El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Borja Puig de la Bellacasa (Moncloa)  Foto archivo.

España
Aniceto Setién (2/6/2023)
Mucho se ha escrito estos días sobre la hecatombe de la izquierda. En sentido estricto, una hecatombe es el sacrificio ritual de cien bueyes (hecatombe, en griego, comparte prefijo, por ejemplo, con hectómetro). Parece que aquí los sacrificados han sido los concejales y diputados, bóvidos podemitas.

En Estados Unidos hay nueve ciudades que se llaman Madrid: en Alabama, Colorado, Iowa, Kentucky, Maine, Nebraska, Nuevo México, Nueva York y Virginia. ¿Tendrá algo que ver?

Docenas de analistas se han hartado a explicarnos por qué Belén Esteban vendía tantos libros o por qué INDA (Isabel Natividad etc.) tiene tantos votos. Las estrategias de marketing de una y otra admitamos que tienen mucho que ver: “Andreíta, cómete el pollo” y “Pedro Sánchez es ETA”. Mensajes simples y que todo el mundo entiende.

Pero, ¡el pueblo no se equivoca! Pocos analistas plantean, faltaría más, que un porcentaje nada desdeñable de la población carece de herramientas para la reflexión.

En EEUU ocurría hace años pero siempre habíamos pensando que el nivel cultural del  ciudadano medio de Nebraska no alcanzaba ni de lejos al de Navalagamella (por poner un ejemplo) y, sin nivel cultural, la capacidad para el raciocinio y de elección se desvanecen y por eso votaban al golpista septuagenario, tramposo, faltón y amaestrador de bulos. Parece que vamos alcanzando similar concentración de heces neuronales.

Sí, amable lectora, gentil lector. Estás leyendo bien. Este modesto juntaletras nunca se ha caracterizado por su corrección política y, efectivamente, estoy diciendo que hay que ser lerdo para elegir según qué papeletas y meterlas en una urna.

Y encima no ganamos para sustos. Pedro Sánchez seguro que sabe que el 23 de julio hay fiesta en casa de los Aznar porque Doña Ana, la matriarca, aquella otrora inefable alcaldesa de la Villa de Madrid, hace ese día, justo ese día, 70 primaveras. (También es el natalicio de Monica Lewinsky. Clinton y Aznar son zurdos. Que cada cual establezca casuísticas). No hay respeto por nada y ya son ganas de aguarle el cumpleaños a los Aznar. Y vaya si se lo van a aguar.

En la nunca suficientemente citada ni visionada Amanece, que no es poco (José Luis Cuerda, 1988), el alcalde (Rafael Alonso), visiblemente molesto porque un pimpollo reventón, limpia y prudente (Fedra Lorente), que se ha traído de la capital es reclamado por los mozos del pueblo porque “alcalde, es mucha mujer pa usté” cita al pueblo en asamblea frente a la casa consistorial y, constatado que la canalla persiste en sus exigencias de que Susan, que así se llama la recién llegada, además de ser turgente, sea comunal, grita visiblemente molesto: “mañana, elecciones; esta tarde hacemos campaña y mañana votamos. Y no quiero ver un cartel, que ya nos conocemos todos la jeta”. La perentoria cita con las urnas a que nos ha emplazado, haciendo uso de sus prerrogativas constitucionales, el Presidente del Gobierno, me ha recordado aquella secuencia.

Siguiendo con la película, los urgentes negocios y negociaciones de esa ciudadana gallega a la que le gusta Sumar (siempre que sume quien ella quiera y que las sumas las haga ella), se me antoja trasunto de la asamblea de mujeres que, presidida por Aurora Bautista, intenta ponerlas de acuerdo para decidir a quién votan para adúltera, puta, marimacho, etc. “Eso sí, al tonto del pueblo ya no lo elegimos nosotras, que eso era un embolado que nos metían los hombres con la excusa de que somos más sensibles”.

Hasta donde sé, las Belarra, Díaz, Vestrynge y otras andan negociando a todo correr, a ver quién se pone en dónde. Lo que no está muy claro es si el papel de “tonto del pueblo” se lo asignan, finalmente, a un conocido doctor en física teórica que marcha sobre ruedas o a un catalán que ha trabajado fuera de la política casi tanto como el incansable Santi Abascal.

Y ya que tenemos elecciones, me tiro al charco. Los analistas políticos tienen mucho en común con los economistas: son expertos en encontrar explicaciones plausibles sobre por qué se equivocaron en sus predicciones.

Yo voy a vaticinar y, si el director de Espacios Europeos me lo permite, en las próximas semanas iré profundizando en mis augurios.

Por un lado, el proyecto personal y personalista de Yolanda Díaz, en cuyo seno estará Podemos, así como IU, Compromís y otras formaciones, va a obtener del orden de cuarenta diputados y diputadas. Pedro Sánchez será reelegido presidente del gobierno, INDA y su “jefe”, así como Inda, dirán que ha sido tongo y habrá revueltas protagonizadas por el lumpen, azuzado desde la puerta del Sol, el de Génova y los del diccionario. El tío más alto, más guapo y mejor plantado que mira la Cibeles no va a decir nada, no vaya a ser que…

Aniceto Setién

Bildu, cuyo partido favorito es el PP, obtendrá exactamente los mismos y brillantes resultados en Vizcaya, Álava y Guipúzcoa y bajará algo en Navarra. Aunque en Madrid se ha visto poco, ha sido muy comentado un meme, confeccionado por el gabinete de comunicación de este partido vasco que, parafraseando aquella publicidad de una tarjeta de crédito, acababa diciendo “que el PP te haga la campaña electoral, ¡eso sí que no tiene precio!”. Las burradas, canalladas y vilezas que regüeldan según qué personajes en campaña quizá calan, como lluvia fina, en Madrid. En Euskal Herria, habituados como están al txirimiri, provocan justo el efecto contrario.

En resumen, se va a reeditar el “pacto de investidura” y los españoles le van a amargar el cumpleaños a la Botella.

Estos son mis pronósticos. Nos vamos a hartar a escuchar análisis adivinatorios y, sobre todo los que no acierten, que serán la mayoría, luego nos explicarán de forma seria y sesuda que, en realidad, no es que ellos hayan fallado, es que los votantes no han sabido leer no sé qué mensaje o que tal partido se ha equivocado en su estrategia.

El caso es que, para los Aznar-Botella, va a ser un día aciago y al final va a ser verdad que Pedro Sánchez es la encarnación del maligno.