejército de Ecuador «descarta cualquier versión en el sentido de que fue una persecución «en caliente» y en legítima defensa, contrariando la versión oficial colombiana»;  «fue una masacre», aseguró por entonces el Presidente Correa.