Economía/Grecia/Europa
Manuel Funes Robert (20/2/2012)dracma
En la situación actual Grecia no tiene salida. Si acepta la segunda oleada de ajustes que se le impone para recibir el segundo préstamo se agravará la situación porque el ajuste no produce más efecto que aumentar la necesidad de nuevos ajustes, como lo demuestran los ejemplos de Grecia, España y Portugal.

Y lo que nos demuestra la historia reciente coincide con lo que dice la razón bien empleada. El ajuste, el todo por el déficit cero, manifestado en recortes y más recortes, hunde la capacidad contributiva de la población, y queriendo ahorrar gastando menos logramos directa e indirectamente la caída de ingresos públicos. Y si Grecia no acepta las condiciones para evitar la nueva oleada de ajustes, caerá también en la bancarrota.

Saliéndose del euro, Grecia recobrará los poderes que tenía antes de entrar, como la importantísima soberanía monetaria, que Grecia, como los demás países, cedió a una institución sin historia (BCE) y que al haber caído en manos de los mercados se ha convertido en enemigo de los Estados. Por ello, la salida de Grecia y vuelta a la dracma y con un instituto emisor propio que gestiona en pro de los intereses helenos, sería de un efecto positivo inmediato. Inmediatamente también se beneficiará de librarse de la tiranía ajustadora de Bruselas.

Pero hay una tercera ventaja con la referida salida. El euro seguirá circulando y existiendo; no hay necesidad de eliminarlo. Incluso Grecia se beneficiaría en virtud del principio de libertad de movimiento de capitales. Y de la coincidencia de esas monedas, euro y dracma saldrá un nuevo tipo de cambio, que beneficiaría a Grecia porque el dracma saldrá fuertemente devaluado respecto al euro, obteniéndose como consecuencia que la salida del euro abriría las puertas a un importante incremento de las exportaciones griegas al resto de los países comunitarios. Bruselas entonces habrá perdido toda oportunidad para perjudicar a Grecia con su medidas de ajuste, que, insistimos, se perpetuarán con el paso del tiempo.

Para tan buenos fines basta con un acuerdo del gobierno griego o de su parlamento sin tener que contar para nada con la aceptación o rechazo de Bruselas.

La unión monetaria cumplió con uno de sus fines: unir políticamente a Europa, pues nada une mas políticamente que la moneda común que permite hacer comparaciones instantáneas de precios en los países miembros. De haber administrado correctamente estaríamos más unidos y seríamos más ricos.