Mi Columna
Eugenio Pordomingo (30/12/2010)obiang-y-zapatero
Costa de Marfíl se ha puesto trágicamente de moda. No se sabe la razón, pero de repente casi todos los medios de comunicación airean noticias sobre ese país africano, hasta hace poco envuelto en una cruenta  guerra tribal y de intereses foráneos. El asunto del por qué Costa de Marfíl esta en la primera línea de los informativos y páginas de los diarios se debe, supuestamente, a los resultados de las últimas elecciones presidenciales y sus consecuencias.

El opositor Alassane Outtara resultó vencedor en las pasadas elecciones celebradas a finales de noviembre de este año, pero el actual presidente, Laurent Gbagbo, se niega a aceptar su derrota. Nada más finalizar el complejo y complicado recuento electoral se produjeron los primeros muertos -ya van más de doscientos, que sepamos- y de seguir así, el país puede terminar en otra guerra civil.

Naciones Unidas, Francia, la Unión Africana y, por supuesto, Estados Unidos, apoyan al opositor Alassane Outtara. Otro tanto ha hecho el Banco Mundial y el Banco Central de África Occidental, que han decidido bloquear las cunetas del país. Por su parte, la CEMAC (Comunidad Económica de Estados del África Central) celebró una reunión urgente tratando de buscar una salida a la grave situación. La Iglesia Católica, ha ido más allá, pidiendo lo imposible, que los dos candidatos se sienten en torno a una mesa y busquen una salida negociada. 

El gobierno de Nigeria manifestó hace unos días a la cadena de televisión británica BBC, que ha ofrecido asilo político al actual presidente. De momento, que sepamos, Gbagbo no ha aceptado el ofrecimiento.

Una solución para el país no es nada fácil. Los dos políticos  representan a regiones diferentes, muy enfrentadas. La guerra de 2002  pareció dar por terminados esos enfrentamientos, pero todo indica que se han recrudecido.

El opositor Ouattara ha convocado a una huelga general en Costa de Marfil hasta que  Gbagbo ceda el poder. Ya se habla de genocidio y de guerra civil.

Sin duda alguna la situación en grave; muy grave. Pero, me llama enormemente la atención, que lo que acontece en Costa de Marfíl tenga tanto eco en instituciones internacionales y, por derivación o presión, en los medios de comunicación.    

Me llama la atención, digo, si comparo los sucesos de Costa de Marfíl con la situación en Guinea Ecuatorial, donde, desde 1979 se vive en un ambiente de terror, de permanente hostigamiento, dentro y fuera del país,  contra los opositores, que ha dejado un reguero de muertes.

Ayer  hemos sabido, a través de WikiLeaks,  que España «admitió a EE. UU. que las elecciones en Guinea Ecuatorial de 2008 fueron una oportunidad perdida», según ha recogido la prensa.  Un nuevo cable diplomático filtrado por WikiLeaks nos informa que el gobierno español reconoció en junio de 2008 durante un encuentro con las autoridades militares norteamericanas que las elecciones legislativas celebradas el mes anterior en Guinea Ecuatorial habían sido una «oportunidad perdida».

El Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, cuyo titular era por entonces Miguel Ángel Moratinos, no se pronunció oficialmente sobre los comicios hasta varios meses más tarde de su celebración, y únicamente para afirmar ante una pregunta parlamentaria realizada por la diputada Rosa Díez, que las elecciones habían sido un «paso más en el proceso de democratización» y que se habían registrado «mejoras palpables».

El diario ABC, que ha recogido la filtración de WikiLeaks, afirma que el «cable diplomático, fechado el 8 de junio de 2008, revela que, ese mismo día, el secretario de Estado de la Presidencia, Bernardino León, reconoció ante el jefe del Mando de Estados Unidos en África, general William E. Ward, que las elecciones celebradas el 4 de mayo de ese año en Guinea Ecuatorial habían sido una oportunidad perdida para crear más espacio a la oposición».

Todo mentira, pues desde España se trabajó incansablemente para crear alrededor de Obiang Nguema y su PDGE una oposición artificial,  incapaz y corrupta, para ayudar al dictador en su afán por ofrecer una imagen de democracia inexistente. A la vez se impedía que opositores reconocidos no pudieran participar en esas elecciones. Es el caso de Severo Moto, Faustino Ondó, Daniel Oyono y tantos otros. La metodología se aplicó después a otros eventos.

Según Bernardino León -cita el mismo obiang-y-el-rey-juan-carlosdiario- el Gobierno español estaba intentando convencer al régimen de Teodoro Obiang Nguema para que llevara a cabo reformas democráticas. Lo que no dijo -al menos el cable no lo recoge- es que tanto León como Moratinos untaron financieramente al dictador, además de apoyarle políticamente en la UE y demás organismos internacionales. Tampoco recogen nada las filtraciones de la página de internet de Julian Assange acerca de los esfuerzos que hicieron  León, el aparato del PSOE y, sobre todo, el entonces ministro Moratinos, para que el CPDS (partido guineano filial del PSOE) tuviese un hueco en la bandada de la Cámara de Representantes del Pueblo de Guinea Ecuatorial.

Por entonces, una comisión parlamentaria española viajo a Guinea Ecuatorial, concluyendo que «los comicios municipales y legislativos celebrados a primeros de mes en el país africano supusieron un ‘nuevo paso’ en el proceso de democratización de la República y un avance en materia de garantías electorales respecto a las elecciones de 2004». La comisión estuvo integrada por Mª Rosario Fátima Aburto Baselga (PSOE), Francisco Ricomá de Castellarnauo (PP) y Jordi Xuclá i Costa (CiU). Hubo unidad; todos ellos coincidieron en el mensaje y en el pronóstico.

El 17 de junio de 2006, dejamos constancia en este digital que la visita que hizo la delegación de diputados españoles a Guinea Ecuatorial ha sido un «balón de oxígeno» para Obiang Nguema. La delegación estuvo integrada por seis parlamentarios, todos ellos pertenecen a la Comisión de Exteriores del Congreso: Francisco Ricomá de Castellarnauo (PP, portavoz adjunto); Mª Rosario Fátima Aburto Baselga (PSOE, portavoz); Rosa Delia Blanco Terán (PSOE, presidenta de la Comisión de Cooperación Internacional); Josep Antoni Duran i Lleida (CiU, portavoz y Presidente de la Comisión de Exteriores); Jordi Xuclá i Costa (CiU); y Begoña Lasagabaster Olazábal (Eusko Alkantasuna, portavoz).

La visita sirvió para que los diputados que integraban la delegación constataran «mejoras», tras «tomarle el pulso al régimen de Teodoro Obiang«, en materia de derechos humanos, «confirmadas por Cruz Roja», declaró sin ruborizarse la portavoz socialista en la Comisión de Asuntos Exteriores, Mª Rosario Fátima Aburto Baselga.

Al gobierno de Zapatero le importa un bledo el pueblo guineano y su oposición en España, prueba de ello es que no hace nada efectivo, eficaz y eficiente,  por terminar con esa cruel y déspota dictadura y, por otro lado, a los opositores les niega el pan y la sal en España. Por si fuera poco, les vigila, hostiga y acosa permanentemente, dedicando energías de la inteligencia del Estado que bien pudieran dedicarse a otros menesteres.

Mi pregunta, tras estas reflexiones, es la siguiente: ¿cómo es que los sucesos de Costa de Marfíl preocupan y ocupan a instituciones y medios de comunicación españoles e internacionales, y la trágica situación de Guinea Ecuatorial queda al margen?  ¿A quién se pretende proteger con este proceder y qué se quiere ocultar?