moratinosAbaha (9/7/2009)
La reconocida ONG estadounidense, Human Rights Watch publicó ayer un nuevo informe, «Petróleo y derechos humanos en Guinea Ecuatorial», en el que denuncia el mal uso que el gobierno de Guinea Ecuatorial hace con los ingresos procedentes del petróleo y gas.

Según recoge Human Rights Watch, el Gobierno del dictador Teodoro Obiang Nguema «en lugar de mejorar las vidas de los ciudadanos», ha aumentado «la malversación económica en el manejo de los miles de millones de dólares procedentes del petróleo».

El director del Programa de Negocios y Derechos Humanos de Human Rights Watch, Arvind Ganesan, afirmó en la presentación del informe sobre Guinea Ecuatorial, que «este es un país en el que la gente debería tener la riqueza per cápita de España o Italia y, sin embargo, vive en una situación de pobreza peor que la de Afganistán o Chad. Esto demuestra la corrupción y la mala gestión del Gobierno, y su insensibilidad con su propia población».

Aunque este estudio no nos descubre nada nuevo, si ha sido oportuna su publicación, sobre todo porque coincide con el viaje de tres días que ha organizado el Gobierno de España a la ex colonia española. Afirma HRW que desde

«el descubrimiento del petróleo a principios de la década de los noventa, el producto interior bruto de Guinea Ecuatorial ha aumentado más de un 5.000 por ciento, y el país se ha convertido en el cuarto mayor productor de petróleo del África Subsahariana. Sin embargo, el nivel de vida de los 500.000 habitantes del país no ha mejorado sustancialmente».
La mortalidad infantil, sin embargo, se ha incrementado de la «ya terrible cifra de 103 muertes por cada mil habitantes en 1990, a 124 por cada mil en 2007. Asimismo, la tasa de mortalidad de niños menores de cinco años aumentó de 170 por cada mil en 1990 a 206 por cada mil en 2007».

Corrupción e ineficacia
El estudio destaca que Guinea Ecuatorial «ha vivido una serie de escándalos de corrupción en los que estaban implicados funcionarios del Gobierno y sus familiares. En 2006, el hijo mayor de Obiang, Teodorín, compró una propiedad en California valorada en 35 millones de dólares. En 2004, se gastó alrededor de 8,45 millones de dólares en mansiones y automóviles de lujo en Sudáfrica. Su único ingreso conocido era un salario mensual de 4.000 dólares como ministro del Gobierno. Los 43,45 millones de dólares que se gastó entre 2004 y 2006 para mantener su fastuoso estilo de vida superan los 43 millones que el Gobierno gastó en educación en 2005».

Una de las reflexiones más acertadas de este informe es la de que «Obiang controla el petróleo, el Gobierno y el país sin una presión internacional significativa. La inmensa riqueza de Guinea Ecuatorial seguirá siendo una máquina privada de hacer dinero para unos cuantos en lugar de un medio para mejorar las vidas de muchos».

Inútil nos parece el «llamamiento» que hace Human Rights Watch a los gobteodoro-obiang-nguemaiernos de Estados Unidos y España para que «ejerzan presión  sobre las autoridades de Malabo para que mejoren la situación de los derechos humanos, nieguen visados a los funcionarios implicados en casos de corrupción e identifiquen sus bienes para confiscar los beneficios y devolverlos a la población de Guinea Ecuatorial».

Junto a Moratinos viajan representantes de algunas de las empresas más importantes de España, como Repsol YPF, Unión Fenosa Gas, Elecnor, Isolux Corsán, Teyco, Makiber, Estudio Lamela de Arquitectos, Agem, Cofares y Navantia.

Otro viaje más, con el que se intenta fomentar las relaciones bilaterales y las inversiones de empresas españolas. Un viaje al que Obiang Nguema le intenta sacar «mucho jugo», sobre todo de cara a su permanencia indefinida en el poder (elecciones presidenciales) y a tratar de que los medios de comunicación españoles no hablen de él más que «cosas buenas», algo que casi ha conseguido sin esfuerzo.

Obiang Nguema ha exigido «respaldo político» y por eso van representantes del Senado y Congreso, además de Manuel Fraga. Lo único bueno de este viaje es que no  gusta mucho a Estados Unidos y nada, pero que nada, a Francia.

Atrás, en España, queda una oposición «internauta» que no consigue ni aglutinar a diez personas para ir al aeropuerto de Torrejón o Barajas para «despedir» como se debe a esta «desvergonzada» caravana de depredadores…