Guinea Ecuatorial
Abaha (9/1/2012)teodorin-nguema-obiang
En los países democráticos, donde la libertad es lo normal, donde los ciudadanos reciben unos salarios dignos y acordes con la riqueza de la nación, donde hay servicios sanitarios universales y un sistema educativo estatales, no hace falta que los gobernantes lleven regalos a los niños en la festividad de los Reyes Magos ni que lo graben para después emitirlo una y mil veces por la cadena de televisión estatal. En los países libres no es necesario que los gobernantes o sus familiares repartan carné de cebú o de cerdo para conmemorar tal o cual aniversario.

En los países democráticos, donde hay libertad, no se tortura, ni se mete en la cárcel, ni se mata a los padres de esos niños por disentir del sistema político. No. Eso sólo acontece en las dictaduras macabras donde los sátrapas gobiernan.

La dictadura guineana, se regocija de haber repartido más de un millón de juguetes por toda la geografía del país para repartirlos entre los niños. Dudamos que sean tantos juguetes, pero nos da lo mismo uno que un millón. El hijo del dictador, Teodoro Nguema, más conocido por Teodorín –según la página de Internet de su gobierno- se “desplazó personalmente a distintos hospitales para repartir regalos a los niños enfermos”. Es más, el mismísimo Teodorín fue “incluso a recorrer los hospitales para regalar juguetes a los más desfavorecidos”.

¡Que vergüenza, Señor! Encima, la misma fuente se permite decir que el acto tuvo “una enorme repercusión popular en todo el país”.

Por si fuera poco, esa misma página se jacta y se pavonea de la “iluminación” de la ´Torre de la Libertad´, el “nuevo símbolo de la ciudad de Bata”.

Pero, lo cierto es que Guinea Ecuatorial es el símbolo de la corrupción, de la carencia de servicios sanitarios y de una educación pública medianamente acorde con los tiempos. Guinea Ecuatorial es el símbolo de los métodos más duros de gobernar, de la carencia de libertades, de la inseguridad ciudadana y de la inseguridad jurídica para las inversiones.

Esos “símbolos” de Guinea Ecuatorial no se han conseguido sólo con el esfuerzo del ´clan Obama´, que va. Ni mucho menos. Se han conseguido también gracias al apoyo interesado de países como España –antaño potencia administradora-, Francia y estados Unidos. Si cualquiera de estos tres países lo hubiese querido, hace ya muchos años que la dictadura guineana habría terminado.

España tiene sin duda la parte más importante de responsabilidad en todo lo que ha ocurrido y ocurre en Guinea Ecuatorial. Sobre todo, la tiene el último gobierno español bajo la batuta de José Luís Rodríguez Zapatero y su inefable ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, sin descartar a los integrantes de las delegaciones del Congreso de los Diputados que en más de una ocasión han viajado a Malabo para apoyar al dictador Obiang Nguema. Son, entre otros, Fátima Aburto Baselga, Elena Valenciano y Rosa Delia Blanco Terán (PSOE); Josep Antoni Duran i Lleida y Jordi Xuclá i Costa (CiU); Begoña Lasagabaster Olazábal (Eusko Alkantasuna) y Gustavo de Arístegui (PP), además de José Bono, ex presidente del Congreso de los Diputados y destacado miembro del PSOE.

Pero, a grandes males, grandes remedios. Nos cuentan que una asociación está recabando información sobre lo acaecido desde 1979 hasta ahora en Guinea Ecuatorial, para presentarla entre otros organismos, en el Tribunal Penal Internacional.