Diego Camacho y José Manuel González Torga
Diego Camacho y José Manuel González Torga

Reportaje
José Manuel G. Torga (30/8/2011)
Nos hemos saltado el orden cronológico, exponiendo, en diálogo, facetas de la actividad de Diego Camacho López-Escobar, como agente de Inteligencia, durante los años centrales de esa su dedicación. Sin embargo, entre los comienzos, en los Equipos Operativos del CESID, y su abrupta salida del organismo nacional del espionaje y el contraespionaje, aparece como la explosión de una bomba de efecto retardado.

Con tres lustros por medio, las consecuencias del 23-F explosionan para el capitán de entonces, y luego coronel, con José María Aznar recién llegado a La Moncloa. Menos mal  que el que fuera presidente del Gobierno cuenta con otros logros en su haber; pero, hacia atrás, dejó sin desvelar interrogantes enrevesados del 23-F.  Y tampoco acertó, en algo vital, de signo eminentemente práctico, para  reorganizar y controlar los servicios que fallarían el 11-M,  aunque esta sea otra historia, que no sé por qué me viene a la mente a la hora de transcribir el tranco final de esta entrevista-rio.

P. – Algún libro -le planteo a Diego, mi interlocutor- caracteriza el 23-F, como un golpe del CESID. ¿Hasta ese punto existió una vinculación tan es trecha?
R. –
Sí, puesto que ese organismo fue la herramienta principal para llevarlo a cabo. Eso no quiere decir que el golpe de Estado estuviera orientado en beneficio del Servicio de Inteligencia como tal. Ahora bien, fue el instrumento esencial para ejecutarlo. El CESID interviene desde que surge la idea; más adelante planifica, coordina e impulsa y, en el 23-F, actúa.

P.- Pero, realmente, luego, el 23-F se plantea como una especie de rompecabezas ¿Sobre la marcha, aquello tuvo un giro copernicano?
R.-
Es un golpe fallido, puesto que no alcanza el objetivo que se había propuesto que era poner al general Armada como Presidente del Consejo de Ministros. El giro copernicano se produce cuando fracasa, los que están implicados crean una serie de cortafuegos para no resultar vinculados con la trama. Es la historia de las ratas que abandonan el barco que se hunde.

P.- Y, dentro del CESID ¿quién es, para ti, la bestia negra del 23-F?
R.-
Bestias negras no hay ninguna.

P.- Entiéndelo como un apelativo periodístico…
R.-
Ya, pero son personas que actúan en beneficio de otras no de si mismos, como te he dicho al inicio. ¿En beneficio de quien? En beneficio de la Corona, en beneficio del Rey de España. Sin Juan Carlos I no hubiera existido 23-F, estuvo involucrado directamente en la «operación ArmadaDe Gaulle«.

Perspectiva internacional
P.- Tomemos una perspectiva  desde el exterior. ¿Había connivencias internacionales de cara al  23-F?
R.-
Se producen a partir del verano de 1980. Con el triunfo de Ronald Reagan como candidato republicano a la Presidencia de los EEUU es cuando empiezan a cambiar las cosas. Hay dos motivos que explican a nivel mundial el giro. El primero, es la caída del Sha a causa de la revolución islámica encabezada por Jomeini; para los EEUU supone perder como aliado al ejército mejor dotado de Oriente Medio y convertirse, en adelante, en el gran Satán. El segundo, es la entrada de la URSS en Afganistán que unido a lo anterior pone en grave riesgo el control sobre el tráfico petrolero del golfo Pérsico y la integridad de Israel. Estos dos factores, Afganistán e Irán, serán determinantes en la nueva concepción política norteamericana para asegurar la integridad de Israel.

P.- ¿Qué consecuencias siguen?
R.-
Desde el verano de 1980 a finales de 1981, se producen en la cuenca mediterránea una serie de acontecimientos que buscarán garantizar el eje Azores-Rota-Chipre. Línea logística y operativa cuyo control es necesario para que la VI Flota sea capaz de apoyar, en cualquier circunstancia, al gobierno de Tel Aviv. 

–  En septiembre de 1980 es derrocado el gobierno liberal turco de Suleyman Demirel por el general Kenan Evren.

–  En noviembre, Grecia reintegra sus FFAA al Mando Militar de la OTAN del que había salido en 1974.

– En diciembre muere en accidente aéreo, aún no aclarado, el Primer Ministro portugués Sa Carneiro.

–  En enero de 1981, EEUU suscribe con Marruecos un tratado de venta de armamento pesado (carros de combate y aviones) y renueva el apoyo norteamericano al sultán para quedarse con el Sáhara Occidental.

– En marzo, Hassan II, respaldado por Francia, apoyará un golpe militar en Mauritania en detrimento del precario equilibrio mantenido entre Argelia y Marruecos en el Maghreb.

–  También en marzo, tiene lugar en Portugal una alianza entre socialdemócratas, demócratas cristianos y Mario Soares, que actúa contra lo decidido por el PSP, para provocar la dimisión del Presidente Ramalho Eanes, último vestigio de la Revolución de los Claveles.

– El descubrimiento en Italia de la logia P-2, vinculada a Lucio Gelli y que va a producir el desplome de la democracia cristiana y del partido socialista italiano.

–  En noviembre, los EEUU logran la colaboración de Anwar el Sadat para estacionar, por primera vez, tropas norteamericanas en Egipto.

– El 23-F es en este contexto estratégico internacional, una pieza más que es necesario asegurar.

P.- ¿Por qué crees que España necesitaba un cambio para los EEUU?
R.-
Sobre todo por dos razones: la primera es que España no pertenece a la OTAN y para los EEUU, Rota, dentro del eje que es necesario defender en el Mediterráneo, es un punto estratégico de vital importancia; y la otra es lo incómodo que resulta Adolfo Suárez para el Departamento de Estado.

Protagonismo de Haig
P.- Es conocida la actitud de inhibición por parte del secretario de Estado americano, Haig, cuando se produce el 23-F. ¿Cuál fue la actitud del embajador estadounidense, Terence Todman en la fase previa?
R.-
Haces una afirmación que creo no es la correcta. El Secretario de Estado no se inhibe, lo único que hace es una declaración inhibitoria sobre el 23-F «a posteriori»; pero no se inhibe, porque hay, antes del golpe de Estado, una serie de acciones del gobierno de los EEUU favoreciendo el golpe. En primer lugar, el gobierno, en funciones, de los EEUU da luz verde para que en España se pueda producir el cambio. En segundo término, el embajador Todman se libro-diego-camachoentrevista, el 14 o el 15 de febrero, con el general Armada, 2º Jefe de Estado Mayor y el ungido como próximo Presidente; el militar le garantiza al diplomático que los intereses de los EEUU en España serán protegidos; Armada no era la persona indicada  por su cargo para hacer semejante promesa, pues excedía con mucho sus responsabilidades administrativas. En tercer lugar, después de la entrevista, Todman solicita a Washington «en base a lo que va a pasar en los próximos días», un avión AWACS, que estacionan en Portugal con objeto de controlar todas las comunicaciones militares en España. En cuarto lugar, el Pentágono ordena a la VI Flota que se estacione a pocas millas del puerto de Valencia, y que las bases de utilización conjunta: Morón, Jerez, Zaragoza, Rota y Torrejón queden en alerta máxima en la mañana del día 23. Desde el día 20 Torrejón ya estaba en alerta máxima. Finalmente, la Embajada de los EEUU no informa de nada al gobierno español legítimo.
Por eso te decía que calificar de inhibición la actitud del Secretario de Estado, no era  correcto.

P.- Me refería a la declaración….
R.-
Claro, pero es una declaración «a posteriori», con la que trata de hacer lo mismo que hace aquí la gente implicada: quedarse al margen porque el asunto fracasa.

Atando cabos
P.- Tú, en aquel momento, estás destinado en Madrid, en el CESID, dentro de los Equipos Operativos ¿no es así?
R.-

P.- ¿Conocías algo de la denominada «Operación De Gaulle»?
R.-
No, la conocí después de constatar la participación del CESID en el golpe.
Comienzo a investigar y a analizar los datos que van surgiendo, empiezo a atar cabos. A las seis y media de la tarde del 23-F, era totalmente desconocedor de la existencia de una «Operación De Gaulle« o de una «Operación Armada«. Cuando oigo, por la radio, los disparos en el Congreso estoy en mi despacho trabajando y mi sensación fundamental es la sorpresa. Es evidente que, treinta años después, los españoles que sentimos sorpresa aquel día hoy sabemos bastante más del asunto.

P.- ¿Qué consigues averiguar durante el resto de la jornada del 23-F, con la prolongación en la madrugada?
R.-
Lo primero que veo, son movimientos extraños en mi unidad como la compra de alimentos y bebidas, realizada por la mañana, para toda la unidad y no para los agentes de servicio, como era lo habitual. Después se me informa que automóviles del servicio han sido utilizados para coordinar a las diferentes columnas que a las órdenes de Tejero han asaltado el Congreso. Me informo de:  la participación concreta de agentes de la unidad en misiones de coordinación y enlace; la utilización de matrículas falsas así como el uso de emisoras de la Escuela de la Agrupación Operativa, cuyas frecuencias eran diferentes a las usadas normalmente y, por lo tanto, más difíciles de detectar.
También compruebo que en la Unidad hay una serie de oficiales que están metidos de lleno en el golpe y otros que estábamos totalmente al margen.

P.- ¿Cómo vas encajando entonces esos datos?
R.-
Según voy teniendo más información, voy viendo con mayor claridad. En ese momento carezco de un análisis global. Lo que tengo es la implicación directa de mi unidad y de mi jefe. Pienso que si él está, lo estará también la cúpula del Servicio, pero en ese momento es una sospecha, no algo que tenga contrastado.

P.- ¿Cuándo se producen, por tu parte, las primeras reacciones en relación con estos sorprendentes hechos, dentro del propio CESID?

R.- Dentro de mi unidad lo primero que aparece, nada más producirse el asalto de Tejero, es el nerviosismo. Hasta el punto que, cuando vuelve del Congreso, uno de los agentes que han participado se echa a llorar, presa de los nervios, por lo que ha hecho. Por otro lado, la actividad operativa desplegada es completamente anómala y errática. Un ejemplo, el jefe de la unidad manda a algunas unidades operativas controlar las carreteras de: El Pardo, Extremadura y la Coruña, que eran las vías que podían ser utilizadas por la División Acorazada para entrar en Madrid. A las ocho o nueve de la noche se recibe la información de la inminente salida de la DAC y el jefe ordena retirar los equipos, cuando era un momento no de retirarlos sino de reforzarlos. En fin, un cúmulo de cosas que según avanza la noche se hacen más coherentes y que se concretan en mi interior, cuando a la una y media de la madrugada, consigo con un compañero entrar en el Congreso.

P.- ¿Siguiendo órdenes superiores o por vuestra iniciativa?
R.-
Por mi iniciativa. Al estar fuera del golpe, no nos asignaban tampoco ninguna misión. Al ver que no estábamos haciendo nada quedé con mi compañero en ir al Hotel Palace, para ver si podíamos obtener información. Al llegar a la primera barrera montada por la Policía Nacional, en Neptuno, comprobamos que nos resultaba fácil avanzar y le dije a mi compañero: «¿Qué te parece si seguimos para arriba y vemos hasta donde llegamos?» Nuestra sorpresa fue que logramos meternos dentro fácilmente; sólo identificándonos como agentes del CESID se nos iban abriendo los obstáculos que se cerraban a generales con mando. Más tarde comprendimos la razón. Dentro encontramos compañeros de promoción y oficiales con los que habíamos coincidido en algún destino. Con ellos estuvimos hablando más de tres horas. Nuestra entrada tuvo lugar poco después de haberse producido la ruptura entre Tejero y Armada y la salida poco airosa de este último del Congreso. Los ánimos estaban exacerbados y hacerse una composición de lugar de lo que allí había ocurrido fue una tarea sencilla. Nada más salir nos fuimos a la Dirección del Servicio, para comunicar lo que habíamos constatado. No querían dar crédito a lo que les estábamos informando. Que el general Armada era la cabeza visible del golpe, no les convenía.

General Alfonso Armada

P.- ¿El «Elefante Blanco»?
R.-

¡Claro!

Cortina-Calderón
P.- Sigue la madrugada y viene el después del 23-F. ¿Cómo evoluciona tu actitud y con qué reacciones te encuentras?
R.-
Lo primero es un movimiento extraño respecto a Sánchez Valiente. Cortina ordena que vayan a avisarle de que le hemos visto en el Congreso. Después se confirman varias informaciones que habíamos obtenido por la noche. Algunos  constatamos que el jefe de la unidad está metido hasta el fondo.

 

P.- ¿Quién era el jefe de vuestra Unidad?
R.-
José Luis Cortina.

P.- Continúa, por favor, con el hilo de lo sucedido
R.-
Me pongo en contacto con dos capitanes que también habían quedado al margen y que tenían un inequívoco talante constitucional. Decidimos hablar con el Secretario General, el Teniente Coronel Javier Calderón, que entonces era el hombre fuerte del CESID. Conseguimos una entrevista con él; pero decide entrevistarse solo conmigo: «con uno sólo vale». La entrevista tiene lugar en la cafetería de las Torres de Colón, en lugar de en su despacho, que está a escasos metros de allí. Pongo en su conocimiento los hechos vividos en la unidad y en el Congreso y que tienen una conclusión simple: el comandante Cortina ha estado metido en el golpe de Estado.

P.- ¿Cómo reacciona el secretario general del CESID?
R.-
Me dijo que abandonase la investigación, que él iba a hacerse cargo de ella  personalmente. A las dos horas me doy cuenta de que el contenido de lo que hemos hablado se lo ha soplado a Cortina. Este último, cita a uno de los suboficiales, que estaba trabajando conmigo, a las dos de la mañana en el parque de Berlín. Le dije que no acudiera a la cita y a la mañana siguiente contacté con el jefe del área de Involución, comandante Bastos, a quien le puse al corriente de todo lo que estaba pasando. Cuando terminé me contestó: «Ahora lo entiendo todo». A partir de ese momento se inició una persecución contra los que estábamos denunciando aquello, utilizando el palo y la zanahoria. Promesas por un lado: «si eres bueno y te callas»; o amenazas («igual hay que eliminar a algún hijo de p…»). Al suboficial que no acudió a la cita le serraron el radio de la moto y a mi empiezan a dejarme pájaros muertos encima del automóvil. Este tira y afloja duró hasta el 30 de marzo, ese día la Dirección del Servicio ordenó abrir una investigación interna, algo que debería haber hecho nada más recibir las informaciones que les había proporcionado en la madrugada del día 24 de febrero. Con el retraso de más de un mes se abre la citada investigación, después de que Calderón, en su casa de la Sierra, mantenga una última entrevista conmigo. Me señala que mi actuación debe ser en beneficio del Ejército y que debo callarme. Tiene pensado que ocupe el puesto de jefe de Operaciones, el tercero en importancia del organigrama. Me levanto, dejo la cerveza a la que amablemente me ha invitado, y le digo que no estoy dispuesto a aceptar eso. Si hasta ese momento podía tener alguna duda, su ofrecimiento me las ha disipado.

P.- Luego, al poco tiempo, Calderón se va del CESID
R.-
Estuvo varios meses. Lo de poco tiempo parece más bien un eufemismo. Creo que le mantuvieron para protegerle y para pagarle los servicios prestados.

Escamoteo del «Informe Jáudenes»
P.- ¿Qué percibes, como más significativo, durante el desarrollo del juicio de Campamento?
R.-
Lo esencial radica en que el Informe Jáudenes contenía elementos incriminatorios, con aportación de pruebas sólidas, que les fue hurtado a las defensas. Por ello considero que el juicio de Campamento es nulo de pleno derecho. Tanto el juez como el fiscal conocían este documento y la aportación de tres capitanes y un suboficial, que defendían la Constitución, y aportaban unos datos contundentes sobre la participación del CESID en todo el proceso del golpe de Estado y de los que habían sido testigos directos.

José Luís Cortina
José Luís Cortina

P.- ¿El Informe Jáudenes recoge declaraciones tuyas?
R.- Recogía las declaraciones de todos los que, en un lado o en otro, tuvimos una participación esa noche. Años más tarde pude constatar que había quedado reducido a las conclusiones del Instructor, los folios firmados con las declaraciones de cada uno de nosotros habían sido eliminados. La mía en concreto ocupaba cuatro folios. Como cualquiera sabe las conclusiones del Instructor tienen que estar fundamentadas en la declaración firmada del declarante y estas no pueden ser suprimidas del dossier.

P.- ¿Recuerdas algo destacable sobre el tratamiento del asunto en sesión parlamentaria?
R.-
Terminado el Informe Jaúdenes, Willy Meyer interpeló en el Congreso al ministro de Defensa, Alberto Oliart, sobre la participación del CESID en el golpe. Éste negó que el Servicio de Inteligencia  hubiera tenido participación alguna en el mismo, afirmando que su actividad había sido ejemplar. El ministro de Defensa del gobierno de Calvo Sotelo, cuya toma de posesión iba a ser impedido por la asonada, mentía en sede parlamentaria y protegía así a los  autores materiales e intelectuales de la «Operación ArmadaDe Gaulle«; así la Corona quedaba también al margen. Años después, con más de ochenta de edad, Oliart sería nombrado por ZP director de TVE.

P.- Lo  que me dices sobre el Informe Jáudenes y sus derivaciones es algo muy serio ¿Cómo te lo explicas?
R.-
Sólo hay una explicación: convierten el juicio en una razón de Estado y, bajo ningún concepto, pueden aparecer argumentos de peso que cuestionen la participación o el protagonismo del Rey.

P.- ¿Alguna de las partes llega a plantear la posible anulabilidad del juicio?
R.-
No, que yo sepa, no.

P.- Lo cierto es que el comandante Cortina, acusado en el proceso de rebelión militar, por el fiscal José Mª  Claver -ministro togado de la Armada- terminó absuelto por falta de pruebas. ¿Cómo pudo salir tan bien librado?
R.-
En el libro «La CIA en España», de Alfredo Grimaldos, se relata la explicación. El fiscal, durante la mañana, le está sometiendo a un interrogatorio, en el que Cortina no es capaz de dar respuestas plausibles. Se hace un receso para almorzar y Cortina solicita llamar por teléfono; marca un número y le dice a su interlocutor que si el fiscal sigue acosándole de ese modo, cuenta «lo de Carrero«. Cuando se reinicia el juicio, el fiscal deja de hacerle preguntas incómodas y el resultado será que no presenta cargos contra él. No estaría mal que José Luis Cortina algún día contara, para conocimiento de los españoles, quienes fueron los responsables del asesinato del presidente del Gobierno, Carrero Blanco, que parece que lo sabe.

Aznar y la Inteligencia avalada
El testimonio del ex agente del CESID, Diego Camacho, tiene poco que ver con la visión convencional, repuesta por TVE-1, en pleno «ferragosto» vacacional, sorprendiendo a tirios y troyanos, y reactualizando el tema en línea políticamente correcta. Lo comentamos  de pasada, sin más.

P.- Tú sufres -continúo así  el diálogo con el coronel- cuando ya habían pasado  varios años, las consecuencias negativas de la denuncia sobre las complicidades habidas, con un cese en el CESID que estimas improcedente ¿no es así?
R.-
Quince años después, del 23-F, y tras haber prometido a todos los españoles en su campaña electoral, que iba a regenerar la vida política española, el señor Aznar coloca al frente de los Servicios de Inteligencia y de la Seguridad del Estado, a los golpistas del año 81. Éstos, al hacerse cargo de sus funciones, lo primero que hacen es ponernos en la calle a los que les hicimos frente en esas fechas.

P.- Pon nombres, por favor, a esos golpistas del año 81, que retornan con Aznar
R.-
Javier Calderón, ya jubilado, es nombrado Director del CESID. En 1981 era el máximo responsable operativo del Servicio y bajo cuyas órdenes directas estaba José Luis Cortina, jefe de los equipos operativos. Este último será nombrado por Aznar, asesor de seguridad nacional del Presidente del Gobierno. Con estos dos nombramientos, todo el aparato de la seguridad del Estado del año 96 queda en manos de los golpistas del año 81. Además como el Presidente en su campaña electoral había prometido la regeneración democrática, colocaron en la calle a 28 agentes que no teníamos nada que ver ni con la guerra sucia de los GAL, ni con las escuchas telefónicas ni con la corrupción. Escogieron a sus enemigos personales; en mi caso fue por la defensa que hice de la Constitución el año 81 y mi rechazo a convertirme en su cómplice aceptando el puesto que se me ofrecía. Aunque esto no es lo más grave, sino que Calderón a las personas directamente implicadas en esos agujeros negros los ascendió a todos, con objeto de conseguir lealtades inquebrantables a su persona.

P.- A partir de ese momento, tú llevas a cabo acciones reivindicativas sobre tu comportamiento ¿Hasta dónde llegas?
R.-
Creo que se había cometido una gran injusticia al expulsar a 28 agentes para encubrir el hecho de no expulsar a otros que sí estaban implicados en unos hechos bastante horribles; en definitiva lo más sucio de esta historia es que se hiciera pagar a justos por pecadores. Mi reivindicación es muy sencilla, dejar negro sobre blanco, que mi expulsión del CESID se debió a la defensa, que en su día, hice de la Constitución y de manifestarme contrario a la participación en las asonadas que tuvieran por objeto acabar con la democracia en España.

P.- Eso, por elevación ¿Te lleva a publicar el libro que escribes como coautor?
R.-
En parte sí, aunque «La España otorgada», que escribí con Fernando Muniesa, es un ensayo cuyo objetivo fundamental es diferente. Hicimos un estudio crítico de la situación funcional del Servicio de Inteligencia español. Es un análisis  constructivo que propone modelos alternativos al existente, que viene del régimen anterior, como única vía de fortalecer la Seguridad Nacional.

Javier Calderón, ex director del CESID

P.- Creo que preparas otro libro ¿Qué plantearás ahora?
R.-
Si, planteo cómo la corrupción que abarca a casi todos los sectores de la vida española, tiene una incidencia negativa tanto en la política interior cómo en nuestro prestigio internacional y cómo los errores pasados influyen en hacernos la situación cada vez más difícil, no sólo en lo económico sino sobre todo en lo político, por la pérdida de los principios básicos que deben animar un sistema de democracia parlamentaria. El ciudadano vota a un partido por lo que carece de representantes reales y la justicia está politizada. Cuando no funciona la justicia, es imposible que funcione la democracia y parece que esto último no les interesa a los políticos.

 

P.- Y hablando de libros y volviendo atrás, al 23-F ¿qué obras te parecen más acordes con la realidad y que merece la pena leer?
R.-
«23-F: el Rey y su secreto», «23-F, el golpe del CESID», ambos de Jesús Palacios. «23- F: ni Milans ni Tejero» de Juan Alberto Perote. El de Francisco Medina contiene también aspectos interesantes, en mi opinión son los que aportan los datos esenciales. Pero hablando de libros sobre el 23-F, podríamos decir que hay dos bloques: el primero, los que intentan acercarse a la verdad histórica en base a los hechos contrastados; y  el  segundo, los que escriben un libro por encargo y tienen que seguir un guión predeterminado.

P.- Para poner broche a este diálogo vuelvo a algo que has dicho sobre Aznar. Me refiero a la gente que coloca al frente de los servicios de Inteligencia. Según tu versión, no tenía ni idea en relación con dichos servicios
R.-
Al venir avalados por Fraga y la Zarzuela los acepta. Después cuando salgo en los  medios, para denunciar la injusticia cometida con los 28 agentes y los infundios y las calumnias que se estaban propalando para justificar nuestra expulsión, Aznar no actúa  como un caballero. Mira para otro lado en lugar de informarse, mientras un coronel le está llamando mentiroso.

Al entrevistador le vienen a la memoria aquellos célebres versos cervantinos:

<<Esto oyó un valentón y dijo: «Es cierto
Cuanto dice voacé, señor soldado.
Y el que dijere lo contrario, miente».
Y luego, incontinente,
Caló el chapeo, requirió la espada,
Miró al soslayo, fuese y no hubo nada>>.