Raquel Sánchez Bujaldón (29/2/2008)
La primera y fundamental condición para que exista un Estado es que otros actores internacionales lo reconozcan. En ese caso, Kosovo es un Estado en toda regla, pues cuenta con el reconocimiento de los miembros más fuertes de la Unión Europea (Francia, Reino Unido, Italia y Alemania) y de Estados Unidos. Pero, ¿alcanza este reconocimiento para que Kosovo comience su andadura independiente? ¿Hace viable al Estado kosovar el respaldo occidental?

TAL Y COMO SE VENÍA ANUNCIANDO, el Parlamento de Kosovo declaró el pasado domingo 17 oficial y unilateralmente la independencia de la provincia de Serbia.

Nosotros, los líderes elegidos democráticamente por nuestro pueblo, proclamamos a través de esta declaración que Kosovo es un Estado soberano e independiente. Con este escueto texto, se anunciaba en una sesión extraordinaria del Parlamento kosovar el sentir unánime de los diputados presentes, entre los que no se hallaban, por cierto, los once representantes de las minorías, incluidos los serbios.

Una ausencia que a nadie sorprendió, por más que Hashim Thaçi, primer ministro de la ya antigua provincia serbia asegurara que el nuevo Estado será una república democrática, multiétnica y no discriminatoria, en clara alusión a los más de cien mil serbios que viven en Kosovo, cuyo éxodo en masa ofrecería una imagen al mundo bochornosa para Pristina pero definitiva para Belgrado: “la independencia “supervisada” suscita que existen ciertos obstáculos para que la andadura en solitario pueda implementarse”.

La primera y fundamental condición para que exista un Estado es, incluso antes que la autoridad y soberanía, que otros actores internacionales lo reconozcan (pensemos en Taiwán). En ese caso, Kosovo es un Estado en toda regla, pues cuenta con el reconocimiento de los miembros más fuertes de la Unión Europea (Francia, Reino Unido, Italia y Alemania) y de Estados Unidos.

¿Alcanza este reconocimiento para que Kosovo comience su andadura independiente? Es decir, ¿hace viable al Estado kosovar el respaldo occidental? Existen diversos factores que ponen este hecho en cuestión. Factores jurídicos, económicos, políticos y sociales que obligan, cuanto menos, a plantear la independencia kosovar como una continuidad y constatación de su dependencia del exterior.

INDEPENDENCIA CONTRA VIENTO Y MAREA
Oficialmente se ha preferido hablar de independencia supervisada. Un concepto un tanto contradictorio bajo el cual subyacen dos ideas: por un lado, desde el punto de vista del término, una independencia supervisada implica que la libertad total no se alcanzará nunca –al menos a medio plazo–, sino que se disfrutará de manera parcial y/o puntual. Por otro lado, dicha independencia supervisada implica que Kosovo seguirá dependiendo de la ayuda exterior. Es decir, la misma situación que ha caracterizado durante los últimos ocho años al séptimo y último Estado surgido del desmembramiento de la antigua Yugoslavia.

En cierta forma, esa supervisión suscita también que existen ciertos obstáculos para que la andadura en solitario pueda implementarse desde el mismo momento en que anuncia su intención de hacerlo. Efectivamente, los hay; unos de iure, otros de facto.

VIOLACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL
Respecto a los primeros, es ya conocida la Resolución 1244 del Consejo de Seguridad de la ONU, “Los principios del Derecho Internacional exigen el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, en el caso de Kosovo, se identifican los derechos humanos con el derecho a la autodeterminación” dictada en 1999 y en base a la cual las tropas serbias de Milosevic consintieron abandonar Kosovo, pues dictaminaba que, aún trasladándose una misión especial a la provincia, ésta seguiría formalmente bajo soberanía serbia.

Es precisamente a esta resolución a la que Belgrado ha venido apelando desde que la independencia kosovar se presentaba ya como inminente, denunciando la violación de la soberanía territorial que constituía el apoyo de ciertos países occidentales.

También viola la propia Carta de las Naciones Unidas y la Declaración de Helsinki, sendos documentos que reflejan el compromiso de Inviolabilidad de las fronteras y el respeto a la Integridad territorial de los Estados. Del mismo modo, viola los principios y valores de la Unión Europea (proceso negociado, Estado de Derecho, respeto a los derechos humanos y a la integridad de las minorías…). Esto es, se trata de una independencia en contra del Derecho Internacional y del Derecho Europeo.

¿DERECHO A LA AUTODETERMINACION?
Los principios del Derecho Internacional exigen el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, en el caso de Kosovo, se identifican los derechos humanos con el derecho a la autodeterminación.

“La existencia de mafias y grupos contrabandistas han hecho de Kosovo un auténtico enclave de corrupción y exportador de todo tipo de tráficos ilegales”. Este derecho de libre determinación de los pueblos nacionales no coloniales exige ser tratado en pie de igualdad con el resto de la población del Estado, pero no supone el derecho a la independencia, ni siquiera a un régimen autonómico.

Pese a todo, ha pesado más la idea de que la independencia era inevitable. Dos pueblos y un mismo territorio. No hay convivencia posible. Y, de algún modo, pese a que no se ha expresado tácitamente, la independencia de Kosovo es causa directa de la represión de Slobodan Milosevic. Es decir, se premia a los kosovares, en tanto que se castiga a los serbios.

UN ESTADO DESESTRUCTURADO ANTES DE NACER
La independencia de Kosovo se presenta como un auténtico desafío por las actuales circunstancias que definen al nuevo Estado. Un Estado desestructurado antes de nacer. Económicamente, Kosovo no podría funcionar sin la generosa ayuda de Bruselas, pues durante estos casi nueve años de administración provisional la recuperación económica no ha dejado de ser un objetivo difícilmente alcanzable.

La tasa de desempleo estriba entre el 50 y el 80 por ciento de la población (según zonas y edades). La existencia de mafias y grupos contrabandistas han hecho de Kosovo un auténtico enclave de corrupción y exportador de todo tipo de tráficos ilegales. La pobreza es la norma, incluso un porcentaje alto de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Cierto es que posee riqueza mineral, pero carece de industria para desarrollar el sector.

La esperanza, pues, de Pristina recae sobre Europa; y no se equivoca, la UE ya anunciado que destinará mil millones de euros a Kosovo los próximos dos años.

NEPOTISMO Y CORRUPCIÓN
El brazo político y burocrático no se halla exento tampoco de corrupción; el nepotismo constituye una práctica general, derivada en parte del carácter de la sociedad albanokosovar, estructurada en un sistema de clanes, donde los partidos políticos se basan en alianzas familiares y estrechamiento de manos, reforzando así la rampante corrupción y la deficiente administración, como asevera el analista Juan Garrigues. “¿Por qué castigar a la Serbia de hoy, democrática y respetuosa del Derecho Internacional, por los actos cometidos por la Yugoslavia de los 90, obcecada en su propia tragedia y la de su gente?”. Ello sin mencionar el estatus que ocupan muchos de sus representantes políticos, que, al igual que ocurre en otros sectores de la sociedad, como el educativo, pasaron de formar parte de la resistencia a Belgrado a representar políticamente la voluntad de los ciudadanos: tal es el caso del propio primer ministro, Hashim Thaçi, antaño líder de la guerrilla ELK (Ejército de Liberación de Kosovo), transformada casi del día a la mañana con auspicio internacional, en el Partido Democrático de Kosovo (PDK), cuyo liderazgo ocupa desde el principio el propio Thaçi.

Resulta oportuno decir aquí que aquellos miembros del ELK que no se adhirieron a la práctica política pasaron a engrosar las fuerzas de seguridad de Kosovo, en sus vertientes policial y militar. Es decir, nunca rindieron cuentas ante la justicia. Por otro lado, los abusos denunciados por parte de las minorías de Kosovo, durante estos casi nueve años, han sido recogidos por diversas ONG sobre el terreno. Lamentable es también la situación de los derechos humanos, en especial de las minorías y las mujeres.

Human Rights Watch denuncia los problemas irresueltos e incluso agravados en estos años de administración provisional (organizada tras la intervención de la OTAN en 1999), entre los que destacan el sistema penal inadecuado, la violencia doméstica y otros abusos contra las mujeres, las dificultades para el retorno de refugiados y desplazados (un hecho denunciado en múltiples ocasiones por ACNUR), la situación apremiantes de las comunidades romaní, ashkali y egipcia (cuya participación en la vida pública es inapreciable), la inadecuada vigilancia y la deficiencia de las instituciones internacionales en el terreno.

¿EXISTE PRECEDENTE?
El tan nombrado Plan Ahtisaari constituirá la base sobre la que se asentará el proceso de independencia. Respecto a dicho proyecto, conviene decir que es tan optimista como utópico. Atendiendo a aspectos tales como los derechos de las comunidades, la descentralización en pro del buen gobierno, la transparencia, la sostenibilidad y eficacia fiscal, el sistema de justicia… Implementar todos los mecanismos que propone el Plan no sólo implicaría años y años; también buena parte de las arcas europeas.

“La independencia de Kosovo sólo se explica entendiendo a la ex provincia como un lastre que pesa ya demasiado a la comunidad internacional”. Y sin embargo, en el Plan Ahtisaari se va a basar esta independencia. Tal vez convendría tener presente también el Informe de 2007 del enviado especial, en el que afirma que la génesis del conflicto de Kosovo se halla en las políticas opresoras de Milosevic. De acuerdo, pero, entonces, ¿por qué castigar a la Serbia de hoy, democrática y respetuosa del Derecho Internacional, por los actos cometidos por la Yugoslavia de los 90, obcecada en su propia tragedia y la de su gente? Por otro lado, ¿acaso la independencia de Kosovo no viene a dar en parte la razón a Milosevic? No en vano, un Kosovo independiente consagrará indudablemente una separación entre serbios y albaneses.

Los interesados en la independencia, responden a las voces que hablan de precedente que el de Kosovo es un caso especial. Desde luego. Como también es cierto que en España hemos sido testigos de las celebraciones de los partidos nacionalistas (triunfo de la libertad, denominó el Partido Nacionalista Vasco –PNV– a la independencia kosovar). Abjasia y Osetia del Sur ya han manifestado abiertamente, y con toda lógica, su deseo de independencia al estilo Kosovo.

En definitiva, la independencia de Kosovo sólo se explica entendiendo a la ex provincia como un lastre que pesa ya demasiado a la comunidad internacional.

Pero no nos engañemos: Kosovo va a seguir reclamando la atención y la dedicación internacional. No será de otro modo. Y si los peores pronósticos se cumplen, y Serbia no acepta la zanahoria de Bruselas (cede con Kosovo y estarás más cerca de entrar), la inestabilidad volverá a ensombrecer el cielo de los Balcanes.


N. de la R.

Raquel Sánchez Bujaldón es Editora Jefe de la Fundación Safe Democracy. Ha realizado un Master en Relaciones Internacionales y Comunicación en la Universidad Complutense de Madrid y es Licenciada en Periodismo por la misma Universidad. Ha colaborado con diversos medios españoles, como el diario ABC, la agencia de noticias Europa Press y el Diario Información (Alicante). Este artíuclo se edita gracias a la gentileza de la autora y de Safe Democracy.

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