Eugenio Pordomingo (17/9/2009)zapatero-y-obiang1
El ex Embajador de Nicaragua en Chile, Silvio Avilez Gallo, nos ilustra en el diario «Nicaragua Hoy»  con un interesante artículo de opinión, sobre la aplicación de la Ética en la Política.

Dice el ex embajador Avilez Gallo, que la «sociedad internacional (también llamada comunidad de naciones) comprende Estados independientes, territorios, dominios, colonias y otras posesiones que en conjunto constituyen la totalidad de entidades políticas que conforman el mundo actual.  En principio, este conglomerado bastante heterogéneo se rige por postulados y normas del derecho internacional público, que establecen el «modus operandi» para la convivencia pacífica del conjunto».

Continúa, afirmando que «Las organizaciones internacionales de carácter global -como las Naciones Unidas- o regional -por ejemplo, la Organización de los Estados Americanos (OEA), la Organización de la Unidad Africana (OUA), la Conferencia Islámica (CI), la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), la Unión Europea (UE), etc.- establecen, en sus cartas constitutivas, las reglas y acuerdos entre sus miembros y éstos complementan estos principios generales y los ponen en práctica mediante instrumentos solemnes llamados tratados, convenios o acuerdos»

Pero, Silvio Avilez Gallo va más lejos, y se plantea que en la base de toda esta infraestructura jurídica formal consignada por escrito «existen otras normas o principios de carácter ético que son comunes a determinado tipo de sociedad internacional».

Después de definir la ética como «una rama de la filosofía que busca, mediante la reflexión, las razones para justificar la actuación del ser humano en determinadas circunstancias», afirma que a veces ésta se confunde con la moral.

Tras preguntarse por la relación que existe entre ética y política, y después de definir a la segunda, vuelve a interrogarse sobre el posible «uso legítimo de la fuerza para mantener el orden y la paz social».

«Se comprende, entonces, que una conducta pueda ser legítima porque se ajusta a determinadas normas, pero al mismo tiempo no sea ética o correcta desde el punto de vista de la realidad moral objetiva», reflexiona el ex embajador nicaragüense, a la vez que cita un ejemplo: «la autoridad policial puede detener a un ladrón sorprendido in fraganti, pero no puede ultimarlo a balazos si éste se halla desarmado».

Como bien dice Avilez Gallo, los conflictos entre la política y la ética no siempre son fáciles de resolver,zelaya-presidente-de-honduras especialmente en el campo de las relaciones internacionales.  Y cita el caso de Honduras, «donde no obstante que se trató de un acto legítimo desde el punto de vista de la actuación de los distintos poderes del Estado con estricto apego a la Constitución y las leyes del país, la comunidad internacional pasó por alto toda una serie de circunstancias y hechos concretos del destituido mandatario y se ha empeñado en calificar de «golpe de Estado» lo que en rigor fue el uso legítimo de la fuerza de parte de las autoridades para garantizar la paz social y la convivencia pacífica entre los hondureños, puestas en entredicho por las constantes violaciones del ex Presidente Zelaya a disposiciones concretas de la Constitución y sentencias de los poderes judicial y electoral«.

Para el ex embajador, la comunidad internacional desconoció «no sólo el derecho positivo y los propios instrumentos jurídicos vigentes sino que, en el caso concreto de la OEA, intervino abusivamente en asuntos que son de la exclusiva competencia de los hondureños». Para él, la actuación de la OEA, su Secretario General y la de los países miembros que integran la entidad «fue éticamente incorrecta, si la comparamos con otro caso en particular».

GUINEA ECUATORIAL
Resulta -dice el ex embajador nicaragüense- que «el gobierno socialista del Presidente Rodríguez Zapatero de España, que ha llevado la voz cantante por parte de la Unión Europea en su cruzada contra Honduras, ha tenido un comportamiento que puede parecer políticamente correcto, desde el punto de vista español, en sus relaciones con su ex colonia Guinea Ecuatorial, donde desde hace 30 años gobierna autoritariamente el Presidente Teodoro Obiang, quien llegó al poder mediante un golpe de estado contra su sobrino, el Presidente Francisco Macías, al que luego asesinó, y ha ejercido una dictadura sangrienta y represiva contra el sufrido pueblo guineano. España no sólo no interrumpió sus relaciones con el régimen de Obiang sino que las incrementó, sin importarle en lo más mínimo la suerte de la población, de los opositores y las violaciones masivas a los derechos humanos. Obiang inclusive fue recibido en visita oficial en Madrid por el Presidente del gobierno español y también por el Rey Juan Carlos I«

Aclaremos que el golpe de estado de Obiang Nguema fue contra su tío, pero sobre todo -es importante- que se sepa que contó, no sólo con la ayuda de España, sino que el «golpe» fue inducido y preparado por la Madre Patria. En aquella ocasión con éxito inicial -aunque el sujeto (Obiang Nguema) fue nefasto-; otros intentos más recientes han sido un auténtico fracaso, han costado muchos millones de euros, han «entregado» a la oposición -tras fracasar- en manos del dictador guineano, y han supuesto una degradación de las instituciones españolas.    

Al igual que España -continúa Avilez Gallo-, los países miembros de la UE no desconocieron al gobierno golpista de Obiang, como tampoco los Estados Unidos -que se muestran inflexiobiang-y-el-rey-de-espana1bles e intransigentes en el caso del Presidente Micheletti«debido en parte a que el gigante transnacional estadounidense Mobil hace pingües negocios con el petróleo del país, considerado el tercer productor de crudo del África».

Relaciones éticamente incorrectas e injustificables
Silvio Avilez Gallo considera que «políticamente tienen derecho a mantener relaciones con la dictadura de Obiang, si se guían exclusivamente por las normas del derecho internacional que reconocen la voluntad soberana de los Estados y prohíben la injerencia en los asuntos internos -cosa que no se ha observado en el caso de Honduras- pero desde la óptica moral, tales relaciones son éticamente incorrectas e injustificables«.

La reflexión del ex embajador nicaragüense termina así: «Nuevamente nos encontramos ante el típico doble rasero que los países aplican cuando así conviene a sus intereses. Guinea Ecuatorial y Honduras son dos casos extremos y emblemáticos que vienen a confirmar la hipocresía y el fariseísmo de la comunidad internacional. Para vergüenza nuestra, los países que han rasgado vestiduras en el caso del «golpe» de Honduras y abogan por la restitución inmediata e incondicional de Zelaya en el poder, no han alzado la voz para denunciar la tragedia que desde hace 30 años vive el pueblo guineano y desvían impúdicamente la mirada para hacerse de la vista gorda porque la dictadura de Obiang conviene a sus mezquinos intereses, que obviamente tienen prioridad sobre consideraciones éticas o morales…»

¡Bienvenido al club, don Avilez Gallo, ex embajador de Nicaragua en Chile!