Eugenio Pordomingo (15/12/2008)
En los tiempos que corren la desinformación es algo consustancial en nuestras vidas. Pero de tanto apretar la tuerca, ya se sabe, el tornillo cede y se «pasa» de rosca. O de tanto ir a por agua a la fuente, el cántaro se rompe. Eso es lo que está sucediendo con el asunto de la invasión de Irak.

Al Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, un periodista le arrojó ayer, en el transcurso de una rueda de prensa,  dos zapatos -los suyos, supongo-, que el mandatario estadounidense esquivó. Hoy los medios de comunicación comentan largo y tendido sobre la  «agresión a Bush«. Hombre, agresión, agresión, ha sido la invasión de Irak y la muerte de cientos de miles de iraquíes, sobre todo ahora que se han visto obligados -cuando abandonan el poder- a reconocer que en Bagdad no había «armas de destrucción masiva». Ahora si que las hay.

Bush se encontraba en Bagdad para ratificar el acuerdo -por llamarlo de alguna manera- de seguridad entre Estados Unidos e Irak. Este acuerdo contempla la presencia del Ejército estadounidense (más de 150.000 soldados) hasta finales de 2011, además de una «asociación estratégica a largo plazo». Del petróleo ni mencionarlo, ya se sabe de quine es ahora.

Con el motivo, repito, de ratificar ese acuerdo, el Presidente Bush viajó a Irak. Lo hizo en compañía de un nutrido grupo de responsables gubernamentales en asuntos de la guerra y la seguridad nacional.

Cuatro son las visitas que George W. Bush ha realizado a la antigua Mesopotamia, desde que ordenara la invasión del país.

Pero volvamos a la rueda de prensa. Bush se encontraba en compañía del Primer Ministro  iraquí, Nuri Al Maliki, cuando un periodista le lanzó sus zapatos -uno detrás de otro-, a la vez que gritaba: «Toma tu beso de despedida, pedazo de perro».

A estas horas los medios de comunicación nos han repetido una y otra vez que el presidente de Estados Unidos reaccionó bien, que no dio importancia al asunto (agresión), que esquivo cual gacela los dos zapatos, y que incluso se permitió el lujo de ironizar sobre el tamaño de los mismos. «Puro macho», que diría un mexicano.  

Los mismos medios de comunicación nos han informado que el periodista agresor es iraquí -no nos cabe duda-, que se llama Muntazer al Ziadi, y que trabajaba (no sabemos si sigue en la misma empresa después de lo ocurrido) como corresponsal de la cadena de televisión suní, al Baghdadia.

En el video difundido por Atlas se puede ver como varios hombres se abalanzan sobre Muntazer al Ziadi -algo lógico y normal- y en cuestión de segundos los hercúleos agentes de seguridad iraquíes y los del servicio secreto estadounidense, reducen al enfadado iraquí, y lo sacan de la sala.

Un reguero de sangre indicaba por donde le llevaban…

Quizás, Muntazer al Ziadi, tiene algún familiar, o varios, debajo de los escombros de algún barrio, literalmente arrasado, de Bagdad…

Nota:
La fotografía es de  la agencia AFP-AP.