Abaha (12/4/2008)
Teníamos esperanzas, de algún cambio; pero no. Nuestras esperanzas se han visto frustradas. El presidente del gobierno español, José Luís Rodríguez Zapatero, ha mantenido en el cargo a Miguel Ángel Moratinos. Aunque a decir verdad, fuese quien fuese el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, los asuntos relacionados con Guinea Ecuatorial seguirían igual. O sea, «materia reservada», «apagón informativo», apoyo descarado a Teodoro Obiang Nguema,  creación artificial en el laboratorio de La Moncloa-Ferraz de una oposición «asalariada» a cargo de los «fondos reservados», y un largo etcétera, en el que entra la constitución de una macro fundación a cargo, en el período inicial, de los Presupuestos Generales del Estado español.

En ese continuismo de la política española para los asuntos guineanos no podía faltar el permanente acoso a la oposición -nos referimos a la verdadera oposición-, no a la que se presta a colaborar con el régimen dictatorial  de Guinea Ecuatorial. En España ese atosigamiento, ese aislamiento, lo lleva a cabo el gobierno de turno con la colaboración de todos los partidos políticos españoles (excepto UPyD, qué no sabemos que posición tendrá), unos por acción y otros por omisión.

Menos mal, que a pesar de tanta reunión entre sindicatos, asociaciones y -no podía faltar- San Egidio, brazo del Vaticano en asuntos de alta política internacional, la «estrategia» diseñada no acaba de ponerse en marcha. Entre otras cosas, porque el Gobierno español no ha podido conseguir retirar el asilo político a Severo Moto; y en  Guinea Ecuatorial, el dictador Obiang Nguema no logra domeñar a Unión Popular, a pesar de que haya decretado el «cese fulminante» de Faustino Ondó Ebang Nchama.

Obiang se ha visto obligado a tener que aplazar  las elecciones convocadas para el 4 de mayo. Ahora, es de esperar que pida árnica a Moratinos y acólitos para que le «saquen las castañas del fuego».