María González (14/2/2008)
Vuelve el día de San Valentín, y con él llega de nuevo la fiebre consumista en una sociedad en la que cada vez está más mercantilizada la manera de demostrar los sentimientos. Este modelo de consumo, irracional e insostenible, incrementa día a día el escenario de crisis ambiental y social.

En estos días en los que las paredes de las ciudades, la “tele” y las páginas de los periódicos están llenas de anuncios que muestran múltiples opciones en las que invertir el dinero para celebrar el día de San Valentín, resulta necesario plantearse que la publicidad, además de vender productos, promueve estilos de vida profundamente insostenibles social y ambientalmente, basados en el despilfarro y el derroche.

La publicidad se ha especializado en la comunicación emocional. El lenguaje audiovisual ofrece muchas herramientas para hacernos sentir simpatía, admiración o adoración por una marca y todo lo que ésta se ha esforzado en representar, y vende un estilo de vida y un modo de relacionarse que depende, cada vez más, del consumo. Esta comunicación emocional es sumamente eficaz porque consigue “fidelizar” a los clientes.

El consumidor/a crítico/a selecciona los productos que compra atendiendo a la calidad, al origen o al modo de producción, pero el cliente fiel a una marca simplemente compra.

No deja de sorprender cómo las sociedades de los países supuestamente más desarrollados y avanzados son cada vez más dependientes de los objetos de consumo para expresar los sentimientos. La mercantilización de las relaciones es cada día mayor, se educa y se fomenta una ideología basada en el consumo que promueve un modo de vida insostenible que acrecienta el escenario de crisis ambiental y social actual.

Ecologistas en Acción pone de manifiesto que la mejor manera de celebrar días como este es no consumiendo nada. En un mundo cada vez más acelerado quizás estas fechas, señaladas en el calendario como días de obligado consumo, sólo tengan sentido si se utilizan para reflexionar y pensar sobre las repercusiones ambientales y sociales del estilo de vida occidental. Pensar en cuáles son las verdaderas necesidades afectivas de la pareja, y en cómo se pueden cubrir de un modo sostenible puede ser una alternativa para frenar la mercantilización de las relaciones .

N. de la R.
Este artículo se edita gracias a la gentileza de la autora y de la asociación Ecologistas en Acción.

No hay etiquetas para esta entrada.