espacioseuropeos.com (14/6/2009)
El máximo responsable militar estadounidense en Afganistán, David Petraeus, manifestó recientemente que la violencia en este país ha alcanzado las máximas cotas desde que Estados Unidos lo tomara militarmente en el año 2001.
Con acierto, el general Petraeus dijo: «Ésta es la tumba de los imperios (…) Es un lugar que nunca fue amistoso con los aspirantes a conquistadores». Asimismo, declaró que los ataques de la guerrilla afgana alcanzaron su máximo apogeo la semana pasada.
Más de 400 ataques de milicianos afganos se produjeron en la primera semana de junio, además de emboscadas, ataques con coches-bombas, a las instalaciones militares de la OTAN y del gobierno afgano, son una simple muestra del clima existente. Por otro lado, la indignación entre la población afgana crece a pasos agigantados, debido a los ataques de la aviación (tripulada o no) que ha causado hasta ahora miles de muertos entre la población civil.
Ayer, por ejemplo, en Kandahar (Afganistán) se produjo un ataque suicida contra una caravana de vehículos militares cisterna que llevaban combustible a una base de la OTAN ocupada por soldados estadounidenses y británicos. La tremenda explosión causó la muerte a ocho afganos, y otros veinte heridos de gravedad. El ataque tuvo lugar el pasado viernes en la provincia de Helmand.
Los convoyes de aprovisionamiento van casi siempre conducidos y escoltados por militares y policías afganos, debido a su peligrosidad.
En los últimos tres años este tipo de ataques han amentado de forma alarmante, lo que ha decidido al mando militar estadounidenses a que sean afganos los que conduzcan y controlen esos convoyes, aunque la OTAN les presta apoyo aéreo.