auricularesespacioseuropeos.com (24/5/2010)
El Presidente de la Generalitat de Cataluña, José Montilla, ha comparecido hoy en el Senado para pedir que se reactive cuanto antes y «con carácter de urgencia» la renovación de los cuatro magistrados del Tribunal Constitucional que han cumplido con su mandato que caducó a finales de 2007.

Montilla compareció ante la Comisión General de Comunidades Autónomas del Senado en catalán, lo que provocó el empleo del sistema de traducción simultánea en castellano, euskera y gallego, además de castellano. Algunos párrafos de la intervención de Montilla lo fueron en gallego, castellano y euskera.

Para el presidente catalán «está en juego que la desafección se convierta en profunda frustración y puejose-montilla-presidente-de-cataluada dar argumentos a aquellos que quieren dar la ruptura. Está en juego el sentido del alcance del propio pacto constitucional, cuando en nombre de la Constitución se pretende revertir su espíritu».

Lleva razón el presidente de la Generalitat cuando denuncia el retraso  de  «casi cuatro años» en dictar sentencia por parte del TC, al no haber conseguido llegar a un acuerdo sobre el Estatut. Pero lo más grave no es este retraso -sentenció Montilla-, sino las «vicisitudes bien notorias que han afectado al TC, con mandatos caducados e incluso una vacante por defunción pendiente de provisión desde hace dos años», además de calificar de «espectáculo poco edificante»  las reiteradas filtraciones a los medios de comunicación, así como los comentarios acerca de la afiliación partidista de los miembros del TC.

Si grave es todo esto, más aún lo es que en Cataluña se esté aplicando el Estatut desde 2006 con un escaso respaldo de los ciudadanos y sin la aprobación del TC. Pero, no hay que olvidar que el principal culpable ha sido José Luís Rodríguez Zapatero, que en una de sus múltiples frivolidades animó a los políticos catalanes a que se adentrasen en esa incierta aventura estatutaria.

Y más que grave, esperpéntico, nos parece que haya que montar todo un equipo de traducción simultánea -con un costo de más de 6.000 euros- para que los senadores pudieran escuchar la perorata de Montilla. Él no lo considera  «derroche de recursos», pues él no puede más que entristecerse al comprobar «cómo de lejos se está todavía de asumir la pluralidad».

Montilla finalizó su intervención aludiendo a que «las lenguas no tienen precio. ¡Ay de quienes pretendan poner precio a nuestra diversidad!».

Pues hoy, señor Montilla, nos ha costado usted y los que le apoyan, 6.500 euros. Mañana, nos costará mucho más cuando el sistema de traducción simultánea de las lenguas co oficiales del Estado -ya aprobado-, se lleve a la práctica.  En este caso el costo anual será de 1.300.000 euros.

 

El otro precio, el del ridículo lo estamos empezando a notar…