Severo Moto Nsá (9/8/2008)
Mi querido amigo Simon Mann. Con esta carta quiero testimoniarte toda mi solidaridad y exculparte de cualquier problema de conciencia que pudieras tener al haber sido obligado a señalarme con el dedo acusador de ser el responsable o el cerebro de una trama golpista que buscaba la expulsión del tirano de nuestro país.

Es verdad que busco la democracia desde hace más de 25 años.

Es verdad que no comparto nada con la dictadura que asola mi país desde hace tanto tiempo, que más parece una condena que un régimen político.

Es verdad que hago todo lo que está en mi mano y en mi corazón para expulsar a estos maleantes de los órganos de Gobierno de Guinea Ecuatorial.

Todo eso es verdad pero, desgraciadamente, no tengo ni la capacidad ni el entusiasmo de organizar intentonas golpistas con equipos mercenarios y esto, mi querido amigo, no te lo escribo a ti que, por supuesto, ya lo sabes; esto está escrito para los que te manipulan desde el presidio y el chantaje.

A la opinión pública y a los que quieren saber la verdad les voy a contar como te conocí, si no te importa.

Me llamo Severo Moto Nsa y soy el Presidente del Partido del Progreso de Guinea Ecuatorial. He trabajado siempre por la democracia y el escrupuloso respeto a los derechos fundamentales de las personas. No tengo formación militar y no sabría, tampoco quiero, manejar un arma de fuego u otro tipo.

He sufrido persecución, cárcel, torturas y amenazas de muerte por mi activismo político en favor de la democracia para mi país.

Mi formación es fundamentalmente humanista y cristiana. He sido seminarista y estudié magisterio y periodismo. Tengo una familia con mi esposa, hijos y nietos… a los que, por cierto, echo tanto de menos como tú a los tuyos.

Los dos estamos encarcelados gracias a los prodigios que ejerce el dinero en las manos menos apropiadas y que encima tienen poder. Tú fuiste extraditado a cambio de combustible y yo encarcelado, en España, a saber a cambio de qué pero, así son las cosas.

Siguiendo con las paradojas; hace cinco años, aproximadamente, logré reunir a un grupo de empresarios y políticos sensibilizados con la realidad de Guinea Ecuatorial.

A nadie le interesa, o a muy pocos, un país que funciona como un paraíso del crimen organizado. En Guinea Ecuatorial se blanquea dinero procedente de los negocios más espurios y degradantes; se falsifica todo tipo de documentación, vamos hasta el dictador exhibe títulos académicos que provocan vergüenza ajena.

Mi país es un campo de concentración, que te voy a contar que ya no sepas a estas alturas de la historia.

Llegamos a un acuerdo, los políticos y empresarios allí reunidos y que no era otro que el de forzar el cambio democrático, fíjate en el matiz de «democrático» y les plantee la posibilidad de organizar una plataforma política (ahora se ha puesto de moda pero cuando la cree me llamaron de todo) que estuviera estructurada y que representara una alternativa real a la tiranía de Guinea Ecuatorial. La Plataforma se llamaría y aún se llama así, «Gobierno de Guinea Ecuatorial en el exilio».

Mi idea, yo sé querido Simon Mann que todo esto ya lo sabes pero hay otros muchos que lo desconocen o lo desvirtúan, era trasladarme a Malabo y exigir una transición limpia y transparente que posibilitara la celebración de unas elecciones libres y democráticas. Todos se echaron las manos a la cabeza pues sabían que mi vida correría un serio peligro. Esto es algo que no es una novedad… En España tuve que abandonar, hasta en dos ocasiones, mi hogar para trasladarme con mi familia a lugares diversos por miedo a un atentado terrorista alentado desde las instancias de la dictadura de Guinea Ecuatorial. Gracias a mis colaboradores y a la profesionalidad de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado Español hoy estoy vivo, en la cárcel pero vivo.

Yo, lo reconozco, soy muy inocente o estoy muy cansado del exilio y anuncié que iría a Guinea Ecuatorial de cualquier modo y si había que morir prefería mi Patria a una calle de Madrid. Estaba decidido a entregarme, una vez más, a la violencia desmedida y brutal de estos gobernantes sicóticos y analfabetos que rigen los designios de mi país. Todos, entonces, me recomendaron que: ¡de ninguna manera! Y yo insistí en que mi decisión era irrevocable y que iría, aunque fuese a morir, a Guinea Ecuatorial.

Ahí es donde entras tú, te conocí, mi amigo Simon Mann. Tú debías organizar, como se dice… a sí, «mi cápsula de seguridad». Entre todos me habían convencido que lo mejor es que la protección estuviera en manos de un profesional y tú, eso me dijiste, estabas sobradamente preparado para garantizar la seguridad de todo el equipo que íbamos a jugarnos el todo por el todo en unas hipotéticas elecciones democráticas contra la dictadura y con el apoyo de importantes países civilizados.

La idea era enfrentarnos a un dictador sin escrúpulos desde la solvencia democrática y obligarle a aceptar el resultado de la consulta popular, como no puede ser de otra manera.

El resultado es que tú estás en la garras de la dictadura, obligado a inventarte historias inverosímiles y yo encarcelado en España, con más rigor que el peor de los terroristas, acusado de no se sabe muy bien el qué.

Con esta declaración pública quiero dejar testimonio de mi comprensión hacia las declaraciones que te han obligado a manifestar y que, por cierto, de poco te han servido a tenor de la pena que te han impuesto esta pandilla de torturadores.

Te deseo, desde la experiencia pues yo sufrí cárcel y torturas en Black Beach, que tu estancia sea lo más breve y llevadera posible y me gustaría verte libre y poder contar esta historia desde la verdad de los hechos.

Entiendo que el dictador esboce una media sonrisa cuando lea esta carta, al fin y a la postre él se librará de las iras del pueblo bien porque le sobrevenga la muerte o bien porque pacte su salida del país. Lamento que los colaboradores del régimen no hagan nada para llevar a Guinea Ecuatorial a la órbita de los países democráticos y avanzados, más ahora con el poder del dinero que le otorga ser el tercer productor de petróleo de África.

La historia lleva tiempo escribiéndose y cada día que pasa es una oportunidad que se pierde para la Paz y la Libertad de Guinea Ecuatorial. Espero que la Comunidad Internacional sea consciente que no debe dejar escapar la oportunidad de apoyar el paso a la democracia.

Yo estoy en la cárcel pero en realidad no represento ningún peligro y mi ideario es tan sencillo que no invita a ninguna confusión:

Abogo por el regreso en libertad de todos los exiliados, TODOS, con garantías de nos ser maltratados o perseguidos por los elementos del régimen.

Exijo la puesta en libertad de TODOS los presos políticos, incluidos los del Partido del Progreso, inmediatamente y antes de formalizar cualquier acuerdo. No negociaré con nadie que tenga secuestrada a mi gente.

Apoyo, incondicionalmente, cualquier propuesta que desemboque en una consulta popular de sufragio universal y en el que puedan presentarse todos aquellos candidatos o formaciones políticas que tengan un proyecto de futuro para el país y que sean los ciudadanos, de una manera libre y secreta, los que elijan a su gobierno legítimo.

Creo que estas propuestas, que son las que SIEMPRE he mantenido, no tienen nada que ver con un hipotético Golpe de Estado. El único terrorista que hay está gobernando el país.

Querido amigo, Simon Mann, esta pesadilla va a terminar muy pronto y quiero que no te atormente el haberme señalado con el dedo acusador.

Desde la comprensión y la serenidad que me da el actuar de acuerdo a mis más profundas convicciones, te deseo todo lo mejor y que Dios nos ayude a poner en marcha un proyecto que necesitan miles de personas y que se les niega desde la irresponsabilidad, el egoísmo y la avaricia más despreciable.

Recibe un cordial y fraternal abrazo.

N. de la R
Esta carta se publica gracias a la gentileza del autor y de la web del Gobierno en el Exilio de Guinea Ecuatorial.