Abaha (16/8/2008)
Parece mentira, pero es verdad. Severo Moto, debía estar ya en su casa, con su familia, su mujer, sus hijos, sus nietos; disfrutando, quizás, de las Fiestas de La Paloma en Madrid, tomando entresijos y gallinejas, acompañados de una jarrita de sangría.

Pero, inexplicablemente, el depósito que fijo el juez Santiago Pedraz, de la Audiencia Nacional, de 10.000 Euros, no se hizo efectivo como es NORMAL y HABITUAL. Esa cantidad no se ingresó en la cuenta bancaria asignada al efecto, sino que se tramitó ¡en otra! Las transferencias de banco a banco, si no son de la misma entidad -como todo el mundo sabe- tardan dos o tres días. Y eso es lo que ha sucedido. La Audiencia Nacional no «reconoce» papeles de otros bancos, sólo se percata -natural- de lo que se ha ingresado en uno de los bancos designados al efecto…

¡Tranquilo, Zapatero! En esta ocasión sabemos que no ha sido culpa tuya, ni del Fiscal, ni del Juez. Lo de la cárcel, si. Eso si que despide tufo a montaje. 

En definitiva, que Severo Moto no abandonará el Centro Penitenciario de Navalcarnero (Madrid), hasta el lunes por la tarde, si es que no surge otra «imprudencia» similar a la que les hemos contado.

En cualquier caso, ya es cosa de horas…

No te preocupes, Moto, que la segunda fase de la  «Operación Navalcarnero»  ya ha entrado en vigor. En breve, se echará azufre en las paredes del Palacio Presidencial de Malabo, se encalarán todas las paredes y se pintará todo de nuevo. No debe quedar ni rastro…

¡Esta es tu casa, Presidente Moto! La mayoría de los guineanos te esperan ansiosos. Y la minoría que no desea tu retorno, pasado unos meses, reconocerán su error de no haberte apoyado.

Hablar o escribir sobre el viaje de Obiang Nguema a la República Dominicana para asistir a la investidura de nuevo del Presidente  Leonel Fernández, no merece la pena. Tampoco lo merece, el hurgar en lo que acontece en la jungla nigeriana ni en el Continente, ni las trifulcas temerosas del presidente de Guinea Ecuatorial con un poderoso general  de Nigeria. Como tampoco se debe perder el tiempo ya en mencionar el número y los nombres de los militares huidos a Camerún.

Ahora sólo hay que comprar azufre, cal, pintura y acondicionar la macrosala para los juicios venideros…