Eugenio Pordomingo (8/5/2008)eugenio2
La jeta, atrevimiento, osadía, cara dura, morro y desfachatez, por no hacer interminable la lista de epítetos, es de tal calibre, que a uno se le sube la tensión arterial.

Resulta que la Banca y los Constructores (dos sectores que con mayúsculas se están forrando a costa del ciudadano), han pedido al Gobierno de José Luís Rodríguez Zapatero  que el Fondo de Pensiones financie la crisis inmobiliaria que ellos mismos han contribuido a crear.

Ante la «gravedad de la situación», as asociaciones españolas de bancos y cajas de ahorros han pedido al Gobierno que el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, creado para garantizar las pensiones de los españoles, sea utilizado para paliar la falta de liquidez del sector.

Por otro lado, el presidente de la Confederación Nacional de la Construcción, Juan Lazcano, ha propuesto a Beatriz Corredor, ministra de Vivienda, que adopte medidas transitorias -entre ellas la conversión de vivienda libre en Vivienda de Protección Oficial- para contrarrestar la crisis que padece el sector de la construcción.

Desde hace muchos años, yo diría que desde siempre, la Banca ha sido como una garrapata agarrada al bolsillo y al estómago de los sufridos ciudadanos,  succionándolos cada peseta o euro que puedan, legal o ilegalmente. Con los mismos principios éticos y estéticos de la usura, los constructores -y en muchos casos con la ayuda institucional- han venido haciendo otro tanto.

El dinero negro circulaba y circula por nuestro país como algo habitual. De nada han valido los reiterados informes de Interpol, Fiscalía e Inspectores y Subinspectores de Hacienda, denunciando lo que acontecía.

La marea de nuevos ricos, con las arcas rebosando a costa de los «espaldas mojadas» españoles y con la incorporación de los inmigrantes, sigue aumentando sin control alguno. En España se construyen anualmente más viviendas que Francia y Alemania juntas; la tasa de producción de cemento supone más de la mitad de toda Europa; somos el segundo o el primer país con más kilómetros de autovías, y comprar o alquilar un piso se ha puesto por las nubes.

A este panorama haría que añadir, que los jóvenes españoles abandonan cada vez más tarde el hogar paterno y que vivir en un piso compartiendo con tres o cuatro personas más, ya va siendo algo habitual. Como lo es que seamos el país de Europa donde circula más dinero negro, donde hay más billetes de 500 euros o donde se venden más coches de «gama alta».

Y, por supuesto, el país de Europa donde la banca y las grandes empresas obtienen más beneficios y donde la gasolina, la telefonía, la electricidad y el gas, son más caros, mientras que las ayudas familiares brillan por su ausencia.

Pero, ahora, resulta que el sistema se ha resquebrajado un poco, una simple grieta. Pero, suficiente para que los «Tío Gilito» de la familia Donald (pato) se asusten y empiecen a temblar.

Reunidos banqueros y constructores, juntos o por separado,  en opíparos ágapes, han decidido pedirle al Gobierno que les ayude, como siempre, pero ahora han puesto toda la «carne en el asador». La petición, exigencia, es que se les de liquidez a costa del Fondo de Reserva de la Seguridad Social, creado para garantizar las pensiones de los trabajadores.

¡Vaya con estos defensores del liberalismo! Liberalismo sí; pero cuando las arcas no se llenan como están acostumbradas recurren al Proteccionismo más descarado.

Quizás, este envite de los constructores, tenga algo que ver con el fichaje de

David Taguas Coejo, ex responsable hasta hace poco de  la Oficina Económica del Presidente del Gobierno,  por la patronal de la construcción (SEOPAN). Sin duda, Zapatero estaba al tanto de ese «fichaje».

Ahora vamos a asistir a maniobras de despiste. Se hablará, y mucho, de la crisis del Partido Popular, de la salida de Eduardo Zaplana y del soborno, por parte de los servicios secretos de Francisco Franco, para que la cantante Massiel triunfara en Eurovisión en el año 1968… Pero no hay que olvidar que  tenemos que ayudar entre todos a que banqueros y constructores sigan llenando sus arcas, aunque sea a costa de nuestras pensiones.

¡Opinar en contra no es de patriotas…!

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