Armando Rubén Puente  (24/5/2009)
palestinaCreo que la persona indicada para tratar hoy y aquí el tema que se me ha encomendado, hubiera sido don Rafael Moreno Izquierdo, profesor de esta Facultad que ha presentado un trabajo completo y objetivo sobre el tema en «Cuadernos de Periodistas», revista de la Asociación de la Prensa de Madrid, en su número del mes pasado. Sintiendo su ausencia trataré de exponer el tema.

Israel perdió la guerra del Líbano hace tres años. Esa derrota del quinto ejército más poderoso del mundo no solo hirió el orgullo de los israelíes, sino que tuvo en la política interior del país muy importantes consecuencias, en el gobierno y las Fuerzas de Defensa de Israel. A partir de entonces los gobernantes y los jefes militares tomaron medidas para que en la siguiente «guerra defensiva» (es su lenguaje) que tuvieran que realizar no se repitieran las causas que condujeron a las humillaciones que les causó Hezbolá.

La «Operación Plomo Fundido» fue planificada hasta los más mínimos detalles con una precisión y minuciosidad, yo diría que germánica, heredada por muchos de los dirigentes de Israel, cuyos abuelos y bisabuelos fueron educados a principios del siglo pasado en Centroeuropa.

Del mismo modo que los norteamericanos fueron heridos en su orgullo por el modo en que terminó la guerra de Vietnam y sacaron consecuencias del papel jugado en aquella guerra por los periodistas, las autoridades israelíes tomaron desde medio año antes de iniciar la «Operación Plomo Fundido» medidas para controlar a los periodistas y evitar la difusión de noticias «negativas» cuando se produjera la invasión, al tiempo que planeaban el empleo de las mas modernas tecnologías para llevar al ultimo rincón del mundo las razones de esa «operación defensiva».

Por eso un mes antes de empezar la operación se prohibió el acceso de los periodistas extranjeros a Gaza que desde un año y medio antes estaba bloqueada.

Cuando empezó la ofensiva, el 27 de diciembre del 2008, día de los Santos Inocentes en España y demás países de la vieja cristiandad, los centenares de periodistas y enviados especiales que se encontraban en Israel -mas de 400- se vieron obligados a informar desde Jerusalén, con las excepciones de las agencias y grandes medios de comunicación que tenían stingers en la Franja de Gaza.

La Asociación de Prensa Extranjera en Israel protestópresidente-de-israel1 por aquella «prohibición sin precedentes, que representa una severa violación de la libertad de prensa» y al no ser atendida su reclamación por las autoridades recurrió al Tribunal Supremo, que al cabo de una semana dictó una sentencia a favor de los periodistas, ordenando que el gobierno permitiera la entrada en la Franja de un numero limitado de periodistas -formar un pool– que informara de lo que estaba ocurriendo.

El Tribunal Supremo actuó sin dilación, pero estábamos ya a principios de enero y los muertos se contaban ya por centenares. Las autoridades de Israel «acataron y respetaron» la sentencia, pero dejaron correr el tiempo, aplicando un tratamiento que ya empieza a dársele al presidente Obama, que ya aprenderá; ya verá en los próximos meses lo que van a hacerle sus aliados. Israel sabe que los presidentes norteamericanos pasan y que Israel existirá hasta el día del Juicio Final y prosigue inflexiblemente su política para acabar con la presencia palestina y árabe, no solo en los territorios de la Autoridad Palestina, sino en su propio territorio, hasta que el Estado de Israel se convierta en el Estado Judío de Israel, como ya comienza a reclamarlo el actual gobierno.

El 9 de enero por 160 medios de comunicación internacionales reclamando que se abriera la Franja de Gaza a la prensa mundial. Los medios españoles que la firmaron fueron RNE y TVE, El País, El Mundo, El Periódico de Cataluña y la televisión La Sexta. Si me olvido de alguno pido disculpas. «Nosotros, medios de comunicación de todo el mundo, nos unimos a la organización internacional de defensa de la libertad de prensa Reporteros sin Fronteras para pedir a las autoridades israelíes que vuelvan a dejar que nuestros reporteros entren en la Franja de Gaza. Ante la amplitud de las operaciones militares, así como de las repercusiones que generan en todo el mundo, el hecho de que las autoridades israelíes cierren la Franja a la prensa nos parece indefendible y peligroso. Resulta incomprensible que Israel impida que la prensa dé cuenta, de forma independiente, de unos acontecimientos que nos afectan a todos».

El mundo entero seguía la invasión a través de imágenes de televisión y fotografías tomadas a unos cuantos kilómetros de la frontera. Todos las recordamos: inmensas columnas de humo producidas por los bombardeos, los soldados israelíes junto a filas de tanques. Los periodistas tenían que limitarse a entrevistar a gentes de los poblados y asentamientos israelíes vecinos, fotografiar los restos de algunos cohetes artesanales lanzados por Hamas y escribir crónicas desde Jerusalén con los datos oficiales que les daban las autoridades gubernamentales y militares. No se veían imágenes de los muertos y heridos mutilados; experiencias anteriores habían aconsejado a los expertos israelíes a prohibirlas, sabiendo el impacto de podrían producir en la opinión pública.

Estas y otras imágenes nos llegaban a través las compradas a Al Yasira y Al Arabiya por varias cadenas de televisión europeas para tratar de equilibrar las versiones que nos de colaboradores locales palestinos: escuelas de la ONU, ambulancias de la Media Luna y viviendas, mujeres y niños muertos o revolviendo entre los escombros para recuperar algunos objetos de las casas que hpalestinaabían perdido; edificios públicos, el ministerio de Hacienda, el Justicia, el que era sede de una veintena de agencias de prensa y cadenas de televisión llegaban de un solo lado. Por esas cadenas árabes y las fotos que mandaban colaboradores locales palestinos nos enteramos que en aquellos días murió un camarógrafo de la agencia Reuters y resultó herido el técnico en sonido, ambos stingers, cuando un tanque israelí disparó a corta distancia contra un automóvil en el que viajaban que tenia las letras TV en grandes caracteres y los dos periodistas llevaban chalecos con la palabra press.

Un español, Alberto Arce, que se encontraba en la Franja como miembro de la ONG Free Gaza, fue contratado por el diario «El Mundo» y por él tuvimos una visión próxima de los acontecimientos.

El 12 de enero las autoridades israelíes ejecutaron el fallo del Tribunal Supremo la entrada en la Franja de Gaza de 4 reporteros (uno de la BBC y otros 3 israelíes), que el 15 lo hicieron «empotrados» en el Ejercito. Habían transcurrido 20 días desde el inicio de la «Operación Plomo Fundido».

En Tel Aviv se dice y se repite que una vez más los medios de comunicación españoles habían dado una versión deformada de la operación llevada a cabo por razones «defensivas»: Por fin, a los ataques que los «terroristas de Hamas» efectuaban mediante cohetes contra la población civil israelí. Con un criterio que a mi me recordaba el de los regímenes totalitarios y las dictaduras, para quienes los periodistas amigos son una especie de funcionarios o están identificados con su manera de pensar y gobernar. Los demás son enemigos. No creen que puedan existir periodistas neutrales o independientes. Esto no es de hoy. Recuerdo de mi primer viaje a Israel como enviado especial de la «Editorial Abril» de Buenos Aires, hace 36 años, cuando el director de información del gobierno me dijo «¿Y por qué el Sr.Civita -director de la editorial, que era judío- lo ha designado a Ud. y no a una persona que nos comprenda, que tenga nuestra cultura, sentimientos y valores?».

En Tel Aviv se opina que en muchos de los medios de comunicación españolas hay redactores que son antisemitas, influidos por los fundamentalistas islámicos; que existe una gran incomprensión hacia ellos, «prejuicios heredados de la época de la Inquisición», como he oído decir.

Yo creo que la relación de analistas y columnistas que sostienen la causa de Israel en España es por el contrario amplia. Paradigmático me parece el artículo de Gabriel Albiac -antiguo marxista-leninista maoísta, hoy una especie de «prosélito»- que ayer, en ABC, que comienza diciendo «No hay estado en el mundo al cual no se reconozca potestad para defender sus fronteras. Salvo Israel». Yo le preguntaría a Albiac cuales son las fronteras de ese Estado que han de ser defendidas. Porque hace tres días el Presidente de los Estados Unidos, tras reiterar la garantía de que Washington defendería incondicionalmente a Israel en caso de ser atacado y pedía a Netanyahu que fijara las fronteras del Estado y hace una decena de días hacia lo mismo el Papa Benedicto XVI. Si no lo habéis leído buscad el artículo y conservadlo. Dentro de un cuarto de siglo volved a leerlo y os resultará una perla.

Cuatro semanas después de terminada la «Operación Plomo Fundido» Reporteros sin Fronteras «animaba» a las Naciones Unidas a adoptar una resolución en la que se solicite a Israel «no emplear en el futuro semejantes métodos coercitivos de control de la información en tiempo de hostilidades, que es escandaloso y debe ser condenado por la comunidad internacional».

Otras organizaciones de conocido prestigio, como Human Rights Watch, formularon durante las hostilidades y en los meses siguientes declaraciones. La última declaración deobama-y-clinton la que tengo noticia es Freedom House, que en su análisis anual dice que Israel, que ocupaba el puesto 31 el año pasado ha pasado al puesto 71, empatado con Benin, tras lo sucedido en Gaza. Es la primera vez, al perder el puesto 31, que Israel queda excluido de los países donde existe libertad de prensa. Añado que los Territorios Palestinos cayeron del puesto 86 al 181 «por intimidar a periodistas».

Quiero terminar con el lema de Reporteros sin Fronteras: «Si no lo contamos no existen». Es lo que está sucediendo en estos días en las provincias del noroeste de Pakistán, en esa gran operación contra los que se califican de «talibanes», provincias de las que han tenido que huir en menos de dos semanas mas de un millón de civiles; mujeres, niños y ancianos, porque se supone que todos los hombres con posibles enemigos y talibanes. El modelo creado por Israel en Gaza empieza a generalizarse.

La libertad de expresión, el derecho fundamental del periodismo de ver, observar, escuchar y hablar para luego poder contar con la mayor independencia y equilibrio de que seamos posible, tiene cada día mas enemigos. Los periodistas tenemos el derecho y el deber de ser testigos, de contar aquello que vemos y escuchamos.

Y para terminar, os prometo que esta vez de verdad, citar las palabras del eurodiputado David Hammerstein, uno de los ocho que rompieron el bloqueo impuesto por las autoridades israelíes y entraron en Gaza sin su permiso, a través Rafah, el paso fronterizo con Egipto: «No puede haber guerra sin testigos. Es la llave de la impunidad». Por cierto Hammerstein es judío como indica su apellido.

N. de la R.
Armando Rubén Puente, de nacionalidad argentina, ha sido corresponsal del diario «France Soir» y la revista «Le Point» de Paris y colaborador de otros medios franceses, entre ellos «Le Monde» y de los diarios «Tiempo Argentino» y  «La Nueva Republica» y las revistas «Panorama» y «Siete Días». Actualmente es corresponsal de la agencia AICA de Buenos Aires. Ha sido enviado especial en 43 países,  en tres ocasiones en Israel). Es autor de una Historia de América Latina, las biografías de «Los hermanos de San Martín»  y del sevillano  «Alejandro Aguado», así como de una obra sobre la advocación española de La Virgen de la Soledad. 

El texto que publicamos, corresponde a la intervención de Armando Rubén Puente en la Mesa Redonda que tuvo lugar en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, el pasado 22 de mayo.