España
J.M.G.T. (20/10/2009)
Una nutrida asistencia ha compartido desayuno informativo del Fórum Europa con el secretario general de la UGT, Cándido Méndez. Allí se dejaban ver sindicalistas de la misma cuerda, como el veterano Nicolás Redondo, y de otra cada vez más próxima, casi anudable, como Fernández Toxo; pero también capitostes de patronal, como Díaz Ferrán, muy cercado por portadores de cámaras y micros cuando salía del salón del Ritz.
Como maestro de ceremonias, José Luis Rodríguez, presidente de Nueva Economía Fórum, entidad convocante, presentó, con un bosquejo en cuatro trazos, al orador.
Apuntó su origen extremeño y el trasplante familiar a Jaén. La afiliación a la Federación ugetista de la Construcción, en Andalucía, y su elección como secretario general del sindicato socialista, en 1994. También aludió a su amistad e influencia con el gobierno de Rodríguez Zapatero; ahí se quedó corto al lado de quienes lo equiparan con un cuarto vicepresidente líbero. Le atribuyó, en su actuación sindical, capacidad de resistencia, alejada de la tendencia a la confrontación visceral.
Pronto advertimos que la elocución de Cándido Méndez no anda sobrada de agilidad; pero su reposada contundencia, con datos y argumentos selectivos, posee eficacia.
Abordaba, como es lógico, la crisis económica en la que estamos inmersos, y recordó cómo había afirmado el presidente del Banco Central Europeo, monsieur Trichet, en esta misma tribuna, el 22 de junio último, que lo que nos ocurre se produjo porque Dios quiso. Era, pues, una explicación que Méndez tipifica como «teologal».
Prosiguiendo en ese tono desenfadado, aludió a una escuela de negocios estadounidense que culpa del origen de la crisis a la testosterona, porque impulsa a los varones a arrostrar riesgos tal vez inconvenientes. Dedujo que, sensu contrario, mujeres ejecutivas no nos hubieran metido en este pandemónium.
Metido ya en el análisis de la situación y recetas que se prescriben, se hizo eco de esa paradoja que considera competitivos, al tiempo, los salarios más bajos de los «currantes» y los «bonus» más altos de los altos ejecutivos.
La crisis, sin embargo, enfatizó el líder de la UGT, no se originó en el mercado laboral.
Rompiendo una apreciación muy extendida, aseguró, con porcentajes al canto, que en España el paro afecta por igual a trabajadores con contrato temporal y a trabajadores con contrato fijo, o sea indefinido. El despido aquí, por si fuera poco, es barato y expeditivo, con un despido exprés, cuando el patrono madruga a reconocer la improcedencia del propio despido.
«Hay que corregir la temporalidad -a juicio de Méndez– pero no con operaciones a la baja». Según su diagnóstico, también tenemos muchas empresas con empleo intensivo y bajas remuneraciones; como ante la crisis optan por aligerar personal y no renuevan sus equipamientos, todo ello repercute negativamente sobre la estructura productiva y, por ende, sobre la competitividad.
Sus recomendaciones para salir de la crisis ofrecen poca novedad y caen en lugares comunes de carácter genérico. Por supuesto que cualquier hijo de vecino suscribe de buena gana la necesidad de «recuperar la economía productiva frente a la especulativa». Ahí es nada.
Puede haber grandes manifestaciones
En facetas más directamente sindicales -durante el coloquio final- considera preciso retomar el diálogo social de alcance bilateral: patronal y sindicatos. Confirmó que puede haber grandes manifestaciones esta misma semana o en fechas próximas porque no se están cumpliendo compromisos salariales pactados en convenios colectivos para 2009.
Las críticas al Gobierno brillan por su ausencia. Apenas asomaron cuando se mostró partidario de incorporar al proyecto de Presupuesto del Estado, progresividad fiscal.
Cuando hizo que el ministro presente en el acto, Miguel Sebastián, pusiera cara de circunstancias, fue cuando se mojó a favor de refundir los ministerios de Industria y de Ciencia y Tecnología. El titular de Industria no dijo ni mu, tal vez porque pensará que su colega, la ministra Garmendia, aparece con más patrimonio económico que nadie y, si pierde la cartera, no queda desheredada.
En cuanto a la firma Opel, en Aragón, estima que hay que asegurar el futuro de la compañía, si bien la cifra de despidos anunciada resulta muy excesiva y tendrán que reducirla.
Cándido Méndez estuvo «sembrao» al final, barajando la conveniencia de retirar los premios Nobel concedidos a economistas que avalaban el sistema económico-financiero que hemos visto fracasar. Claro que ellos, en su simpleza, dirán aquello de Santa Rita, Rita, lo que se da no se quita. Como cualquier perceptor de jubilaciones bancarias archimillonarias.