Eugenio Pordomingo (13/12/2008)
Hay tíos que por matar a 25 personas (veinticinco) no cumplen ni tan siquiera un año de cárcel por cada asesinato cometido, pero una bofetada, una simple bofetada, te puede costar dos o tres años en el trullo. Y más, si la cachetada ha sido propinada en el domicilio paterno y materno -al cincuenta por ciento-, no sea que la ministra flamenca de la Igualdad,  Bibiana Aido, me acuse de algo.

Estos días, además de las paridas del alcalde de Getafe, Pedro Castro, y de las salidas de tiesto de Manuel Fraga Iribarne, estamos asistiendo a una repentina convulsión social protagonizada por la juventud -en principio griega-, sin dejar al margen las cifras en ascenso del desempleo, planes rescate de la banca (en lo que va de año han ganado ya más dinero que el año pasado), y un nuevo rifirrafe entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón.

Pero la cosa no queda aquí. De Juana Chaos campea por Irlanda entre birra y birra, a la espera de que un juez de aquel país decida sobre su porvenir inmediato.

Me llama la atención, ya que estamos con asuntos de la Justicia, como el Gobierno de España y la mayoría de los medios de comunicación, lanzan a bombo y platillo, la detención de importantes redes de pedófilos y pederastas en toda Europa -España, lamentablemente, va a la cabeza en esa desvergüenza-, pero después el silencio. Se desconocen nombres, profesiones y, sobre todo, las condenas. Bueno, condenas, condenas, no, porque no hay en la mayoría de los casos ni juicio… Debe ser desolador para los servidores públicos ver como su trabajo se va al garete…

Eso sí, cuando el infractor o infractora es un pelanas, siempre hay un director de colegio acusica, un agente social con ánimo de mantener el puesto en la ONG, un vecino perjuro, o un juez o fiscal, que código en mano, hacen pasar las de Caín al más pintado.

Y eso es lo que le ha ocurrido a la pobre María del Saliente A.M., que encima es sordomuda -las desgracias nunca vienen solas-, que el 6 de octubre de 2006, le propino un sopapo a su hijo, con tan mala fortuna que éste debió darse de rebote -como algunas balas- un golpe que le produjo alguna pequeña lesión.

Comienza la desafortunada cadena. El profesor pregunta al niño; interviene el tutor y el director; después la enfermera y el médico; luego la Policía Local o la Guardia Civil. Y, de repente, el asunto -un enorme legajo- va a parar al Juzgado, donde la maquinaria del ministro de Justicia,  Mariano Fernández Bermejo, se pone en marcha…

Los vecinos de Pozo Alcón (Jaén) no salen de su asombro cuando se enteran que su vecina, María del Saliente, ha sido condenada a 45 días de prisión y a más de 13 meses de alejamiento de su hijo, el agredido.

Pero ahora, la Fiscalía ha recurrido, pues considera que la sentencia no tuvo en cuenta que los hechos tuvieron lugar en el domicilio de la familia, y por eso solicita 67 días más de cárcel para la madre.

No voy a entrar en si hubo un acto de agresión o dos; o si hubo intensidad en la misma o ánimo de «machacar» al muchacho -entonces, en 2006, tenía 10 años-, ni voy a tratar de hacer reflexionar a nadie; ni tampoco quiero hacer un relato plañidero del estado de ánimo de la madre agresora cuando en televisión imploraba para que no la separen de su hijo; ni tampoco voy a mencionar lo que éste, de espaldas -pues es un menor-, pedía exculpando y disculpando a su pobre madre. Un drama, un auténtico drama…

Decía Víctor Hugo que «ser bueno es fácil; lo difícil es ser justo». No se si es bondadoso, justo o injusto,  pero a mi me pide el cuerpo solicitar cadena perpetua… -y me quedo corto-; pero, por favor, no me pregunten para quién…