espacioseuropeos.com  (25/10/2009)jerome-dukiya
El pasado 20 de octubre, el padre Jérôme Otitoyomi Dykiya, pronunció una conferencia en el salón de actos de la Fundación Sur, bajo el título, «África como frontera exterior: experiencias de trabajo con inmigrantes de paso en Mauritania», organizada por la Fundación CEAR, que por su importancia recogemos en espacioseuropeos.com.

Jérôme Otitoyomi Dykiya es el responsable de la misión católica de Nuadibú, la segunda ciudad más grande de Mauritania. El motivo de su estancia en Madrid se debe a que le han concedido el premio «Juan María Bandrés» por su trabajo con los inmigrantes en Nuadibú, el punto de partida de cayucos más popular de Mauritania.

Tras una breve presentación explicando que es sacerdote desde hace diez años, que es nigeriano y se considera hermano del director de Fundación Sur, José Julio Martín Sacristán, porque habla su lengua madre, el yoruba, y que está destinado en Nuadibú desde hace 7 años. Jérôme empezó a hablar claro, siempre tan sonriente como si estuviera teniendo una conversación distendida con amigos. Nuadibú está a tan sólo 750 kilómetros de Las Palmas, esa es la razón por la que la ciudad alberga a tanta población inmigrante. Allí paran los que van de paso hacia Europa, los que se lo están pensando, allí se quedan estancados los que tienen mala suerte y, últimamente, los que tienen la mala suerte de ser retenidos por los servicios de seguridad mauritanos, con ayuda de la policía y guardia civil española.

«¿Que qué hacemos en la misión?», pregunta a modo retórico, «pues predicar el evangelio, pero eso no es suficiente».

Él, nunca habla en singular, el equipo de su misión ha implantado programas de formación, programas de microcrédito, programas de sensibilización… todo lo que pueda estar a su alcance para mejorar la vida de los migrantes que son la capa social más marginada en Mauritania. Mueve cielo y tierra para mejorar la vida y las perspectivas de los que lo han perdido todo. Hacen equilibrios con el dinero para asistir a tantos necesitados, pero no se puede ayudar a todo el mundo, cuando hay chicas jóvenes entre los inmigrantes que se dedican a la prostitución o que van a llegar a Europa para ejercer la prostitución obligadas, «sacamos el dinero de donde sea para ayudarlas a regresar a sus casas, menos robar, hacemos lo que haga falta para ellas».

El padfunsurre Jérôme denuncia sin tapujos la externalización de las fronteras europeas. «Los Europeos pagan a los países del norte de África para que hagan lo que a ellos les daría mala imagen hacer», la represión contra la población migrante ha aumentado mucho en los últimos años, porque España y Europa pagan a estos países para que la repriman, cuando saben que los medios no son tan respetuosos con los derechos humanos como deberían. «Eso lo hacen vuestros gobiernos con vuestro dinero, así que vosotros estáis implicados en estos atropellos a los seres humanos».

Cuenta varias anécdotas con tal sonrisa que parece que no tienen importancia, pero habla de haber estado él mismo en la cárcel varias veces y de haber recibido palizas otras tantas. De gente que muere, de mujeres que han perdido a sus maridos en un viaje, de enfermos, maltratados, trata de seres humanos… «La frontera de Europa no está en la península, últimamente está en Nuadibú y otras cuantas poblaciones como ella, que se encargan de retener a la emigración a toda costa».

También criticó a los medios de comunicación, «los periodistas dais a entender con vuestra información que toda África quiere venir a Europa, pero no decís la verdad», que es que los africanos sólo son un 5 % de la población inmigrante en Europa. Hay mucha migración africana, sí, pero es dentro del continente, no hacia Europa.

El padre Jérôme habla con franqueza, alto y claro de una realidad que el viejo continente no quiere ver: Europa, donde presumimos de respetar los derechos humanos, está pagando a otros para que no los respeten en su nombre, y aquí vino este nigeriano a recordarlo donde y cuando sea necesario, sin pelos en la lengua.

Jérôme Otitoyomi Dukiya es director de la Misión Católica de Nouadhibou desde la que se apoya a los migrantes que llegan a la ciudad, casi siempre después de un largo viaje a través de otros países. Pese al alto índice de migraciones en el África del Oeste, existen pocos centros que se ocupen de acoger y apoyar a los migrantes en tránsito hacia otros destinos, o que llegan buscando una vida más digna. En este centro los migrantes reciben formación en idiomas, alfabetización, informática, contabilidad o cocina, y encuentran apoyo a iniciativas de economía social para crear microempresas o cooperativas mediante microcréditos. En la Misión también se ha creado un registro de las personas que llegan, lo que permite conocer sus perfiles, las condiciones en sus países de origen, los objetivos que se plantean al migrar y sus expectativas de futuro.