Internacional
José Manuel González Torga (6/6/2010)Torga en entrevista a miembros Bilderberg
Ofrecidos ya ciertos datos generales sobre el Club Bilderberg y algunas referencias a la primera y  a la tercera de sus convocatorias en España, esta entrega dará cabida, preponderadamente, a aspectos noticiables sobre la segunda. La desarrollada, entre el 11 y el 14 de mayo de 1989, en la gallega isla de La Toja y el Gran Hotel de la misma.

Desde el punto de vista informativo, choca la ausencia del tema en la Prensa española de difusión nacional o, en algún caso como excepción, la presencia limitada a un suelto de escasas líneas.

En Galicia, la aparatosidad del operativo de protección policial, por tierra, mar y aire, así como la llegada de 22 aviones privados, eran evidencias que no podían pasar desapercibidas. Por consiguiente, el Comité Directivo del Club (32 miembros) convocó una Conferencia Prensa previa, a celebrar en otro lugar, concretamente en el Hostal de los Reyes Católicos, de Santiago de Compostela. Comparecieron Lord Roll of  Ipsen, presidente a la apertura de esta edición del foro; Víctor Halberstadt, secretario general para Europa y Canadá; Theodore L. Eliot, secretario general para Estados Unidos; y Jaime Carvajal Urquijo, único miembro español de dicho Comité.

El presidente cumplió ofreciendo algunos datos superficiales sobre el Club y remarcando el clima de confidencialidad sobre las reflexiones que se exponen a lo largo de las jornadas establecidas. Reconoció la participación de «halcones», con predominio sobre quienes recibirían el calificativo de «palomas». En tono coloquial, según reseñó alguno de los periodistas asistentes -tras superar los finos filtros establecidos- y que colocaba comillas en el término expresado por Lord Roll of Ipsen -con quien actuaba de intérprete Jaime Carvajal– en la reunión no se tomarían acuerdos; pero los reunidos tratarían de «arreglar» (sic) el mundo.

Los diarios gallegos, a lo largo de aquellas jornadas, llenaron páginas sobre la concentración de personajes de la política, los negocios y el poder en sus plurales vertientes. Pero casi todo lo que contaban se refería a movimientos periféricos, de puertas afuera.

Ahora bien, en el temario que habían dado a conocer en Santiago de Compostela figuraban Las restricciones para la defensa del medio ambiente, Política monetaria para la Comunidad Económica Europea, Posible soberanía de Europa,  Las relaciones EE.UU.-URSS y La evolución interna de los países del Este de Europa. Atención a los últimos enunciados porque hay que recordar que, apenas seis meses después, cayó el Muro de Berlín, en la noche del jueves 9 al viernes 10 de noviembre de 1989. La vida tiene casualidades, como también causalidades. Pues vaya usted a saber…

Pasado el tiempo, en 2009, la cita del Club Bilderberg es en territorio heleno; luego ocurre el colapso de la economía griega. Ahora, en 2010, en Sitges (Barcelona);  al parecer figuran en el índice  para estos días la opción de un ataque bélico a Irán y, asimismo, la evolución del euro y del dólar, de cara a un nuevo orden monetario internacional.

Otros nombres que salieron a relucir
Recordemos nombres del elenco de asistentes españoles a las reuniones de La Toja: los Reyes de España, Juan Carlos y Sofía; Felipe González, presidente del Gobierno; Miguel Boyer, ex ministro de Economía y Hacienda; Mariano Rubio, gobernador del Banco de España; Juan Antonio Yañez-Barrionuevo, director del Departamento de Asuntos Internacionales de la Presidencia; Guillermo de la Dehesa, exsecretario de Estado y consejero delegado del Banco Pastor; Jesús Polanco, presidente de PRISA; Juan Luís Cebrian, director ejecutivo de PRISA; Oscar Fanjul, presidente de Repsol; Carlos March Delgado, presidente del Banco Urquijo Unión; Emilio de Ybarra y Churruca, vicepresidente del Banco Bilbao Vizcaya. Fernando González Laxe, presidente de la Xunta de Galicia, con otras autoridades regionales y provinciales fueron invitados para seguir las sesiones desde una sala contigua con pantalla y traducción simultánea (español, inglés y francés).

La constelación de astros extranjeros incluía muchos nombres con brillo propio o el reflejado de sus cargos: la Reina Beatriz de Holanda y su marido, el príncipe Claus; David Rockefeller «senior», presidente del Consejo del Chase Manhatan Bank y su hijo David Rockefeller «junior», presidente de la Fundación Rockefeller; Henri Kissinger, ex secretario de Estado USA; Giovanni Agnelli, presidente de FIAT; Francisco Pinto Balsemao, ex primer ministro de Portugal, si bien figuraba como profesor universitario; Jeanne Suavé, gobernadora general de Canadá; Wilfred Martens, primer ministro de Bélgica; Franz Vranitzky, canciller federal de Austria; Étienne Davignon, alto cargo de la CEE (más tarde, vicepresidente de Suez Tractebel); Hans Blix, director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica; John R. Galvin, jefe del Comando Supremo Aliado en Europa de la OTAN… También participaron tres altos ejecutivos de Daily Telegraph, The Wall Street Journal y The Economist, con el compromiso, comoportada-pridocio-sobre-bilderberg1 siempre ocurre con los invitados de medios informativos, de respetar el riguroso «off the record»; no publicarán nada al respecto  en las páginas de sus periódicos; sólo  podrán contar con una guía de criterios.

Lord Carrington, clausuró las sesiones como presidente, después de haber tomado el relevo de su predecesor al frente del elitista foro.

Todo había transcurrido dentro del imperturbable aislamiento que caracteriza al Club Bilderberg. Fuera del círculo de protección montado por las fuerzas de la seguridad, con chalecos antibalas y exhibición de armamento, unas docenas de estudiantes, padres y profesores del ámbito local, lanzaron gritos de ¡»capitalistas! ¡capitalistas!…». A los «bilderbergers»… no les llegó ni el eco. Sólo queda alguna constancia en el reposo de las hemerotecas.

Al habla con un Rockefeller
El apellido Rockefeller figura como un elemento determinante, tanto en el Club Bilderberg como en otros núcleos de poder estadounidenses y mundialistas. Para comprender algo hay que hablar en plural sobre este apellido,  como hizo el periodista  y profesor Ferdinand Lundberg con su libro «Nelson y los otros Rockefeller», escrito  con un conocimiento amplio de la plutocracia yanqui.

Personalmente tuve ocasión  de conocer en Madrid, a Rodman Rockefeller, el mayor de los vástagos de Nelson con su primera esposa, Mary Todhunter Clark. Tanto él como sus hermanos llamaban al padre, significativamente, «The Chief» (El Jefe). Rodman polarizó especialmente su actuación hacia los negocios familiares en Iberoamérica.

Pues, en 1972, quién escribe estas informaciones trabajaba como redactor-jefe del periódico español Nuevo Diario y además tenía una sección en el suplemento semanal ND Económico, con el título «Nombres y temas».

Fui invitado en exclusiva para visitar con Rodman Rockefeller, a pocos kilómetros de Madrid, las obras del Club Las Encinas de Boadilla, con perspectivas de reunir hasta 10.000 copropietarios, donde su grupo aportaba el 21% en la promoción del proyecto, compartida además con Rothschild y con un 51% de capital español.

Este periodista acompañaba a Rockefeller en un deportivo de fabricación nacional y, en caravana de coches, iba un grupo de ejecutivos de sus empresas en España, que no eran de conocimiento público generalizado, ni mucho menos. Entre otros estuvieron Marek Lubomirski, presidente de Hispanibec, Joaquín Castillo, consejero y director general de Crecinco; José Manuel Peidró, director de Copernicus S.A.; y John Russell, consejero-delegado de la promotora de Las Encinas de Boadilla.

– ¿Por qué ha seleccionado este negocio el grupo Rockefeller?
Es una inversión segura -contestaba Rodman– porque aquí se vende recreo, aire, descanso, cosas que el hombre de la ciudad necesita. No se trata de vender cosas que no son necesarias.

Por esos mismos días, en la capital de España, Rodman Rockefeller había tomado posesión como consejero de Hispanibec, cuyo fondo de inversión cumplía el sexto aniversario.

Crecinco  -me dijo- es el fondo número 1 de España.

Tenían también los Rockefeller, en España, empresas avícolas, en sociedad con Gallina Blanca. Además, con Makro Autoservicio actuaban en la distribución a escala mayorista.

– No hemos tenido -confesaba- trabas para nuestras inversiones.

La estratégica prospectiva no podía faltar, en aquellos finales del franquismo.

– El futuro político de  España -me concretaba- lo vemos con optimismo. Prueba de ello es que invertimos.

Rodman Rockefeller fallecería, a los 68 años, en el 2000. Había recibido del Gobierno de México, la máxima condecoración, reservada a muy pocos extranjeros: la Orden del Águila Azteca. En el diario  español El Mundo, Felipe Cuna le escribió un obituario  bajo el titular  «Rodman Rockefeller, millonario, filántropo y amigo de Suramérica».

Dos arzobispos frente a Nelson Rockefeller
Las opiniones sobre nombres de la saga Rockefeller resultan polémicas. En 1989 entrevisté  al arzobispo de Panamá, monseñor Marcos Gregorio Mc Grath, en su tierra. Él era un «zonian», es decir un descendiente de norteamericano e hispánica, nacido en la que, hasta el 2000, fue Zona del Canal, es decir territorio norteamericano dentro de las fronteras panameñas. Físicamente poseía impresionante estatura y corpulencia. Con serena firmeza denunciaba la penetración de dólares USA para fomentar la proliferación y el crecimiento de sectas.

Recordaba, para remachar, una afirmación de Nelson Rockefeller en el sentido de que mientras la América de habla española sea católica, Estados Unidos no podrá llevar a cabo su política en esa área. Luego, en Guatemala, el arzobispo guatemalteco Próspero Penados alertaba en el mismo sentido. Igualmente doy testimonio de ello.

El excurso anterior facilitará el entendimiento de la existencia de fuerzas enfrentadas. Ni los Rockefeller ni los «bilderbergers» son omnipotentes. Pero sí muy poderosos. Más todavía cuando operan con sordina que cuando hablan y actúan cara al público.

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