Diego Camacho López-Escobar  (19/5/2010)diego-camacho
La gestión del gobierno, en estos años de ZP, es decepcionante. Al iniciar su mandato, le tranquilizaba Jordi Sevilla diciéndole «no te preocupes que en dos tardes te pongo al día de todo lo que necesitas saber de economía». No sabemos si logró darle las dos clases o si el aprovechamiento fue deficiente. Lo único cierto es que la gestión presidencial en ese campo es manifiestamente mejorable y que el señor Sevilla tuvo que irse a su casa. Tampoco sabemos, si le pagó las clases.

Las cifras de paro, endeudamiento y solvencia revisten una gravedad desconocida hasta ahora. Lo que sorprende es que en nuestra situación, el Estado siga despilfarrando en lugar de emplear eficazmente los escasos recursos disponibles, objetivo principal de la Economía. El Presidente y su coro, en vez de suprimir el gasto público no productivo e innecesario, de agilizar el crédito a las PYMES y de dar ejemplo de austeridad; ha preferido hacer otras dos cosas: subir los impuestos, de manera abierta (IVA) y de manera encubierta (combustibles) y volver a anunciar que ya hemos tocado fondo. El encarecimiento de la vida no revertirá en la reanimación de la actividad económica y por lo tanto no creará empleo. Servirá para pagar los plazos de la deuda y para seguir subvencionando la «no actividad». En cuanto a las previsiones presidenciales, carecen de credibilidad, pues ZP ha llevado el cántaro a la fuente demasiadas veces y siempre ha vuelto sin agua.

La actuación del PSOE en su presión, abierta y encubierta, contra el TC y contra el TS, la primera a causa del Estatuto de Cataluña y la segunda por defender al juez Garzón en su procesamiento por prevaricación, es sencillamente inadmisible y la permisividad del Consejo de Ministros con su partido verdaderamente obscena. Si la justicia funciona mal, hay dos responsables directos: los partidos que han gobernado, que poco a poco han ido quitando la independencia a los jueces y a los fiscales para lograr así sentencias favorables en casos más que dudosos; y los jueces que han sido incapaces de aguantar la presión del Poder y consagrar su independencia como uno de los requisitos necesarios para que España conociera por fin la democracia, en su lugar han preferido medrar y hacer carrera.

Que ZP y sus muchachos se planteen ante la eventualidad de una sentencia no deseada, en uno u otro caso, aplicar la «ley del embudo» como la norma suprema de nuestro ordenamiento, deja dos cosas claras. La primera el desprecio hacia el ciudadano no socialista, los que lo son viven en la obediencia ciega salvo honrosas excepciones. La segunda es el escaso valor que concede este partido al Estado de Derecho y a la democracia. No es posible defenderlos y actuar de la manera que lo están haciendo. Quizás pretenden que España se oriente políticamente hacia una democracia popular, como la que hubo en la URSS o como la que hay en Cuba. No es ese el tipo de democracia que queremos.

La política gubernamental contra el terrorismo es más de lo mismo aunque en diferente ámbito: previsiones presidenciales erróneas, excarcelación de etarras, apoyo político a organizaciones pantalla de ETA, respaldo internacional a Batasuna, Venezuela nos toma el pelo, desaparición de etarras bajo vigilancia… en resumen, pérdida de la iniciativa política y de la credibilidad. Un planteamiento inicial erróneo no es modificado cuando los hechos  demuestran que no es válido, en su lugar el voluntarismo presidencial se empecina en continuar con la misma estrategia y en consecuencia hundirse aún más en  el desprestigio y debilitar al Estado. Ahora se entiende mejor el rebote gubernamental cuando Mayor Oreja afirmaba que se estaba negociando con ETA. ¡Era verdad! Más sorprendente aún es que Rajoy se posicionara más próximo a ZP que a su eurodiputado. No cabe duda que el jefe de la oposición es una perita en dulce para el jefe de gobierno.

Lzapatero1a corrupción no podía faltar en el análisis estos atribulados días. Existen unas informaciones escandalosas sobre el patrimonio del Presidente del Congreso que hasta la fecha no han sido aclaradas. Comprobar la legalidad de dichos bienes es muy sencillo, se abre una auditoría a la familia Bono y puede verse de manera muy fácil si el enriquecimiento ha sido lícito. Aunque en su día el juez diera carpetazo a la concesión por Chaves  de varios millones de subvención a la empresa «aguas tiñosas» en la que su hija era apoderada, tampoco ha habido una explicación válida y la inhibición de la fiscalía es cuando menos extravagante. Al contemplar la pasividad de Rajoy, uno piensa que a lo peor está esperando su oportunidad para cambiar cromos con su caso «Gurtel».

Todo lo anterior es el resultado de la filosofía presidencial, «España es una realidad discutida y discutible». Sería deseable que esa idea se correspondiera a una postura ética por parte del Presidente del Gobierno y que se dedicara a cualquier menester que no fuera decidir sobre el destino de una realidad política en la que no cree del todo. En estos años he tenido la impresión que Rodríguez Zapatero ha gobernado exclusivamente para su partido y se ha olvidado del interés nacional. No ha sido capaz de generar unión y solidaridad entre españoles, ha cultivado la tensión no la gestión.

Entre la mala administración, la incapacidad intelectual para afrontar los retos, el  sectarismo como herramienta de lucha política y la corrupción generalizada del Estado. Los ciudadanos tenemos un problema. Aquellos que pueden resolverlo desde el Poder no parece que puedan ni tampoco quieran, ya que sus intereses sectarios priman sobre el interés general. El gobierno ha demostrado cumplidamente su incapacidad para seguir gobernando y la oposición, ensimismada en su corrupción, no representa una alternativa deseable. La democracia esta secuestrada por una casta política solo preocupada por sus privilegios y por la cuota de poder que va a lograr. Su olvido sistemático de la soberanía nacional, deslegitima a estos políticos para seguir decidiendo sobre nuestro futuro.  Hay que movilizarse pacíficamente para desalojarlos del Poder.

N. de la R.
Diego Camacho López-Escobar
, es Coronel de Infantería. Este artículo se publica con la autorización del autor y de  xxilegio.