Alberto Priego (11/5/2009)
SI BIEN ES CIERTO QUE las relaciones entre Washington e Islamabad nunca han sido fáciles, la llegada de Obama las ha complicado aún más. Las declaraciones de varios miembros de la administración acusando al gobierno pakistaní de no hacer todo lo que está en su mano para luchar contra el integrismo han provocado un gran revuelo en Islamabad de cara a la Cumbre Trilateral Afganistán-Pakistán-Estados Unidos. Por un lado, está presionado por la comunidad internacional para que frene el avance de los Talibanes en Pakistán. Por el otro, los propios Talibanes, antiguos clientes de los servicios secretos pakistaníes, amenazan con hacerse con el poder haciendo saltar en pedazos Pakistán. Entre tanto, cada vez es más y más difícil frenar los avances de los talibanes que han llegado a estar a 100 Km. de la capital, provocando el pavor de la Secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton.
UN DISTRITO ESTRATÉGICO
El pasado 24 de abril, en la Mezquita de la ciudad de Dagger (Buner), se produjo un encuentro entre el insurrecto Maulvi Khalil, el líder del TTP Maulana Sufí Mohammed y presumiblemente un representante del gobierno pakistaní.
La negociación versaba sobre la necesidad de retirarse del distrito de Buner ante las presiones ejercidas por los norteamericanos que temen que desde este punto los Talibán pudieran lanzar un ataque sobre Islamabad y hacerse con el poder.
«Las acusaciones llegan en un momento especialmente crítico ya que la Asamblea Nacional acaba de aprobar la conocida como Nizam-e-Adl-Regulation que regula y legitima la implantación de la Sharia en el Valle del Swat marcando un precedente para futuras regiones». Según parece un grupo de unos 500 hombres armadas habría lanzado una ofensiva sobre Buner desde el Valle del Swat que se ha convertido en un bastión desde que Zardari permitiera aplicar la Sharia a cambio de paz. Así, los hombres de Maulana Sufí Mohammed han encontrado una base desde donde lanzar sus operaciones contra otros territorios de Pakistán e ir imponiendo poco a poco su plan de derrotar al gobierno e implantar un Estado teocrático al estilo del diseñado por Mawdudi. Al igual que ocurre en el Valle del Swat, en Buner se comenzó a corregir conductas sociales «desviadas» como permitir a las mujeres ir destapadas, a niñas asistir a los colegios o a varones ir sin barba. Sin embargo, la presión de Estados Unidos que llegó incluso a amenazar con una intervención militar, provocó que el gobierno pakistaní lograra la retirada de los milicianos de este territorio.
AMENAZA GLOBAL Y EXISTENCIAL
Entre los críticos de la administración americana quizás la más dura haya sido la Secretaria de Estado Hillary Rodham Clinton. La Secretaria de Estado ha calificado la situación de «amenaza global y existencial» al tiempo que ha exigido a Pakistán que retire sus tropas de la frontera con la India y las empleé en el frente norte contra los Talibán. Al tiempo, otros miembros de la Administración Obama como el Secretario de Defensa o el propio el Enviado Especial a Afganistán y Pakistán también han realizado declaraciones en las que se acusa al gobierno Zardari de decir más que hacer en contra de los Talibán.
«En Washington la preocupación es cada vez mayor al ver que el gobierno pakistaní no sólo no controla el país sino que además cede frente a los islamistas cada vez que éstos le plantean el más mínimo desafío». Las acusaciones llegan en un momento especialmente crítico ya que la Asamblea Nacional acaba de aprobar la conocida como Nizam-e-Adl-Regulation que regula y legitima la implantación de la Sharia en el Valle del Swat marcando un precedente para futuras regiones.
Lamentablemente, dicha medida ha contado con el apoyo de prácticamente todos los partidos políticos con la excepción del PML-N de los hermanos Shariff y del antitalibán MQM. Desde Occidente la medida se ve con gran recelo aunque Zardari, en su defensa, esgrima dos razones para su aprobación: evitar un baño de sangre en Pakistán y hacer caso a los deseos de una población que supuestamente reclama estas medidas. Mientras que la primera es sinónimo de rendición la segunda es claramente falsa habida cuenta de los 500.000 desplazados que se han escapado del terror Talibán en el Valle del Swat.
RETIRADA A CAMBIO DE QUÉ
La toma del distrito de Buner suponía una gran victoria para los Talibanes pakistaníes (Tehrik-i-Taliban Pakistan) ya que se trata de un emplazamiento estratégico para el asalto de otros seis distritos más, incluyendo la capital. Además, al igual que ocurre con el Valle del Swat, Buner es una zona rica en recursos naturales (mármol, esmeraldas) sobre los que los talibanes imponen tasas con los que obtener recursos para continuar con su lucha armada. Además, la ya citada cercanía a Islamabad (100 Km.) y la posibilidad de acceder a la principal fuente de suministro de agua de la capital (la presa del Tarbela) incrementaba la peligrosidad de esta última conquista Talibán.
«Las relaciones entre Washington e Islamabad parecen estar más tensas que nunca. Las declaraciones de varios miembros de la Administración Obama han sentado mal en el seno del gobierno Zardari que las consideran una injerencia en sus asuntos internos». Si bien es cierto que el pasado 24 de abril los Talibanes accedieron a retirarse del distrito de Buner, cabe preguntarse por qué y sobre todo a cambio de qué. Aunque las declaraciones de Hillary Clinton provocaron un terremoto en Pakistán, Zardari decidió optar de nuevo por la vía de la conciliación frente al enfrentamiento directo.
Para ello envió un grupo de apenas 200 paramilitares en lugar de desplazar las divisiones que tiene en la frontera con la India. Si a esto le unimos la llegada a Buner del arquitecto de la paz del Valle del Swat, Maulana Sufí Mohammed, parece claro que Zardari ha optado de nuevo por arrodillarse frente a los Talibanes. De hecho, parece que la retirada de los Talibanes ha sido sólo formal y no real ya que la población local sigue quejándose de que son ellos y no la policía quienes controlan el distrito.
TENSAS RELACIONES
De cara a la Cumbre Tripartita Afganistán-Pakistán-Estados Unidos, las relaciones entre Washington e Islamabad parecen estar más tensas que nunca. Las declaraciones de varios miembros de la Administración Obama han sentado mal en el seno del gobierno Zardari que las consideran una injerencia en sus asuntos internos además de un apoyo implícito a su «enemigo», la India. Por otro lado, en Washington la preocupación es cada vez mayor al ver que el gobierno pakistaní no sólo no controla el país sino que además cede frente a los islamistas cada vez que éstos le plantean el más mínimo desafío.
La pregunta es si los Talibán, que ya forman un gobierno alternativo en zonas como el Valle del Swat, tienen capacidad para hacerse con el control del país incluyendo su arsenal nuclear. Ante tal posibilidad ya han saltado las alertas en varias cancillerías desde Nueva Dehli hasta Tel-Aviv.
En este contexto parece cierta la frase de Hillary Clinton de que la situación de Pakistán es una «amenaza real y existencial».
N. de la R.
Alberto Priego Moreno es experto en temas del Cáucaso y Asia Central. Ha sido investigador en el Departamento de Estudios Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, y actualmente es «Visiting Scholar» en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS, School of Oriental and African Studies). Es autor de «La Evolución del conflicto en Chechenia», «The Creation of the Azerbaijani identity and its influence in the foreign policy», «Georgia: ¿Otra Revolución de Terciopelo?», entre otras publicaciones. Ha trabajado como investigado invitado en East-West Institute y en el Center for Euro-Asian Studies.
Este artículo se publica gracias a la gentileza del autor y de Safe Democracy.