espacioseuropeos.com (19/9/2007)
La organización Greenpeace  ha denunciado, a través de un «ciclo de sensibilización», denominado «La vida bajo las bombas» que el 98% de las víctimas causadas por las llamadas «bombas de racimo»  son civiles.

El director ejecutivo de Greenpeace, Juan López de Uralde, ha recordado que España es «uno de los países que posee y produce este tipo de artefactos». De hecho, dos empresas privadas españolas dedican gran parte de su producción al diseño y  la construcción de este armamento. Las empresas son Istalaza, con sede en Zaragoza y Explosivos Alaveses en Burgos.

A través de una «torre de zapatos sueltos», Greenpeace, ha querido simbolizar las mutilaciones que causan las minas antipersona y las bombas de racimo. Con esta campaña de sensibilización, esta organización quiere denunciar el peligro de este armamento, y al mismo tiempo pedir al Gobierno español que prohíba su uso.

Un peligro de este tipo de bombas es que el 30%, aproximadamente, no explotan al caer al suelo. Por ejemplo, en el último conflicto en El Líbano, según Greempeace, quedaron más de «un millón de submuniciones sin explotar, lo que demuestra que estas bombas modernas no existen».

Una «bomba de racimo» es del tamaño de una lata de refresco. La bomba madre, por así decirlo lleva en su interior varias decenas o cientos de estas «bombas de racimo», que  durante su trayectoria,  las expulsa.  En teoría, deberían estallar al chocan contra el suelo, pero, como decimos, un 30% de ellas no lo hacen. Quedan esparcidas por el suelo y son un auténtico peligro mientras no se las desactive.

Lo curioso de este proceso, es que mientras España es una importante productora de estas «bombas de racimo», militares españoles expertos en desactivación se dedican, por ejemplo, en El Líbano a eliminar sus efectos.

Debido a su enorme peligrosidad, es por lo que Greempeace se ha dirigido al Gobierno español a fin de que abandone su producción. Pero, la respuesta del Ejecutivo ha sido que estas armas tienen un «uso militar» exclusivamente.

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